Venerable Pedro Bienvenido Noailles

PEDRO BIENVENIDO NOAILLES VENERABLE

"Id con frecuencia, en espíritu, a la humilde Casa de Nazareth"

Pedro Bienvenido Noailles, un don para la Iglesia

Al declararlo Venerable, el 8 de febrero de 1988, la Iglesia reconoce la vida y la obra del P. Noailles como un don. Afirma que, en la  sinfonía de las múltiples y variadas formas de santidad, este hombre aporta una nota particular y única para la edificación de la Iglesia, la Familia de Dios. Lo reconoce ya como un guía y un modelo a seguir, a la espera de que su beatificación ilumine su santidad con nuevo resplandor. Reconoce, también, su Carisma como un auténtico camino de Evangelio, que invita a quienes buscan sinceramente a Dios a seguir esta ruta, en la que toda nuestra vida será como un reflejo de la imagen de Cristo.

La irradiación de su santidad

La santidad de Pedro Bienvenido Noailles irradia a su alrededor, incluso durante su vida y desborda, ampliamente, el marco de su Obra. Aquellas personas que, por una u otra razón, entraron en relación con él  fueron testigos de la sinceridad y profundidad de su entrega total a Dios.

Durante toda su vida, el P. Noailles ha vivido de la fe. Su intensa experiencia espiritual, en el inicio de su conversión, lo arraiga definitivamente en Dios. En las diversas circunstancias de su vida, en el éxito como en el fracaso, se mostrará preocupado, únicamente, por hacer la voluntad de Dios. Todas sus obras se apoyan en la fe, en la confianza absoluta, en el total abandono en Solo .Dios.

La esperanza es como otra dimensión de la fe. Pedro Bienvenido Noailles es un hombre que jamás ha dejado de esperar. Su esperanza descansaba en el mismo Dios. Sabía que, en todo momento, podía contar con la misericordia divina. Marchará siempre hacia adelante, atravesará las pruebas más dolorosas en paz y sin temor, porque sabe en quién ha puesto su esperanza.

Sin embargo, parece como si la santidad del P. Noailles se hiciese más \\’palpable\\’ en su ejercicio de la caridad. "Si no tengo caridad, no soy nada". Pedro Bienvenido es un hombre que ha amado apasionadamente a Dios y al prójimo. Todo en él evoca la ternura, la bondad, la delicadeza, la mansedumbre. Acoge con cariño, ofrece su amistad gratuitamente y para siempre, perdona todas las ofensas, todas las calumnias sin retirar su confianza ni su amistad. Las gentes humildes, a las que tanto le gustaba visitar, no se equivocaban cuando reconocían en él a un santo.

Una correspondencia alimentada por la Palabra de Dios

"¿Queréis conocer a una persona? Id a sus escritos. Pero, hay algunos que son más reveladores que otros, Si queréis conocer a esa persona hasta lo más profundo de su ser, penetrad en el santuario  más secreto de su corazón, leed  su correspondencia" (T.Labouré, omi. Director General).

 

Una correspondencia muy variada y muy abundante jalona las etapas de la vida del P. Noailles. Se conservan más de 3.350 cartas. Entre ellas, un gran número de cartas de dirección espiritual, empapadas de la Palabra de Dios, testimonian de sus sentimientos y de su sabiduría espiritual. En ellas puede adivinarse al hombre, al sacerdote, totalmente seducido por Dios. Y pueden descubrirse, también, sus excepcionales cualidades en el difícil y delicado arte de acompañar en un itinerario espiritual, un arte en que sabe combinar la paciencia, con la ternura, con la firmeza. Sabe interpelar y hasta reprender sin que, en ningún momento, la persona se sienta juzgada o menos amada. Es un vigía que escruta y que abre los caminos del alma hacia Dios, que ayuda a descubrir, en lo profundo del ser, la presencia de un Dios cercano, un Dios que se nos entrega. Para conocer las claves de su discernimiento y de su autoridad personal, tenemos que ir con él a \\’Nazareth\\’.

 

 

"Bajar a Nazareth": un camino de santidad

El P. Noailles ha contemplado incesantemente a la Sagrada Familia. Ha \\’bajado\\’, a diario, a Nazareth para sumergirse en la vida de Jesús, María y José. Lo que ha visto allí ha ejercido tal influencia  en su propia vida que lo ha convertido en un santo. Y esa contemplación se ha transformado en fuente inagotable de una extraordinaria vitalidad apostólica.

En "Nazareth", Pedro Bienvenido Noailles descubre un espacio familiar en el que el amor de Dios, vivido en una absoluta disponibilidad, es el vínculo de unión entre Jesús, María y José. La Sagrada Familia de Nazareth ama, conoce y sirve a Dios con una perfección tal, que ninguna criatura  humana ha podido alcanzar jamás.

"Jesús, María y José no amaban, ni buscaban, ni querían en la tierra más que a Solo Dios; este era el espíritu que orientaba todas sus acciones".

En "Nazareth" el P. Noailles  contempla a la Sagrada Familia como "la dulce imagen", el reflejo de la comunión Trinitaria. Como el modelo más perfecto, en la tierra,  del amor "que respeta y otorga dignidad".

En "Nazareth", es donde recibe la inteligencia del misterio de la Encarnación. Allí \\’ve\\’ el designio de amor de la Trinidad Santa, que se encarna en la Sagrada Familia, en la persona de Jesús, el Enviado del Padre.

En "Nazareth", donde la divinidad parece ocultarse, el P. Noailles "desciende" como Jesús, y aprende a vivir la fidelidad a Dios en la vida ordinaria de todos los días. Con Jesús, María y José descubre que los caminos de la humildad, de la pobreza, de la obediencia están especialmente iluminados por la presencia de Dios.

En "Nazareth", en esa pequeña célula familiar, la primera "Iglesia doméstica", el Fundador adivina ya "el germen de la Iglesia". Jesús, al integrarse en esta sencilla Familia, hace posible la realización del plan de Dios : unir a toda la humanidad en una sola y única Familia, en la que todas las relaciones estarán transformadas por el amor.

La Sagrada Familia al pie de la Cruz no es menos \\’familia\\’ aunque, probablemente, José ya había muerto.  El P. Noailles  la \\’acompaña\\’ también allí. Escucha las últimas palabras de Jesús a su Madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo", Y al discípulo amado :"Ahí tienes a tu Madre". Su mirada se encuentra con la de Jesús y con El, como en un fresco gigantesco, abraza a la humanidad entera. Como Juan, el hijo adoptivo, él también parece contemplar esa multitud de hermanos y hermanas que la muerte y la resurrección de Cristo ha incorporado a la gran Familia de los hijos e hijas del Padre.

Siguiendo las huellas de Jesús, María y José, el P. Noailles ha abierto un camino en la Iglesia.  Nada puede impedirte, si lo deseas, calzarte las sandalias, tomar tu bordón de peregrino y \\’descender\\’ con él a Nazareth. En su compañía, aprenderás muchas cosas, aprenderás, sobre todo, que Dios pasa con él por tu vida.

Y, seguramente, en lo más hondo de su corazón, brota el mismo deseo formulado por Jesús : "Que todos sean una sola cosa". Mientras  "la maternidad de María se prologa en y a través de la Iglesia" (Juan Pablo II . Redemptoris Mater), él debió intuir ya  como, esta pasión por la unidad, por la comunión tomaba cuerpo en las primeras comunidades cristianas que "fieles a la Palabra y a la fracción del pan, no tenían más que un solo corazón y una sola alma".

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