Columna olímpica
1.8.12
La selección nacional que compite en el balompié olímpico ha hecho su chamba en Londres. Tras un titubeante inicio, donde solo pudo empatar ante Corea del sur, los pupilos de Luís Fernando Tena han ido mejorando y luego de derrotar a Gabón y Suiza, se han instalado en cuartos de final al ser primeros de grupo.
Los coreanos resultaron el hueso más duro de roer y como lo comentamos en este mismo espacio, los combinados africano y helvético eran cuadros de bajo perfil, lo que acabó dando a los asiáticos el boleto para seguir en la justa, ahora enfrentando a los anfitriones.
Senegal se llama el próximo rival del tricolor, que tuvo la guapura de dejar en el camino a la poderosa escuadra uruguaya, que escribe su nombre junto al de España en el libro de los estrepitosos fracasos. La celeste y su pléyade de estrellas, tras setenta años de ausencia, se vuelve a casa con las manos vacías.
México juega bien pero a ratos. Hay demasiados lapsos en el partido que se les olvida el buen trato de la pelota y la asociación, tan necesaria en este deporte. Senegal tampoco es un dechado de regularidad y como buen equipo del África negra, suelen ser tremendamente atléticos pero poco disciplinados tácticamente y ello los conduce a las desatenciones. Ahí es donde México puede ganar la partida.
Otro detalle a destacar es la imbatibilidad del arco azteca. José de Jesús Corona no ha recibido gol y eso tiene dos lecturas: El bien hacer de la zaga mexicana y que los rivales no han sido de mucha monta.
El próximo sábado, en el mítico estadio de Wembley, totalmente renovado, los verdes tienen una cita con la historia. De ganarle a Senegal, estarían instalados entre los cuatro grandes de la justa y por supuesto que en zona no solo de medallas, sino de algo más trascendente.
Wembley es la catedral del futbol mundial. Ahí se jugó la Copa del Mundo de 1966 y fue testigo de la coronación de Inglaterra. La Reina Isabel, bien chavita, entregó la Copa Jules Rimet, como se llamaba el primer trofeo en disputa a nivel mundial, al capitán del “equipo de la rosa”, el legendario Bobby Moore, ya fallecido.
Particularmente, el mítico escenario me trae agradables remembranzas ya que el 17 de octubre de 1992, tuve el honor de ser el primer árbitro no europeo en dirigir un partido de eliminatoria mundialista en el viejo continente.
Inglaterra enfrentó a Noruega en lo que acabó siendo un juegazo y los nórdicos la arrebataron un punto a los soberbios británicos. Noruega terminó asistiendo al Mundial de Estados Unidos 1994.
Ojalá que todo conspire para que el Tri juegue bien y avance a semifinales. Los fantasmas de Sir Stanley Mathews, de Sir Bobby Charlton y de Sir Arturo Brizio los estarán observando. ¡Al ataque, mis valientes!
LA TRIVIA DE HOY: ¿Quién fue el portero titular de México en los Juegos Olímpicos de 1968?