Oscar Ibáñez
Hace algunos años, el desempleo que en la frontera de México y Estados Unidos duró meses, provocó que miles de familias carecieran de lo mínimo para comer, sufrían de hambre. Reunido con algunos amigos de la Unión Social de Empresarios Mexicanos (USEM), llegamos a la conclusión de que había que hacer algo. Y así fue como descubrimos el funcionamiento de los bancos de alimentos que Cáritas y otras instituciones manejaban en distintas ciudades de México.
Estas instituciones recolectan alimentos de mercados y comercios antes de que se desperdicien, y se distribuyen entre quienes no tienen dinero para pagar ni siquiera la comida. Un tiempo después, y por el esfuerzo de varias personas lideradas por USEM, se logró implementar el servicio de bancos de alimentos en la frontera.
Básicamente es poner en práctica lo que el Papa Francisco dijo con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente: “¡Pero recordemos bien que el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre, de quien tiene hambre! Invito a todos a reflexionar sobre el problema de la pérdida y del desperdicio del alimento a fin de identificar vías y modos que, afrontando seriamente tal problemática, sean vehículo de solidaridad y de compartición con los más necesitados.”
Hay quienes buscan resolver los problemas del medio ambiente a través de limitar el crecimiento de la población, para proteger los recursos de la tierra, sin embargo, es evidente que los males que aquejan al medio ambiente y a la humanidad, se derivan más de la falta de solidaridad y compromiso ético; de optar por el consumismo y el desperdicio como motores de la economía y el aumento de precios.
Nuevamente, la semana pasada, el Obispo de Roma fijó una clara postura al respecto en la 38 Conferencia de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) “Las iniciativas y las soluciones posibles son muchas y no se limitan al aumento de la producción. Es bien sabido que la producción actual es suficiente y, sin embargo, hay millones de personas que sufren y mueren de hambre: esto, queridos amigos, constituye un verdadero escándalo. Es necesario, pues, encontrar la manera de que todos puedan beneficiarse de los frutos de la tierra, no sólo para evitar que aumente la diferencia entre los que más tienen y los que tienen que conformarse con las migajas, sino también, y sobre todo, por una exigencia de justicia, equidad y respeto a todo ser humano.”
Llevar a la práctica planteamientos que puedan ayudar a que alimentos que hoy se pudren almacenados, puedan ser utilizados para alimentar a quienes no tienen con qué pagarlos, son acciones que realmente protegen al hombre y al medio ambiente. Se pueden instalar mecanismos a nivel global similares a los de los bancos de alimentos, y además se pueden ensayar subsidios cruzados como en los servicios de agua, o utilización de algunas reservas alimentarias internacionales, ¡incluso como parte de los ajustes de mercado!
Hacer viable el derecho humano al agua que ya está legislado en algunos países, implica definir algún consumo mínimo de supervivencia, que no esté sujeto a costo para que cualquier persona pueda acceder al agua, y después de ese volumen mínimo, entonces cobrar el servicio con subsidios cruzados que le den factibilidad económica a la operación, mantenimiento, y desarrollo de los organismos de agua potable en las comunidades.
Pensar y desarrollar en la práctica este tipo de soluciones que nacen de una ética de solidaridad, austeridad, y respeto por las personas y el medio ambiente, nos pondrá en la ruta correcta de una verdadera convivencia humana, en congruencia con el destino universal de los bienes de la tierra que Dios nos dio en la creación. Para los cristianos, pasar de la teoría a la práctica, es una exigencia de amor, y elemental congruencia de fe; para toda la humanidad, es una exigencia de “humanidad”, justicia, equidad y supervivencia.
Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez
Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y aprendiz de bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.
Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»
Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).
Genial! es necesaria ya una revolucion verde, en la que se haga haciendolo, sino seguiremos en lo mismo, proponiendo para nada, para que que sean engavetadas por los que toman las decisiones. Tambien coincido en que ya los Pagos por Servicioes Ambientales se apliquen, es dificil darle un valor a los recursos pero al hacerlo la conciencia en la poblacion es mayor…
Paz y Bien
Una solidaridad que hay que cultivar y fomentar en quienes integran nuestros círculos más cercanos.
Muchos saludos y felicidades por el artículo!