Santoral 17 de mayo | San Pascual Bailón, San Pedro Liu Wenyuan, Santa Restituta, Beata Antonia Mesina, Beata Julia Salzano

San Pascual Bailón (1540-1592)

San Pascual nació en Torre Hermosa, en las fronteras de Castilla y Aragón, el día de Pentecostés de 1540 , fin de la Pascua. Sus padres fueron campesinos.

El Martirologio Romano nos dice que San Pascual Bailón fue un hombre de vida austera y de maravillosa inocencia. La santa Sede lo proclamó Patrono de los Congresos Eucarísticos y de las Cofradías del Santísimo Sacramento.

Desde los 7 años hasta los 24, por 17 años fue pastor de ovejas. Después, alrededor de los 28 será hermano religioso, franciscano.

Su más grande amor durante toda la vida fue la Sagrada Eucaristía. Decía el dueño de la finca en el cual trabajaba como pastor, que el mejor regalo que le podía ofrecer al Niño Pascual era permitirle asistir algún día entre semana a la Santa Misa. Desde los campos donde cuidaba las ovejas de su amo, alcanzaba a ver la torre del pueblo y de vez en cuando se arrodillaba a adorar el Santísimo Sacramento, desde esas lejanías. En esos tiempos se acostumbraba que al elevar la Hostia el sacerdote en la Misa, se diera un toque de campanas. Cuando el pastorcito Pascual oía la campana, se arrodillaba allá en su campo, mirando hacia el templo y adoraba a Jesucristo presente en la Santa Hostia.

Un día otros pastores le oyeron gritar: «¡Ahí viene!, ¡allí está!». Y cayó de rodillas. Después dijo que había visto a Jesús presente en la Santa Hostia.

De niño siendo pastor, ya hacía mortificaciones. Por ejemplo andar descalzo por caminos llenos de piedras y espinas. Y cuando alguna de las ovejas se pasaba al potrero del vecino, le pagaba al otro el pasto que la oveja se había comido con el escaso sueldo que le pagaban.

A los 24 años pidió ser admitido como hermano religioso entre los franciscanos. Al principio le negaron la aceptación por su poca instrucción, pues apenas había aprendido a leer. Y el único libro que leía era el devocionario, el cual llevaba siempre mientras pastoreaba sus ovejas y allí le encantaba leer especialmente las oraciones a Jesús Sacramentado y a la Sma. Virgen.

Como religioso franciscano sus oficios fueron siempre los más humildes: portero, cocinero, mandadero, barrendero. Pero su gran especialidad fue siempre un amor inmenso a Jesús en la Santa Hostia, en la Eucaristía. Durante el día, cualquier rato que tuviera libre lo empleaba para estarse en la capilla, de rodillas con los brazos en cruz adorando a Jesús Sacramentado. Por las noches pasaba horas y horas ante el Santísimo Sacramento. Cuando los demás se iban a dormir, él se quedaba rezando ante el altar. Y por la madrugada, varias horas antes de que los demás religiosos llegaran a la capilla a orar, ya estaba allí el hermano Pascual adorando a Nuestro Señor.

Pascual compuso varias oraciones muy hermosas al Santísimo Sacramento y el sabio Arzobispo San Luis de Rivera al leerlas exclamó admirado: «Estas almas sencillas sí que se ganan los mejores puestos en el cielo. Nuestras sabidurías humanas valen poco si se comparan con la sabiduría divina que Dios concede a los humildes».

Sus superiores lo enviaron a Francia a llevar un mensaje. Tenía que atravesar caminos llenos de protestantes. Un día un hereje le preguntó: «¿Dónde está Dios?». Y él respondió: «Dios está en el cielo», y el otro se fue. Pero enseguida el santo fraile se puso a pensar: «¡Oh, me perdí la ocasión de haber muerto mártir por Nuestro Señor! Si le hubiera dicho que Dios está en la Santa Hostia en la Eucaristía me habrían matado y sería mártir. Pero no fui digno de ese honor». Llegado a Francia, descalzo, con una túnica vieja y remendada, lo rodeó un grupo de protestantes y lo desafiaron a que les probara que Jesús sí está en la Eucaristía. Y Pascual que no había hecho estudios y apenas si sabía leer y escribir, habló de tal manera bien de la presencia de Jesús en la Eucaristía, que los demás no fueron capaces de contestarle. Lo único que hicieron fue apedrearlo.

