Durante una caminata matutina comentaba a uno de mis hijos algunas técnicas para mejorar la captación de agua y el mejoramiento de suelos, acuíferos, áreas verdes, camellones y en general la infraestructura verde de una ciudad, me preguntó: papá ¿Por qué te gusta tanto la naturaleza, por qué te apasionan tanto los temas ambientales? Pensé en muchas respuestas, pero sólo articulé dos: Porque admiro la creación, y quizá por mi formación profesional.
Hace poco menos de un mes el Papa Francisco convocó a celebrar la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, aceptando la invitación de la Iglesia Ortodoxa a unirse a esta iniciativa que se realiza el 1 de septiembre de cada año. Este 2015 será la primera vez que los católicos nos uniremos en oración atendiendo la invitación del Papa que lleva el nombre del santo que compuso el cántico de las criaturas y así contribuir “para superar la crisis ecológica que está viviendo la humanidad”.
Entre múltiples iniciativas que se han dado a partir de la publicación de la encíclica Laudato Si de S.S. Francisco se encuentra el Movimiento Católico Mundial por el Clima, en su página se pueden encontrar una serie de recomendaciones y herramientas para celebrar la Jornada Mundial de Oración, además de sumarse a un tiempo especial de oración que concluirá el 4 de octubre coincidiendo con la fiesta del patrono de los protectores del medio ambiente: San Francisco de Asís.
Existen ya varias iniciativas de distintas denominaciones cristianas y de diócesis católicas que celebran un tiempo especial por la Creación, y la cercanía de la reunión de París en noviembre para tratar de definir nuevas metas de acciones y compromisos por parte de todos los países para reducir la emisión de gases contaminantes hace más urgente la oración de todos.
El consumo energético de combustibles fósiles aumenta el riesgo de calentamiento global que a su vez puede desencadenar muchos desequilibrios planetarios asociados al clima, y que afectarán cada vez más, principalmente a los más pobres y marginados del planeta, por ello, además de nuestra oración se requieren compromisos personales además de los gubernamentales para reducir los contaminantes y promover energías renovables.
La reciente encíclica papal ha despertado mucho interés y discusiones en ambientes académicos, entre científicos creyentes y no creyentes, lo que contribuye a lograr el objetivo explícito que el Obispo de Roma planteó “entrar en diálogo con todos acerca de nuestra casa común.” Me ha tocado participar en diversas reuniones académicas donde los textos de la encíclica son abordados con absoluta seriedad buscando caminos de construcción compartidos.
Sin embargo, además de los aspectos académicos, ambientales, políticos, económicos y sociales que se pueden tratar a partir de la encíclica, también contiene una dimensión de espiritualidad cristiana, que invita a lograr una “conversión ecológica” con actitudes de vida cristiana que nos comprometen a custodiar la creación.
Aprovechemos este tiempo especial entre el 1 de septiembre y el 4 de octubre para que nuestra oración y comportamiento sea un testimonio que lleve a otros a comprometerse en el cuidado de la casa común; y por otra parte, que el respeto a la vida, a las criaturas, y a la naturaleza de pie a una constante conversión que nos permita vivir en paz con Dios, con nuestros semejantes y con toda la creación.
Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez
Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.
Mexicano, católico, autor entre otros textos de “El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe”
Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).
Una figura que recuerdo de mi padre, muy propia de el y continua; era verle contemplando, miraba los campos de maíz, frijol, papa… los huertos de manzana, durazno… los botones, las flores, los frutos… la cimiente, el retoño, las cañas, la espiga, el jilote… el valle, el río, la montaña, el cielo y la nube. Después de mirar contemplando, salía de sus labios la frase que formaba su oración sencilla y cotidiana: «Bendito sea Dios».
El me enseño a ver a Dios en toda la tierra, y a contemplarlo en toda su creación, y alabarlo por cada una de sus obras, dándole gracias en todo momento.
Gracias papa, porque tu me enseñaste a amar la naturaleza, y ella me llevo a amar a su Creador.
LAUDATO SI…