Ahora Resulta

3.7.14

     La copa del mundo, queridos amigos, está llegando a esa fase donde, en caso de avanzar, los equipos ganadores aseguran por lo menos dos partidos más, es decir, semifinales y en el peor de los casos el partido por el tercer lugar y bueno, si ganan, el derecho a disputar la gran final.

Uno de los partidos del viernes será el clásico europeo entre Alemania y Francia, que indudablemente será vibrante y jugado a una velocidad de vértigo. Este partido tiene su historia en este tipo de eventos y baste recordar el tremendo golpe que el arquero teutón Harald Schumacher le pegó al atacante galo Patrick Battiston en las semifinales de España 82, cuando lo mandó directamente al hospital con conmoción cerebral, en una de las escenas más dramáticas que se recuerden en los mundiales.

Del otro lado, el equipo de Colombia querrá hacerle la maldad al anfitrión y mandarlo a reposar antes de tiempo, dejando desolado a ese sector del pueblo brasileño que está cierto que su escuadra logrará levantar el trofeo que lo acredite como campeón.

El equipo cafetero tiene jugadores sumamente capaces y ya no tienen el pánico escénico de enfrentar a un cuadro como el amazónico. Para empezar, todos ellos juegan en Europa y ya los han tenido de rivales en sus diferentes clubes así que eso de verlos para arriba, ya no puede pasar.

La obligación de ganar ha hecho presa a los integrantes del llamado “scrath du ouro”, al grado de que el técnico Luiz Felipe Scolari sostuvo una reunión con los representantes de la prensa brasileira, donde recibió toda clase de cuestionamientos y críticas, aguantando vara como los grandes.

Luego de escucharlos, procedió a explicarles que sus jugadores están tremendamente presionados por que sienten que todo el país espera que se coronen campeones. Incluso corroboró la versión de que el capitán de la verde-amarelha, Thiago Silva, se negó a ejecutar el penal que le correspondía en la serie ante Chile, dejando a sus compañeros la responsabilidad de sacar adelante la eliminatoria.

Obviamente este tipo de confidencias que deben manejarse con toda discreción, generaron molestia al interior del grupo, fracturando la buena relación que tiene que existir entre entrenador y jugadores.

Para solucionar la bronca, la federación brasileña contrató los servicios de una sicóloga, quién supuestamente intentará sacarle presión a esa olla de grillos en que parece haberse convertido el combinado nacional brasileño.

O sea que, ahora resulta que a jugadores profesionales, millonarios todos y con gran kilometraje recorrido, hay que traerles a la nana para que les espante los fantasmas y puedan, (y quieran), tirar aunque sea un penal.

Particularmente no estoy en contra de la ayuda multidisciplinaria en cualquier actividad profesional pero esto me parece, sinceramente, una payasada.

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