ROMA – Durante la visita del máximo diplomático del Papa Francisco a México este martes, ambas partes se comprometieron a cooperar en la construcción de la paz y la protección de los derechos humanos.
«México y la Santa Sede miran juntos al futuro, compartiendo los mismos valores», dijo el cardenal italiano Pietro Parolin en un evento para conmemorar el 30 aniversario del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre México y la Santa Sede.
«Miramos al futuro, y mientras seguimos preparando juntos mecanismos de cooperación que, me parece importante subrayar, deben servir a todo el pueblo mexicano, empezando por los más necesitados», dijo.
México alberga la segunda población católica más grande del mundo, con 98 millones de personas que se declaran miembros, de una población total de 128 millones.
La Constitución de 1917 restringió severamente a la Iglesia Católica, que sufrió persecución durante décadas. Hasta 1992 no se eliminaron la mayoría de las disposiciones anticlericales de la constitución.
Parolin llegó al país este fin de semana con una apretada agenda, que incluye una ordenación episcopal y la celebración de una misa en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe para los obispos, que celebran su asamblea general esta semana.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, que según la agencia española de noticias EFE no se considera católico sino «seguidor de Jesucristo», ha cuestionado previamente a la jerarquía católica mexicana por no replicar el mensaje del Papa Francisco contra el neoliberalismo, mientras que la Iglesia ha criticado su administración por promover el aborto y la creciente inseguridad del país.
El presidente y el cardenal recorrieron juntos una réplica de la Capilla Sixtina instalada actualmente en la Ciudad de México. El mandatario mexicano dijo en Twitter que las relaciones entre la Iglesia y el Estado en su país se traducen en «amistad y respeto». También dijo que, a nivel personal, considera al Papa Francisco como «un excepcional líder espiritual y humanista.»
Siempre diplomático, Parolin eludió los temas polémicos, reconociendo en cambio los «desafíos del futuro», planteándolos como «una oportunidad para trabajar juntos» y no como un motivo de «división.»
«Hoy también en México, la Iglesia y el Estado están llamados a ser un ejemplo para otros países, para mostrar que es posible superar el extremismo y la polarización, creando cada vez más una cultura de la fraternidad, la libertad, el diálogo y la solidaridad», dijo el cardenal.
También asistió al evento el canciller mexicano Marcelo Ebrard, quien dijo que México y el Vaticano están de acuerdo en garantizar el acceso universal a las medicinas y vacunas, la protección de los migrantes, la pobreza y los derechos de las mujeres.
En particular, destacó la «preocupación permanente» por la paz y las «acciones concretas» para reducir la producción y proliferación de armas.
«Estamos cada vez más unidos por causas que son muy profundas y muy queridas por todos nosotros, diría que parte de nuestra identidad: El respeto a la dignidad humana, nos une un profundo respeto a la libertad, a la libertad de creencias, a la libertad política y personal, y veo en el ámbito internacional una acción cada vez mayor de la Santa Sede y de México a favor de la paz», dijo.
El lunes, Parolin ofició una misa en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe para la Conferencia Episcopal al inaugurar su asamblea nacional.
Dirigiéndose a los representantes de todas las diócesis de México, Parolin dijo que son tiempos difíciles, «provocados por diversas ideologías e intereses de diversa índole que parecen querer sustituir los valores evangélicos.»
Además, dijo, «innumerables mujeres y hombres siguen sufriendo por la discriminación, la corrupción y la falta de justicia, rostros que hemos visto reflejados en el rostro del Crucificado. Esta situación de dolor y sufrimiento puede verse a diario en la vida de muchas personas de nuestras comunidades.»
El cardenal dijo que frente a los nuevos desafíos provocados por las realidades actuales, la Iglesia quiere «mantener los ojos abiertos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de dignidad».
Por Inés San Martín
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