Señor, estoy aquí frente a Ti y con temor en Tu presencia. Hoy la Iglesia celebra a San Francisco de Asís, ese hombre y Santo que fue tan semejante a ti.
Que impresionante es enloquecer por Ti. Haber estado hace tan sólo tres semanas en el Pueblo de La Paz, Asís, Italia y lugar de nacimiento de San Francisco fue una formación, entrenamiento y descubrimiento de lo poco que te he amado y de lo mucho, mucho que puedo llegar a amarte.
Señor caminar por los caminos de Francisco, visitar la casa donde nació, su lugar favorito La porciúncula en la Iglesia Santa María de Los Ángeles han sido verdaderas lecciones de vida para mí.
Ser cristiano es desarrollar muy profundamente tus sentimientos. Aprender a mirar con tu misericordia. Ser cristiano es hacer nuestra, la ternura de tu corazón. Todo esto y más lo vivió San Francisco.
Estar ahí me formó en el significado de los bienes materiales, del para que únicamente comemos y de la gran necesidad que cada católico tiene de restaurar y revitalizar tu Iglesia.
Sé que no he sido una mujer humilde. Es algo que te he pedido muchas veces y que tanto yo como todos los católicos del mundo necesitamos. Creo que la humildad de Francisco provenía de saberse nada, gracias a su inquebrantable vida de oración y es que, es hermoso preservar y cuidar la cita diaria contigo. Es extraordinario este privilegio de poder entrar en tu corazón mismo y dejar que tú formes el mío, como lo hiciste con San Francisco, con Santa Clara su compañera espiritual, con tantos seguidores actuales que solo viven para Ti y están sedientos de que muchos te conozcan y así conocer la verdadera humanidad, el potencial para el Amor, la ternura y el servicio.
Loado seas Mi Señor por tantas gracias inmerecidas. Por la llama de amor en mi corazón, por la gracia de la fe. Loado seas Mi Señor. Gracias por haber creado a San Francisco de Asís y gracias por darnos el primer Santo Padre con su nombre. Tu Iglesia se renueva, se vivifica, se engrandece y yo, tu seguidora y amiga soy bendecida al vivir en este tiempo y año de la misericordia.
“El Señor te bendiga y te guarde; te muestre su faz y tenga misericordia de ti. Vuelva su rostro a ti y te dé la paz” (Núm. 6,24-26).
Sheila Morataya
Austin, TX
sheilamorataya.co
EL SEÑOR NOS BENDIGA Y NOS GUARDE
ILUMINE SU ROSTRO SOBRE NOSOTROS
Y SE APIADE DE NOSOTROS
NOS MUESTRE SU ROSTRO
Y NOS CONCEDA LA PAZ.
QUE EL SEÑOR NOS BENDIGA
EN EL NOMBRE DEL PADRE
DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO. AMEN.
Linda oración de San Francisco de Asís