Santa Batilde (634-680)
De origen anglosajón, era todavía una niña cuando fue raptada por los piratas y vendida al mayordomo de palacio del rey Clodoveo II de Neustria. Este se enamoró de ella y la convirtió en su reina. Tuvieron tres hijos, pero desgraciadamente, el rey murió a los veinticuatro años de edad. Batilde ocupó la regencia, se rodeó de buenos consejeros, y gobernó con justicia y misericordia. Sin embargo, los nobles terminaron por unirse contra ella y desterrarla a la abadía de Chelles, donde pasó el resto de su vida perdonando a sus enemigos, encargándose de las tareas más humildes y atendiendo a los enfermos.
Mártir San Lesmes (+1100)
Nació de una familia acaudalada y, después de repartir sus bienes entre los pobres, vistió las ropas de uno de sus antiguos criados y se fue en peregrinación a Roma. Más tarde fue monje y abad de un monasterio en la Auvernia, Francia, hasta que Constanza, esposa del rey Alfonso VI, le llamó a España a introducir la liturgia romana. En Burgos fundó un monasterio benedictino, donde se dedicó a atender a las necesidades de los peregrinos que viajaban a Santiago de Compostela, y al cuidado de los enfermos.
San Fulgencio de Ruspe (468-533)
Originario de Cartago, Africa, fue nombrado tesorero general de esa provincia por sus cualidades de administrador. Sin embargo, Fulgencio decidió dejar el mundo y dedicarse a servir a Dios como monje. Fue nombrado Obispo de Ruspe, en Túnez, pero siempre siguió vistiéndose como un humilde monje y haciendo grandes mortificaciones. Fulgencio tenía el don de la oratoria y sus sermones conmovían a toda la ciudad, pero más la conmovía su gran amabilidad y humildad.
Santa Jacinta de Mariscotti (1585-1640)
Nació de familia noble en Viterbo, Italia. Su padre la consideraba tan frívola y fantasiosa que decidió no casarla y enviarla al convento franciscano. Jacinta siguió con su misma conducta, escandalizando a sus hermanas, hasta que una grave enfermedad la hizo cambiar y convertirse en una excelente religiosa. Sus últimos veinticinco años de vida estuvieron tan repletos de favores sobrenaturales que en cuanto murió, se abrió su proceso de beatificación.
* Nunca es tarde para mejorar nuestra relación con Dios y con los que nos rodean.. El día de hoy es un buen día para que digas: “Ahora comienzo”.