PERDIENDO PISO

El desencanto se ha apoderado de los aficionados mexicanos luego de que el tricolor careció de la capacidad necesaria para salir airoso de su compromiso ante Uruguay.

No solo los asistentes al estadio de Rustenburgo, que poblaron de verde las tribunas, salieron con esa molesta sensación de desencanto sino millones de aficionados en nuestro país y allende las fronteras, quedaron defraudados por un equipo que no sabe hilvanar siquiera un par de buenas actuaciones.

Podemos llenar hojas con comentarios, gastar las palabras hasta convertirlas en monólogo, exprimir la sesera para encontrar argumentos o tratar de meternos en la cabeza del entenador y ni así encontraríamos una explicación coherente para lo visto en Sudáfrica la tarde del martes.

Me queda claro que el director técnico Javier Aguirre ha perdido la brújula y empieza a cometer desatinos, por decir lo menos, a la hora de diseñar la alineación del llamado “equipo de todos”.

El problema radica en que el fútbol mundial ha hipotecado su independencia a la opinión de los entrenadores. No hay contrapeso que valga y el “Míster” se convierte en eje y motor de todas las decisiones. El manejo del mando y el ejercicio de la autoridad toman tintes dictatoriales.Como dijo Lord Acton: “El poder absoluto, corrompe absolutamente” y el hecho de decidir sin tomar en cuenta el entorno y las opiniones del equipo de trabajo, es una forma de corrupción.

Sin embargo no es la primera vez que esto ocurre en el seno de la selección nacional. En un país donde se rinde pelitesía a los caudillos, no resulta extraño que al hombre que dirige al representativo del deporte más popular se le endose un cheque en blanco.

Si esto ha ocurrido en el pasado, imagine usted cuando un hombre como Javier Aguirre es traído, por segunda ocasión, como el salvador del honor patrio para conseguir una calificación que parecía perdida.

El ser humano se mitifica y es objeto de adulaciones y canonjías. Aparece en todos lados como ícono del éxito cuya fórmula secreta solo él posee.

Esta crítica no es personal. Simplemente hay que reflexionar que ninguna actividad le permite a un hombre tomar decisiones sin consultar a nadie y con nula recriminación si el resultado es adverso. Al estratega se le puede despedir pero jamás le tocarán el prestigio ni el bolsillo y eso parece injusto en un mundo competitivo donde la supervivencia radica en los logros obtenidos.

Hace ocho años, contra Estados Unidos en Japón-Corea nos regaló una estrategia incomprensible, cuando sacó de la cancha a Ramón Morales para dejar la vía libre al único jugador talentoso del rival, Caludio Reyna. La toma de decisiones ante Uruguay muestra que el “Vasco” está… Perdiendo piso.

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