Virgen negra de Einsiedeln

«… una imagen de la Madre de Dios que es como el corazón de uno de los más antiguos santuarios de Suiza…»

Einsiedeln, Antes de rezar el «Angelus» con un grupo de peregrinos en la Plaza de San Pedro, en Roma, el Santo Padre Juan Pablo II así les dirigió la palabra:

«Os invito hoy a que os unáis a mí al dirigir nuestra mirada a una imagen de la Madre de Dios que es como el corazón de uno de los más antiguos santuarios de Suiza; la imagen de la «Virgen Negra» de Einsiedeln.

Recuerdo con alegría y gratitud la visita que hice allí en junio de 1984, con ocasión del viaje pastoral que me condujo entre los católicos suizos. Entonces me sentí peregrino con la inmensa multitud de los que, diariamente, atravesando la plazoleta del monasterio, suben la escalinata que lleva a la iglesia abacial para llegar a la «Capilla de las Gracias», en el interior de aquel espléndido templo barroco».

Los documentos históricos atestiguan que, a partir de 1314, fieles provenientes de toda Suiza y de las tierras cercanas, como Alemania y Austria, se acercan continuamente a aquel bendito lugar para honrar a María, para recurrir a Ella, la Madre de Jesús y Madre nuestra, en busca de ayuda y consuelo en sus necesidades, y para confiar a su materna intercesión sus aspiraciones íntimas.

Sin embargo, es probable que la Virgen fuera venerada en aquel lugar antes del año 1314. Efectivamente, la «Capilla de las Gracias» se levanta sobre el lugar, históricamente comprobado, en el que el eremita benedictino Meinrad (muerto en el año 861), con el ejemplo de su vida, coronada por una santa muerte, había encendido y alimentado la luz de la fe en la población de los alrededores.

De la ermita de Fray Meinrad, que en alemán se dice «Einsiedelei», deriva el nombre actual del lugar: Einsiedeln. Aquí nació en el año 934 una abadía benedictina, en la que todavía los hijos de San Benito, con su oración constante y con su vida ejemplar, mantienen viva la fe a través de los siglos y la transmiten intacta a las generaciones futuras.

De esta forma, en aquel lugar de oración ya consagrado al Divino Redentor, María su Madre ha puesto su sede permanente en medio del pueblo suizo, recibiendo de él veneración particular bajo el título de «Virgen Negra».

Al finalizar su meditación, el Papa quiso repetir la oración que había dirigido a la Virgen de Einsiedeln con ocasión de su visita al Santuario:

«¡Madre de Dios y Madre de los hombres, encomiéndanos a tu Hijo; preséntanos a tu hijo! El es nuestro Mediador y Abogado ante el Padre.

Te rogamos, Madre de nuestro Salvador, intercedas por nosotros ante tu hijo en la gloria del cielo: para que la Iglesia en este país fortalezca en la fidelidad a Cristo… para que todos los pueblos y hombres puedan vivir en libertad y paz… Para que vengan a nosotros el Reino y su justicia.

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Un comentario

  1. VIVI EN SUIZA 3 AÑOS Y QUISIERA VER SI SE PUEDE CONSEGUIR UNA FIGURITA DE LA VIRGEN NEGRA.
    GRACIAS

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