Hablaba poco, pero cuando se trataba de la Sagrada Eucaristía, entonces sí se sentía inspirado por el Espíritu Santo y hablaba muy hermosamente. Siempre estaba alegre, pero nunca se sentía tan contento como cuando ayudaba a Misa o cuando podía estarse un rato orando ante el Sagrario del altar.

Pascual murió en la fiesta de Pentecostés de 1592, el 17 de mayo (la Iglesia celebra tres pascuas: Pascua de Navidad, Pascua de Resurrección y Pascua de Pentecostés. Pascua significa: paso de la esclavitud a la libertad). Y parece que el regalo de Pentecostés que el Espíritu Santo le concedió fue su inmenso y constante amor por Jesús en la Eucaristía.

Cuando estaba moribundo, en aquel día de Pentecostés, oyó una campana y preguntó: «¿De qué se trata?». «Es que están en la elevación en la Santa Misa». «¡Ah que hermoso momento!», y quedó muerto plácidamente.

Después durante su funeral, tenían el ataúd descubierto, y en el momento de la elevación de la Santa Hostia en la misa, los presentes vieron con admiración que abría y cerraba por dos veces sus ojos. Hasta su cadáver quería adorar a Cristo en la Eucaristía. Los que lo querían ver eran tantos, que su cadáver lo tuvieron expuesto a la veneración del público por tres días seguidos.

Fue declarado santo en 1690.

Pedro Liu Wenyuan, Santo ( ? -1834)


En la ciudad de Guiyang, en la provincia de Guizhou, en China, san Pedro Liu Wenyuan, mártir y catequista, que fue estrangulado a causa del nombre de Cristo († 1834).

Nació en Kong-Tcheu, China, en el seno de una familia pagana. Llegado a la juventud contrajo matrimonio del cual nacieron varios hijos. Convertido en su juventud por un amigo, se bautizó a pesar de la oposición de su familia y tomó el nombre de Pedro. Fue catequista.

Fue arrestado y llevado a Pekín, donde le esperaba la muerte por ser cristiano, pero unos amigos consiguieron liberarlo. Nuevamente en el 1814, fue detenido de nuevo y exiliado a Mongolia entre los tártaros; fue vendido como esclavo a un tártaro que durante diez años le hizo pasar una dura esclavitud. Cuando enfermó, volvieron a liberarlo sus amigos y pudo regresar a su casa en el 1827, donde pudo vivir normalmente con su mujer y sus dos hijos.

Pudo pasar diez años de vida normal con su mujer y sus hijos, pero en 1834 le llegó de nuevo la hora de la prueba. Un hijo suyo y su nuera, fervorosos cristianos también, junto con otros fieles, se habían negado a que a un amigo muerto, que había sido cristiano, se le hicieran funerales paganos. Como consecuencia de esta negativa habían ido a la cárcel Kouy-Yang. Allí fue Pedro a visitarles y atenderles y cuando llegó para ellos la sentencia de destierro, Pedro pidió licencia para acompañarles. Entonces fue él mismo acusado de cristiano y arrestado. Llevado ante el tribunal, confesó su fe y fue condenado a la pena de estrangulamiento, que se cumplió en su pueblo de Kong-Tcheu, el 17 de mayo de 1834. Fue canonizado con  otros 119 mártires de China el 1 de octubre de 2000 por el papa Juan Pablo II.

Santa Restituta


Etimológicamente significa “restablecida”. Viene de la lengua latina.

Esta chica africana supo mantenerse en su sitio cuando los enemigos de la fe en Cristo Jesús, quisieron que renegase de su Dios para adorar a los dioses paganos.

Ella se había formado en la escuela de san Cipriano, obispo de Cartago, lo cual es ya es un signo de garantía para afrontar las dificultades por las que tuvo que pasar.

El terrible emperador Dioclecino reanudó sus actividades malignas declarando una nueva persecución contra los cristianos. Debía ser tan torpe que olvidaba las palabras de Tertuliano: «La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos».

Cuando menos se lo esperaban, los soldados romanos se echaron encima, los cogieron e interrogaron hipócritamente para quedar bien ante las leyes.

