Santoral 11 de noviembre | San Martín de Tours, obispo

 San Martín de Tours, obispo

Nació en Panonia, Hungría, el año 316.  Sus padres eran paganos.  Estudió en Pavía, donde conoció el Cristianismo.  Su padre -que era tribuno militar-, para desviarle del Cristianismo, le obligó a ingresar  en el ejército.  Martín concilió sus deberes militares con sus aspiraciones cristianas.  Vida ejemplar de monje y soldado: valentía y vida santa y caritativa.  

Siendo militar sucedió el hecho tan tratado en la iconografía.  Era invierno, y al entrar en Amiens, encuentra un mendigo casi helado, sin ropa.  Divide su capa en dos partes y entrega una al pobre.  Cristo se le aparece vestido con la media capa, diciéndole: «Martín, catecúmeno, me has cubierto con este vestido».

Pronto recibe el bautismo.  Deja la milicia para seguir a Cristo.  San Hilario de Poitiers quiere ordenarlo diácono;  él se queda de exorcista.  Vuelve a su patria, convierte a su madre.  De nuevo en Poitiers funda Ligugé, auténtico monasterio misional.  Allí pasa once años, feliz en su ambiente, pues Martín fue «soldado por fuera, Obispo a la fuerza, monje por gusto».

Martín vivía feliz en el monasterio, pero Tours se había quedado sin Obispo y en el año 371 los cristianos se apoderan de él y le imponen el Obispado a la fuerza.   Acusa a emperadores, reprime a los herejes, defiende a los débiles y a los condenados a muerte, realiza innumerables milagros, y entre ellos se le atribuye la resurrección de varios muertos.  Su fama es indescriptible.  Es llamado el «Apóstol de las Galias» -nadie hizo tanto como él por Francia católica- y San Gregorio de Tours le invoca como «patrón especial del mundo entero».

Tan intensos viajes apostólicos, tanta obra de caridad, hasta vaciarse totalmente, agotaron sus fuerzas físicas.  Se veía morir.  Sus discípulos le piden que no los deje huérfanos y él, dirigiéndose a Dios le dice:  «Señor, si tu pueblo todavía me necesita, no rehúso el trabajo; pero hágase tu voluntad».  

San Martín entregó su alma a Dios el 8 de noviembre del año 397.   Martín fue ante todo un asceta, un apóstol, un hombre de oración, muy influyente en toda la espiritualidad medieval.  Su faceta principal: la caridad.  Su gesto en Amiens, de dar la mitad de su capa a un pobre, fue superado, cuando siendo Obispo entregó su túnica entera a un mendigo -gesto menos conocido-  sus mismos milagros, como los de Cristo, fueron milagros de caridad, pasó haciendo el bien.  Está considerado como el patrono de los comerciantes y es conocido también por el nombre de San Martín Caballero.

*  Todos, como San Martín, debemos ser soldados de Cristo, y nuestra pelea debe ser contra nosotros mismos:  lucha interior, para parecernos cada vez más al Maestro.

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