Santa Regina (+251)
Nació en la ciudad de Alise- hoy Alise-Sainte-Reine, en la región de Borgoña, Francia, lugar célebre por la derrota de Vercingetórix a manos de César. Esta doncella galorromana descubrió la fe de Cristo a los quince años y se bautizó, ofreciendo a Dios su virginidad.
Cuando se negó a sacrificar a los dioses romanos, la sometieron a tortura, rasgando sus carnes con uñas de acero; siguieron luego más tormentos y grandes prodigios, que hicieron que se conviertan a la fe ochocientos cincuenta gentiles.
San Columbano (+625)
Se dice que San Columbano fue el más grande de los misioneros irlandeses que evangelizaron el continente europeo. Sus superiores no querían dejarlo ir a misionar en Europa pues existía allí un estado desastroso de inmoralidad y violencia, por haberla invadido los bárbaros. A los cuarenta y cinco años, consiguió por fin permiso de sus superiores y salió Columbano de Irlanda con doce compañeros hacia Francia.
Dios favoreció a los monjes con admirables prodigios y pudieron convertir a muchos bárbaros, entre ellos al rey Sigeberto que les regaló un antiguo castillo en ruinas que arreglaron para vivir allí. Vivían en gran pobreza, pero Dios siempre los socorría en sus necesidades.
Columbano y sus monjes fueron fundando conventos por toda Europa y a este continente totalmente analfabeta, estos monjes fueron llevando la civilización y convirtiendo a estos feroces bárbaros en pacíficos cristianos.
El rey de Borgoña, Teodorico, respetaba mucho al santo, pero la madre de este, Brunequilda lo odiaba y logró por fin que lo desterrara del país. A los setenta años, Columbano se fue a Suiza, atravesando los Alpes en medio de grandes tormentas de nieve. Fundó un convento que se hizo muy famoso, el de Bobbio, y allí murió pacíficamente mientras hacía su oración.
Beato Juan Bautista Mazzuconi (+1855)
Presbítero y mártir en la isla Woodlark, Oceanía. Pertenecía al Instituto Romano de Misiones Extranjeras, después de dos años de misionero, agotado por la fiebre y trabajos, recibió un hachazo mortal por orden del príncipe de la isla.
* No consientas hoy un mal pensamiento, ni un mal deseo que empañen la pureza que Dios quiere de sus hijos.