Lo que nos mantiene en la Iglesia es el amor personal a Cristo

¿Qué me mantiene en la Iglesia? ¿El «cura» o mi amor personal a Cristo?

La pregunta es: ¿Cómo evitar que la gente pierda la fe por el mal ejemplo de algunos curas y religiosos?

Lo primero y lo más importante es activar nuestra fe y saber darla a los demás. Eso es lo que nos mantendrá fieles no solamente cuándo percibimos testimonios negativos de la vivencia del cristianismo sino también en cualquier situación difícil personal. Si nosotros tenemos una fe robusta, convencida de Jesucristo con un amor ardiente a Dios amante, ¿qué nos podría apartar de nuestro Padre celestial y de su Iglesia? ¿problemas?, ¿dificultades?, ¿mal ejemplo de los que nunca esperaríamos algo así?, ¿traición de los más cercanos y dignos de confianza?

Tenemos que vivir en la seguridad de la fe tan sensiblemente que, también, los demás se den cuenta que no nos mantiene en la Iglesia buena atmósfera, amistades o curas simpáticos sino el conocimiento y amor personal a nuestro Señor Jesucristo.

Además seamos conscientes que el demonio está muy interesado por ganarse a los sacerdotes y religiosos. Con un mal ejemplo de las personas consagradas tendrá mucho más éxito que con mil tentaciones. Él lo sabe, pero nosotros también. ¿Queremos caer en la trampa? Todos somos pecadores, no veamos los pecados de los demás ante que los nuestros. Solamente con absoluta confianza en la Providencia de Dios podamos pasar estas pruebas de nuestra fe.

¿Podemos hacer algo para remediarlo o evitarlo? Claro que si.

Por un lado, trabajar con los sacerdotes y religiosos, para ayudarles a cobrar conciencia de la trascendencia de su testimonio.

Por otro lado, reforzar la fe de los fieles, para que sepan trascender las debilidades humanas y mantener su fe en Dios y en la Iglesia, como Cuerpo Místico de Cristo, por encima de todas las contrariedades.

Los curas y los religiosos tienen debilidades como cualquiera. Son hombres y mujeres como todos los demás. Ellos necesitan de nuestras oraciones para ser santos, buenos pastores de nuestras almas. Para que la formación recibida en los seminarios les ayude a reaccionar ante todas las tentaciones.

Además, nuestra fe no debe de estar sujeta al «cura» y lo que él hace. Somos miembros de la Iglesia por el amor personal a Cristo. Esto es lo importante, lo demás es secundario.

Para profundizar:
Catecismo de la Iglesia católica Nr. 2846-2849; la respuesta concreta se encuentra en los Nr. 1550 y 1584

es.catholic.net
Por: Hector Sarabia

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