8.7.14
Queridos amigos, lo sucedido la noche del martes en la ciudad brasileña de Belo Horizonte, estado de Minas Gerais, puede inscribirse en la historia de los mundiales como una noche trágica, increíble y fantasmagórica.
El equipo anfitrión saltó a la cancha del estadio “Mineirao” con toda la vibra de su público para hacer frente a una potencia como es Alemania, por esta única ocasión, sin la etiqueta de favorito pero lo sucedido, superó cualquier ficción.
En solo 25 minutos, la eliminatoria quedó decidida a favor de los teutones frente a un “scratch du ouro” que ni las manos metió. Todos los equipos desde octavos de final y en los cuartos, se fueron con la frente en alto ofreciendo actuaciones de suma gallardía. Tenía que ser Brasil, con sus sobrados atletas, quienes pusieran la nota discordante.
Acá en Brasil este ridículo ha tomado tintes incluso políticos porque hay quién afirma que solo le duele a la mitad de la población. La otra mitad rezaba para que no fueran campeones y de esa forma, forzar que la presidenta Dilma Roussef no logre a futuro la reelección.
De hecho, se presentaron desmanes en Copacabana, la afamada playa de Río de Janeiro, en forma de asaltos a los turistas y algunos camiones incendiados en Sao Paulo. Ya se desamarraron los perros.
Alemania presenta un orden y una contundencia que ya no se ve con frecuencia en los tiempos que corren. Meter 7 goles en la actualidad, créame usted, ni en una cascarita, menos en una semifinal del mundial y se lo hicieron a un monstruo que además, jugaba en casa, con todas las ventajas que ello confiere.
Creo que tanto los argentinos como los holandeses tendrán pesadillas de aquí a su partido y al que gane, le va a quedar un insomnio de esos que ni contando borreguitos se puede vencer.
Mención aparte merece lo realizado por Miroslav Klose, el romperredes germano que con su gol, superó la marca goleadora de todos los tiempos en la copa del mundo que pertenecía al brasileño Ronaldo.
A los 36 años y 4 mundiales, vino a derrumbar el mito justo en la tierra del “fenómeno”, clavando el gol 16 y poniendo su nombre hasta arribota en el difícil arte de anotar en tiempos donde las defensivas imponen su ley.
Sobresaliente el trabajo del árbitro mexicano Marco Antonio Rodríguez. Manejó las acciones con calma y atingencia, serenando los ánimos y sin gastar las tarjetas sin sentido. Lo que vaya a suceder con él, solo lo determinará el destino pero ha cumplido brillantemente la misión encomendada. Mañana platicamos del rival que tendrán los alemanes en la gran final. Usted, ¿a quién le va?