Eran unos cincuenta los mártires que murieron. No hay datos muy fiables acerca de su martirio.

Pero no importa. Los creyentes de aquellos tiempos no eran tontos. Y no es casualidad que al poco tiempo de morir Restituta, el pueblo comenzara a darle culto tanto en el Norte de Africa, sobre todo en Túnez, como en Italia.

No te olvides que estamos en el año 304. Adondequiera que fueran los africanos, allí implantaban el culto a la santa mártir.

Hay lugares en Italia en los que hay grandes fiestas en su honor, aunque el honor se lo llevan, sin duda, Nápoles. Aquí hay levantada en su honor una iglesia basílica y es la patrona de la isla de Isquia.

Incluso en Francia, el poeta Lamartine, romántico entre los románticos, le dedicó “El lirio del golfo de santa Restituta en la isla de Isquia.

Beata Antonia Mesina (1919-1935)

Mártir. Joven italiana, nacida en Cerdeña, vivió con su familia en un ambiente de profunda religiosidad. Miembro de la Acción Católica, hizo voto personal de castidad. Le caracterizó su vida ejemplar y gran devoción al Santísimo Sacramento y a María Santísima, a quien en forma cotidiana dedicaba el rosario. Un día, cuando Juntaba leña en el campo, un hombre intentó ultrajarla, y al defenderse, éste la ultimó con un golpe en la cabeza. Juan Pablo II la beatificó en 1987.

Beata Julia Salzano (1846-1929)

Hija de Diego, capitán de los lanceros de Fernando II, Bey de Nápoles, y de Adelaida Valentino, Julia Salzano nació en Santa María Capua Vetere, provincia de Caserta, el 13 de octubre de 1846.

Huérfana de padre a los cuatro años, la llevaron para su educación a las Hermanas de la Caridad en el Orfanato regio de S. Nicolás La Strada, donde permaneció hasta los quince años. Una vez obtenido el diploma de magisterio, tuvo el encargo de enseñar en la escuela municipal de Casoria, provincia de Nápoles, donde se trasladó con la familia en octubre de 1865.

A la enseñanza se unía un notable interés por el catecismo y la educación de la fe de los niños, de los jóvenes y de los adultos, cultivando la devoción a la Virgen María

Junto con la Beata Catalina Volpicelli, propagó el amor y el culto al Sagrado Corazón, viviendo el lema: “ad maiorem Cordis lesu gloriam”.

Su constante preocupación por llevar la doctrina y la vida de Cristo a través de la enseñanza y el testimonio, la impulsó a fundar en 1905 la congregación de Hermanas Catequistas del Sagrado Corazón.

Gastó toda su vida en el carisma de la catequesis, y decía: “Yo impartiré siempre el catecismo, mientras me quede un hilo de vida. Y os aseguro que me encantaría morir enseñando el catecismo”.

Del mismo modo exhortaba a sus hijas: “La hermana catequista ha de sentirse siempre dispuesta a instruir a cualquier hora a los pequeños e ignorantes, no debe tener en cuenta los sacrificios que exige este ministerio, sino que, más bien, debería desear morir en la brecha, si Dios así lo quisiera”.

Otro Beato, Ludovico de Casoria, como en tono profético, le predijo: “Ten cuidado que no te venga la tentación de abandonar a los pequeños de nuestra querida Casoria, porque la voluntad de Dios es que vivas y mueras entre ellos”. Y así fue.

Murió el 17 de mayo de 1929.

“Doña Julieta”, como la llamaban los ciudadanos de Casoria, dejó una viva fama de santidad, hasta el punto que el 29 de enero de 1937 se inició el Proceso de Canonización. El 2 de enero de 1994 se entregó la Positio, un voluminoso dossier sobre la vida, virtudes y fama de santidad, en la Congregación para las Causas de los Santos y, el 23 de abril de 2002, Juan Pablo II dispuso la publicación del Decreto con el que se reconocía la heroicidad de sus virtudes, atribuyéndole el titulo de Venerable Sierva de Dios.

El 20 de diciembre del mismo año, Juan Pablo II ha firmado también el Decreto con el cual se reconoce el milagro atribuido a la intercesión de Julia Salzano.

Por su carisma, puede ser calificada como Mujer profeta de la Nueva Evangelización.

(Fuente: vatican.va)

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