LA ADOPCIÓN

Las diversas publicaciones a nivel mundial, incluída la revista oficial de la FIFA, hablaban previo a la Copa del Mundo del “amanecer del fútbol africano” como si nunca hubiera existido o el simple hecho de organizar el evento, les confiriera derechos especiales.

Los cuadros del continente negro han tenido un crecimiento importante aunque siempre les falta el cuarto para el kilo, ese salto de calidad que les permita codearse con los grandes.

En los torneos con límite de edad, Mundiales sub-17, sub-20 y Juegos Olímpicos cuadros como Nigeria, Ghana, Egipto y Costa de Marfil han conseguido triunfos resonantes y la pregunta sería: ¿Que pasa con esas generaciones?, porque evidentemente se pierde una gran cantidad de talento y el restante, emigra al fútbol europeo volviéndose improductivo para su selección nacional.

Para esta edición de la importantísima justa, le fueron otorgados seis lugares a África, a saber: Sudáfrica como anfitrión, Argelia, Nigeria, Camerún, Costa de Marfil y Ghana.

Quitando a este último, los demás equipos resultaron un fiasco, empezando por el local, quién hizo historia negativa al ser el primer país organizador que no logra trascender la fase de grupos. El resto, comandados por un caudillo y diez comparsas no mostraron capacidad de respuesta ni una propuesta futbolística concreta.

El cuadro ghanés se revaloró luego de conseguir una calificación riñonuda y se presentó en la cancha de Rustenburgo a hacer un partido sin complejos ante un rival que no regalaría nada. En el partido con más roce cuerpo a cuerpo y desgaste físico en lo que va del evento, ya instalados en los tiempos extra, los morenazos superaron en ese renglón a un rival preparado a tope para ello.

Lo impresionante acá en Johannesburgo y otras ciudades de este maravilloso país ha sido la adopción que la gente ha hecho del equipo de Ghana.

En el estadio, los alrededores, en restaurantes y cafés la gente se agolpa para presenciar el juego de sus hermanos de raza y explotan ruidosamente cuando consiguen horadar la meta contraria o como en este caso, derrotar al orgulloso cuadro de las barras y las estrellas.

Este fenómeno me hace acordar de lo que sucede cuando eliminan a México en los mundiales, cuando millones se vuelven brasileños y hasta “falan portugués”.

El equipo ghanés enfrentará a los charrúas en cuartos de final y ese choque de estilos presagia un partido sensacional.

El mundial no ha terminado para el público sudafricano e indudablemente esta gente que tiene un don innato para el gozo y la fiesta, seguirá vibrando con su equipo adoptivo.

Lo malo de esto es que tendremos que seguir soportando las molestas “vuvuzelas”.