¡El corazón libre!

¡Cómo me hubiera gustado estar este domingo en la reunión del Papa Francisco con los jóvenes paraguayos y sentir la fuerza de su espíritu! En esa reunión el líder católico improvisó un discurso a partir del testimonio de tres jóvenes de ese país sudamericano: Orlando, Liz y Manuel, muchachos que son ejemplo de la esperanza, el servicio y la lucha de los jóvenes de esta época.

En un mundo que nos invita a tener éxito a través de tener más cosas, tener más dinero, disfrutarlo sin límites, y obtenerlo por encima de cualquier consideración ética, la propuesta cristiana de solidaridad, servicio y esfuerzo honesto parece ser una propuesta arcaica, y sin embargo sigue siendo la opción que nos puede ayudar a mejorar nuestro mundo como demuestran estos chavales.

Conozco historias de jóvenes que empezaron temprano la vida, siendo padres de familia, envueltos en situaciones de amenaza y violencia que los condicionan y limitan en su desarrollo, y les hacen más difícil dar un espacio adecuado de formación a sus hijos, y sin embargo, salieron adelante con esfuerzo personal y apoyo de los amigos y la familia.

También conozco historias de familias destruidas, de hijos abandonados por padres o madres, historias de libertad sin responsabilidad, del afán de sobresalir y buscar nuevas opciones empezando de “cero”, lo que significa escapar, abandonar, traicionar, evitar la solidaridad, el compromiso, el esfuerzo por mantener una pequeña comunidad familiar unida, cultivando la esperanza de un mejor mundo para los pequeños.

Escucho a jóvenes quejarse de la corrupción, de la impunidad, de la injusticia que parece dominar las relaciones sociales, sin embargo no todos escogen el camino de hacer algo al respecto además de quejarse. Paradójicamente muchos de los quejosos escogen el camino de sobresalir bajo cualquier circunstancia, sin darse cuenta que tarde o temprano estarán ellos mismos generando y sufriendo los efectos de lo que intuitivamente rechazan en los demás.

Donde muchos buscan libertad, normalmente encuentran esclavitud de la voluntad, a través de los apetitos del consumo, del poder y del deseo. En un mundo que funciona alrededor de la mercadotecnia, donde la creación de necesidades y dependencias se convierte en el principal objetivo ¡los corazones libres escasean!

La hermosa lucha por la libertad se convierte entonces en un imperativo de todos, y más aún de la juventud, frente a las ataduras de la pobreza y la marginación, de la injusticia e impunidad, de la mentira y la corrupción, de las necesidades creadas que manipulan y dominan los deseos corporales, que reducen toda expectativa de vida a tener y consumir, a ir más rápido, sin saber a dónde.

La lucha por ser libres es además el camino del ser, de la realización humana en el servicio, la solidaridad y el amor; es la lucha por reconocernos en los demás y descubrir la fraternidad y comunidad que nos completa; es la lucha que nos permite tener el corazón libre, fuerte y lleno de esperanza para vivir en paz y felicidad.


Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez

Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.

Mexicano, católico, autor entre otros textos de “El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe”

Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).

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