Navidad significa para muchas personas el espacio del año para la convivencia familiar. Muchos “Paisanos” viajan desde Estados Unidos hacia el sur en estas fechas para encontrarse con sus familiares, hijos que ya tienen sus propias familias buscan convivir con sus padres en estas fechas, algunos intercalando años o el fin de año con los papas de la esposa o el esposo según sea el caso, un tiempo en que primos se reconocen, conviven, toman conciencia de una familia más amplia e incluso de sus orígenes.
En una sociedad cada vez más fragmentada, con bajos niveles de participación política, y con un “tejido social” débil, la familia se conserva como el bastión que mantiene la cohesión, que da soporte real a quienes tiene emergencias y quedan fuera del sistema asistencial o de seguridad social del gobierno, tanto en salud, como en pensión, orfanatos, educación e incluso soporte en periodos de desempleo.
A pesar de ser la institución más respetada, a la que se le tiene más confianza, y la que genera mayores posibilidades de desarrollo afectivo, social y económico según las últimas investigaciones científicas sobre el tema, también es una institución que enfrenta múltiples retos, dos de ellos que me gustaría abordar en este espacio: el divorcio y las uniones de parejas fuera de un matrimonio civil o religioso.
Los datos del INEGI, así como los resultados de diversas encuestas muestran dos tendencias preocupantes, por un lado un aumento en el número de divorcios en la última década, y por otra parte una tendencia a la alza de parejas que prefieren vivir juntos sin casarse. Con una mayoría de jóvenes que no consideran formar una familia como un elemento de su éxito, a pesar de la contundencia de los datos que muestran las ventajas de constituir una familia o ser parte de una, como base para tener mejor calidad de vida.
¿Cuáles son las razones de estas tendencias en México? ¿Si la familia es la base de la sociedad, que sucederá si dejan de constituirse nuevas familias estables? ¿Si la familia es uno de los principales elemento para fortalecer el tejido social y mejorar nuestra convivencia, que acciones se pueden realizar para protegerla?
Todos quienes tenemos la dicha de tener una familia, y ser parte de familias ampliadas, tenemos la oportunidad de experimentar contrastes, conflictos y alegrías, retos y satisfacciones. Es una experiencia que nos enseña a convivir, a resolver nuestras diferencias, aunque también es fuente de conflictos y tragedias que a veces escandalizan; bien dice la Gaudium et Spes que es “la escuela del más rico humanismo”.
¿Por qué no enfocamos nuestros mejores esfuerzos como sociedad desde la economía, la política y los mismos organismos sociales para proteger y promover la familia, siendo que es nuestra mejor apuesta de futuro?
¿Por qué si sabemos que existen elementos como la droga, la pornografía, y los abusos y violencia en las relaciones familiares que atentan contra la base de nuestra sociedad y convivencia, ponemos más atención en legalizar drogas, dar “derechos sexuales a los niños”, promover la promiscuidad y violencia indiscriminada en medios y dinamitar la patria potestad?
¿No deberíamos estar más atentos a fortalecer la convivencia familiar, promover las escuelas de padres, la preparación al matrimonio, la educación sexual y las comunidades educativas de colaboración entre padres, maestros y alumnos?
Esta temporada en que la interacción familiar se vuelve más estrecha, aprovechemos para seguir las recomendaciones de la Misericordiae Vultus del Papa Francisco que nos invita a practicar las obras de misericordia en este Año Santo, primero dentro de nuestras familias, y luego con nuestros familiares, educar los afectos en los jóvenes para que aspiren a constituir familias que nos den la posibilidad de un mejor futuro.
Finalmente, donde haya elecciones, vale la pena exigir que los candidatos digan cómo proponen mejorar y proteger la familia; a los legisladores se les puede exigir que protejan a la familia desde la Constitución a través de firmas en el sitio del Consejo Mexicano de la Familia; para acabar con la corrupción y degradación en la política hay que obligar a los políticos a que resuelvan los temas verdaderamente importantes para la sociedad. Una mejor comunidad podrá ser construida solo a partir de mejores familias.
Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez
Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.
Mexicano, católico, autor entre otros textos de “El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe”
Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).