San Flaviano
Patriarca de Constantinopla (446-449), asistió a un concilio en Éfeso convocado por Teodosio II, el 8 de agosto del 449. Cuando se hablaba sobre el hereje Eutiques y su doctrina monofisita, entró en la iglesia un grupo de soldados, marineros y algún que otro monje desalmado que arrolló a los padres conciliares allí congregados. Ese día esta colección de sinvergüenzas decretó que sólo había una naturaleza en Jesucristo. Como estaban especialmente enojados con el Patriarca Flavíano, lo pusieron en una prisión, donde murió pocos días después del tal «saqueo de Éfeso».
Santa Bernardita o Bernadette Soubirous (1844-1879)
Nació en Lourdes, Francia, de familia muy pobre. Tenía mala salud y era analfabeta, pero también era sencilla, recta, virtuosa y de carácter alegre.
El 11 de febrero de 1858, Bernadette recogía leña seca en el lugar llamado Massabielle con su hermana y una amiga, cuando la Virgen se la apareció por primera vez. De pie, metida en la cavidad de una roca, vestida con un traje blanco, ceñida con una banda azul, la cabeza cubierta con un velo blanco, los pies descalzos adornados con una rosa de oro, parecía tener dieciséis o diecisiete años. Volvió dieciocho veces hasta el 16 de julio siguiente. Pedía a la niña que se rezase por los pecadores, que se hiciese penitencia y que se construyera una capilla en aquel lugar. “Te prometo que te haré feliz, pero no en este mundo, sino en el otro”, le dijo a la vidente. Cuando la niña le preguntó quién era, contestó la Virgen: “Soy la Inmaculada Concepción”. En otra ocasión, le pidió a Bernadette que rascara el suelo, y surgió una fuente de la que manó agua en abundancia y de la que se obtuvieron numerosas curaciones.
Las hermanas de la Caridad de Nevers recogieron a Bernadette en su casa de Lourdes. Le enseñaron lo más elemental, completando su instrucción religiosa, y le dieron trabajos menudos como “raspar zanahorias en la cocina”. A la edad de veintidós años entró en la congregación y fue a la casa madre en Nevers. Allí vivió trece años más, con el nombre de hermana María Bernarda, guardando cama con frecuencia, tratada con dureza por las superioras y hermanas. Sufrió siempre con ánimo y buen humor. En su agonía, se le oía decir: “Santa María Madre de Dios, ruega por mí, pobre pecadora, pobre pecadora…”. Instantes después dejaba dulcemente la vida con un último suspiro.
Beato Francisco Regis Clet (1748-1820)
Nacido en Grenoble, Francia, el décimo de quince hermanos, ingresó a la Congregación de la Misión de Lyon, donde fue ordenado sacerdote. Era profesor de teología, y le llamaban “Biblioteca ambulante”, por su sabiduría..
Después de un noviciado donde aprendió el idioma y las costumbres chinas, marchó Francisco a la misión de Kiangsi. Había 10,000 cristianos diseminados, refugiados en las montañas por causa de la persecución. Para tantos cristianos había sólo tres sacerdotes y a veces sólo el padre Clet, caminando de monte en monte, disfrazado. Visitaba a grupos de cristianos que no habían visto un sacerdote en veinte o treinta años. En los días de descanso, confesaba durante nueve o diez horas seguidas sin perder nunca el buen humor.
A los setenta años, fue capturado y arrojado a una prisión donde sufrió tormentos por veinte meses, al final de los cuales murió estrangulado.
El 27 de mayo de 1900 fue beatificado con otros 11 mártires de China.
* Proponte sonreir siempre al saludar a tu prójimo aunque te desairen.