San Miguel Febres Cordero (1854-1910)
Nació en Cuenca, Ecuador y fue el primero que solicitó ser admitido como religioso cuando se establecieron ahí los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Durante cuarenta años desplegó una prodigiosa y benéfica actividad, enseñando en Quito, escribiendo manuscritos escolares que se hicieron clásicos en todos los países de lengua española así como libros sencillos y amenos para dar formación cristiana a la gente. Fue expulsado de su patria por gobernantes anticlericales y enviado por sus superiores a trabajar en varios países de Europa. Murió santamente en Barcelona, y sus reliquias fueron enviadas a Ecuador, donde se le erigió a este gran educador un monumento al pie del monte Cebollar, cerca de Quito. Canonizado el 21 de octubre de 1984.
Santa Apolonia (+249)
Durante el mandato del emperador Decio, llegó un momento, en Alejandría, en que los paganos podían, impunemente, capturar y matar a los cristianos según les viniera en gana. Las autoridades dejaban hacer o incluso las aprobaban. En cierta ocasión, los vecinos se apoderaron de Apolonia. Ella no era ya una mujer joven y formaba parte de un grupo de vírgenes consagradas. Una vez que le hubieron destrozado la mandíbula, la amenazaron con arrojarla a las llamas si no repetía toda suerte injurias contra Cristo después de ellos. Apolonia se excusó educadamente por no poder darles esa satisfacción, lo que le valió morir en la hoguera. El relato de este martirio aparece en una carta de Dionisio, obispo de Alejandría, a su amigo Fabián, obispo de Antioquía.
* Siempre que puedas, regala o presta buenos libros que informen y acerquen a la gente a Dios.
