San Narciso (+212)
San Narciso era centenario cuando se convirtió en obispo de Jerusalén. Como tal, presidió el Concilio de Palestina, donde tomó la decisión de celebrar la Pascua el domingo siguiente al aniversareio de la muerte de Cristo. Se conmemoraba así lsu resurección de la misma forma quela Iglesia de Roma. Habiendo cometido tres feligreses suyos un crimen que Narciso debía castigar, éstos tomaron la delantera y elevaron contra él una infame acusiación: “Yo quiero ser quemado vivo si miento”, dijo el primero”. Y yo hacerme leproso”, dijo el segundo. “Y yo ciego”, dijo el tercero. La pena de verse deshonrado llevó a Narciso a desaparecer, y abandonó Jerusalén sin dejar rastro. Sus difamadores fueron pronto golpeados por el castigo que habían llamado sobre ellos. El primero murió en el incendio de su propia casa; el segundo murió de lepra; el tercero perdió la vista a fuerza de llorar su falta.
Cuando Narciso volvió a los suyos, éstos lo recibieron llenos de alegría.
San Marcelo el Centurión (siglo III)
Es el primero y el más célebre de los santos de este nombre. Era un oficial romano acantonado en Tánger, Marruecos. Aquel día se celebraba el aniversario del emperador Maximiano. “¡Maldito sea este oficio que me obliga a matar y me impide estar totalmente al servicio de Cristo!”, exclamó Marcelo, tirando a sus pies el cinturón y la espada delante de la tropa. Llevado ante el prefecto Agricolamus, pronunció las mismas palabras, y se le condenó a muerte. Cuando iba al suplicio, dijo al representante del emperador. “¡Gracias, y que Dios te bendiga, Agricolamus!”.
Santa Ermelinda (siglo VI)
Tras hacer voto de virginidad, abandonó el castillo de sus padres, donde desfilaban los pretendientes, y se retiró a Beauvechain para vivir en castidad y oración. Por desgracia se encontraban en esta ciudad un noble que se dedicaban a acosarla. Su ángel de la guarda la sacó de Beauchevain y la condujo a Meldert donde un buen sacerdote fue su director y la ayudó a vivir su vocación. Ermelinda, que asistía a misa cada mañana, llegaba todos los días descalza, tanto en invierno como en verano.
Beato Miguel Rúa (+1890)
Sucesor de San Juan Bosco como superior general de los salesianos en 1888.
Fue beatificado en 1972.