La Santa misa en altamar

Dios es nuestro Creador: por tanto, le debemos adoración y gloria. El culto más importante para adorar al Señor es el santo sacrificio de la Misa. La Iglesia nos obliga a oír Misa entera todos los domingos y fiestas de guardar para dar a Dios el culto que nosotros debemos tributarle.

Santificar las Fiestas: Por Gabriel Marañon Baigorrí

El día 20 de Enero de 1902 salía de La Habana el trasatlántico «Alfonso XIII». Llevaba a bordo numerosos pasajeros. Después de una navegación feliz, cuando ya iba a puerto, tuvo la desgracia de quedar varado en las costas de Florida.

La consternación de los pasajeros fue muy grande. Todos los trabajos que se hicieron para poner a flote al buque resultaron inútiles. Un barco noruego que pasaba por el lugar del suceso se avino a remolcarlo. Había que pagar una fuerte indemnización. Amarraron al trasatlántico un enorme calabrote, pero cuando el buque noruego intentó remolcar al buque encallado se rompió el calabrote. Y así sucedió varias veces hasta que lo dejaron.

A medianoche tuvieron que echar gran parte de la carga al mar. Entonces, el pánico se apoderó de los pasajeros. Barcos piratas merodeaban alrededor del buque, esperando que los pasajeros y la tripulación abandonaran el barco para apoderarse de él.

 

En tan grave situación, comprendieron todos que sólo Dios podía ayudarles y acordaron celebrar el santo sacrificio de la Misa. Era impresionante, en medio del mar, en un barco encallado, ver alzarse en la consagración la sagrada Forma. Todos la miraban con extraordinario fervor. En el instante de la consagración sintieron todos, tripulantes y pasajeros, que el buque se movía. El júbilo fue indescriptible. El barco, momentos después, se deslizaba suavemente por encima del arrecife. Continuó su navegación y felizmente llegó a La Coruña.

 

Explicación Doctrinal:

 

Dios es nuestro Creador: por tanto, le debemos adoración y gloria. El culto más importante para adorar al Señor es el santo sacrificio de la Misa. La Iglesia nos obliga a oír Misa entera todos los domingos y fiestas de guardar para dar a Dios el culto que nosotros debemos tributarle.

 

El sacrificio de la Misa es el mismo que el de la Cruz, porque en ambos Cristo es Sacerdote y Víctima. El Evangelio nos dice: «Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y dándoselo a los discípulos, dijo: "Tomad y comed, éste es mi cuerpo." Y tomando un cáliz, y dando gracias, se lo dio, diciendo: #Bebed de él todos, que ésta es mi sangre del Nuevo Testamento, que será derramada por muchos para remisión de los pecados." (Mateo, 26.) Jesús, después dijo a los apóstoles: «Haced esto en memoria mía.» (Lucas, 22.) Por esta frase tan breve, se ve que Jesús dio a los apóstoles y a sus sucesores el poder de renovar el santo sacrificio de la Cruz y que para nosotros es la santa Misa, por tanto en la santa Misa se renueva misteriosamente el Sacrificio de Cristo en la Cruz.

 

En la santa Misa está Cristo en cuerpo, alma y divinidad, con su Corazón abierto lleno de Amor esperando a que acudamos a Él para derramar sobre nosotros sus tesoros y gracias.

 

En el tercer mandamiento se nos manda que descansemos los días festivos y no trabajemos. Descansando recuperamos fuerzas y vigor, cosa muy conveniente para nuestra salud

 

Norma de Conducta:

 

En la santa Misa adoraré al Señor y lo pediré toda clase de bienes para mi y para los demás.

 

 

 

   

 

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