Corría, corría como solo puede correr una mujer que está emocionada porque le urge dar una noticia. Era María Magdalena, la mujer y primera testigo de la resurrección de Jesús. Ella amo de forma apasionada y pura a Jesús. “El que ve su pecado Es mayor que el que resucita a los muertos” escriben los padres del desierto. Esto es lo que seguramente le paso a ella, a María Magdalena o Magdala como la llaman otros. Ver su pecado fue tan chocante, movilizador e iluminador para ella que su corazón fue radicalmente transformado. Tan grande fue esta revolución en su alma, que hoy, por primera vez, somos privilegiados de celebrar su fiesta: la Apóstala Magdalena que ha instituido el Papa Francisco.
Han tenido que pasar más de dos mil años para que esto suceda. No dejo de pensar en la humildad que llegó a lograr esta mujer una vez que se dio cuenta de que Jesús era Dios y que Cristo era (y es) el Salvador de nuestras almas. Se convirtió en una antorcha del mensaje de Jesús, se volvió una iluminada. “Pero esto venía de dentro de un corazón inmerso en la fuente de este gozo, el suyo que lloraba la pérdida de su Señor y no creía a sus ojos al verlo resucitado” (Papa Francisco).
La carta del Arzobispo Arthur Roche, titulada “María Magdalena, Apóstala de los apóstoles” (y que puedes leer aquí en press.vatican.va), es maravillosa, pues resalta la gran dignidad que tenemos las mujeres. Las mujeres somos favoritas del Señor desde la creación del mundo, ya que creo a Eva para acompañar y enseñar a Adán lo que era el amor. No nos hizo para mandar o someter la tierra, sin embargo también tenemos esos talentos y podemos hacerlo, inclusive por primera vez la sala de prensa del Vaticano tiene a una mujer al frente.
El sueño de Dios para nosotras es fino, único e irrepetible. Nos creo para generar y regenerar el amor, para empapar de ternura su creación, para enseñar lo que es la dignidad de los hijos de Dios y para traer al mundo a su hijo Jesus, cuyo nombre es amor.
No leas con rapidez mis palabras. Detente. Siéntelas en tu corazón, obsérvalas, reflexiona y pide que el Espíritu Santo que te conceda comprender el misterio de ser mujer. Reza para que puedas comprender de la misma manera que María, María Magdalena, Teresita de Lisseux, Teresa de Avila, Catalina de Siena, Edith Stein, Teresa de Calcuta, Isabel de la Trinidad, Teresa de los Andes, Juana de Chantal, Cecilia, Juana de Arco, Ruth, Esther, Isabel de España, Hildegarda de Bingen, Laura Bassi, Gianna Beretta Molla, Elizabeth Setton, Brígida de Suecia, Catalina de Alejandría, Isabel de Portugal, Lucrecia de Córdoba, Regina de Autun para mencionar solo una ínfima parte de todas las santas que ha dado el seguimiento del llamado de Cristo. Amar, sufrir, servir, morir y despertar a la vida eterna.
María Magdalena es testigo de Cristo resucitado y anuncia el mensaje de la resurrección del Señor, al igual que los otros apóstoles. “Por lo tanto –finaliza monseñor Roche en su carta- es justo que la celebración litúrgica de esta mujer tenga el mismo grado de festividad que se da a la celebración de los apóstoles en el calendario romano general y que se resalte la misión especial de una mujer, que es ejemplo y modelo para todas las mujeres de la Iglesia”. (María Magdalena, Apóstola de los apóstoles).
Sheila Morataya
Austin, TX
sheilamorataya.co
Asi Es. Bendiciones
Yo creo que una de las historias más maravillosas de transformación personal que muestra La Biblia es el caso de María de Magdalena, quien tuvo el privilegio de ver a Jesús resucitado.
Hoy me sorprende que cada día se habla mucho de la Virgen, si tan solo fuéramos como lo fue ella, simplemente creyó y fue obediente a su palabra