La comunicación entre padres y adolescentes no siempre es tan frecuente y franca como se necesita en esa etapa de la vida, tanto para los papás como para los hijos. Hoy son comunes las imágenes de jóvenes enfrascados en sus gadgets, o con los audífonos aislándose de la conversación con otros miembros de la familia o la sociedad, aumentando las rupturas o dificultades para la conversación intergeneracional.
Sin embargo, el estar conectado a un dispositivo móvil no necesariamente es una ausencia de comunicación, sólo que la relación se da con alguien más que no está presente físicamente; a través de chat, mensajes, redes sociales, videollamadas, o simplemente en la interacción a través de juegos en línea con otras personas.
Escuchar música, ver videos, estar leyendo tuits, y posts de otras personas, son de alguna manera más interesantes o menos demandantes que las conversaciones personales, o quizá simplemente sean una manera de entretenimiento o de escapar un poco de la realidad, como en el espacio transcurrido al ir al teatro o al cine.
En mi adolescencia y juventud, recuerdo cómo me llamaban la atención mis papás para que dejara de leer o escuchar música y conviviera un poco con los demás, la lectura, esa poderosa herramienta que nos lleva a lugares insospechados y siempre nuevos a través de la imaginación, al igual que la música que nos puede abstraer y entretener, además de generar emociones que nos dan vida.
Inconscientemente uno explora en la mente y a través de los sentimientos áreas y dimensiones del ser que nos hacen sentir vivos, los sueños nos mueven, e incluso pueden llegar a construirnos y ser parte de nuestro futuro cuando los perseguimos. Y al mismo tiempo, son el terreno donde podemos encontrarnos en la intimidad con los amigos, pero también con nuestros padres y familia.
A nadie nos gusta que nuestros sueños sean destruidos, acotados, ignorados o menospreciados, por eso a veces nos es difícil compartirlos; y al mismo tiempo, darlos a conocer es ya un paso difícil pero útil para irlos construyendo, reconstruyendo o incluso descartando. Compartir los sueños de padres con hijos y viceversa es una vía para reiniciar o mantener una buena conversación.
Hay padres que se han olvidado de soñar, o quizá no tuvieron la experiencia de ser acompañados en un sueño, y quizá por ello sientan temor a reiniciar el proceso y más a comunicarlo. Curiosamente, compartir los sueños propios es abrir la puerta a un dialogo entre generaciones que enriquece y reconecta a padres e hijos.
Paradójicamente los sueños, las alegrías y esperanzas son temas tan poderosos, reales e interesantes que pueden lograr una reconexión y aumentar el espacio de interacción personal entre padres e hijos, una conversación y convivencia que mucho bien le hace a cada persona involucrada, a las familias y finalmente a la comunidad.
Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez
Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.
Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»
Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).
Tambien que cuando se habla de suenios, se hace con esperanza, con alegria entonces ya le sumas un punto de alegria o diversion a la platica. y a partir de una platica se va poco a poco planeando la vida y que mejor que hacer parte de tu plan de vida a tu familia y seres queridos.
Que buen tip, gracias.