Anorexia

“Suicidios no violentos”
Lacan

“Tengo 22 años y padezco de anorexia. Llegué a los 37 kilos, y producto de la restricción de alimento empecé con problemas digestivos. Realmente se me escapó de las manos el tema de las comidas y cada vez más sin darme cuenta me obsesioné sin parar. En estos momentos estoy con ayuda psicológica y nutricional ya que intenté hacer las cosas bien por mi cuenta, pero es imposible. Me aislé de todo el mundo, cambié de carrera tres veces, tuve muchos periodos de depresión, angustia en mi familia, etc… y aunque me cueste horrores, ahora trato de salir adelante aunque ni voy por el 5 % de los resultados.

La difusión del tema es primordial, y la ayuda de los que rodean a las personas más, ya que esta patología está dada por otras causas que no son percibidas, por momentos pasados, situaciones estresantes y uno lo primero que ataca es la comida, al tener todo tan desarticulado cotidianamente, lo único que logra controlar sobre sí mismo es la comida. Yo espero volver a ser quien era y ganarle a mi cabeza con el corazón”. Giselle, 2004.

Los trastornos de la conducta alimentaria se presentan en un porcentaje muy alto y cada vez mayor en la población adolescente y adulta temprana, éstos, lamentablemente se muestran también en un rango de edad cada vez más amplio incluyendo hoy por hoy a infantes de alrededor de 6 años de edad. Probablemente, estos trastornos han existido siempre, pero en la actualidad y en los países occidentales, la subsistencia es más alta debido a nuestro estilo de vida donde la importancia de la imagen, el estrés, la baja autoestima, el perfeccionismo… son características propias de nuestra sociedad.

Las más recientes investigaciones han abierto los ojos de la humanidad y de la comunidad científica en las implicaciones psicológicas de orden individual, familiar y social de la enfermedad. Los aspectos físicos son justo una manifestación exterior de una necesidad interna de control y de estabilidad personal. Esencialmente, la anorexia es una obsesión por ser delgado. Pero esto, es solo la punta del iceberg, el trastorno de la conducta alimentaria del cual nos ocuparemos ahora, oculta mucho más por debajo de la superficie, ya que el ser “delgado” representa a menudo otras muchas cosas en la vida de mayor significado emocional y existencial, para quien la padece y los que están a su alrededor.

La persona que padece de anorexia nerviosa, necesita ante todo rescatar su dignidad personal, ya que pareciera preferir desaparecer por el poco valor que ella misma ha descubierto en si, por los condicionamientos familiares y el entorno social que le impiden un desarrollo adecuado de su personalidad. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (1993): 553, más del 90% de los casos de anorexia nerviosa se observa en mujeres.

Definiendo la Anorexia

La anorexia nerviosa es una perturbación de la conducta alimentaria que podemos definir como un serio trastorno de la deliberada inanición con profundos componentes físicos y psíquicos. Consiste en el rechazo contundente de mantener el peso corporal por encima de unos valores mínimos normales para una determinada edad y talla; miedo intenso a ganar peso o convertirse en una persona obesa, aun cuando se esté por debajo del peso considerado normal (pérdida de peso o mantenimiento de éste por debajo del 15% esperado) y amenorrea en mujeres, que es la ausencia de tres ciclos menstruales consecutivos; siendo una característica esencial de la anorexia nerviosa es la alteración de la imagen corporal. Esta característica también la presenta el trastorno de la conducta alimentaria conocido como bulimia nerviosa, sin embargo, este se diferencia de la anorexia nerviosa esencialmente porque el primero se caracteriza por episodios recurrentes de voracidad seguidos por conductas compensatorias inapropiadas como el vómito provocado, el abuso de fármacos laxantes y diuréticos u otros medicamentos, el ayudo o el ejercicio excesivo.

Existen otras manifestaciones clínicas a considerar, entre las que se encuentran los trastornos físicos como la pérdida de peso, daños en el sistema digestivo, cardiovascular e inmunitario; en cuanto a los trastornos emocionales y cognitivos se encuentran pánico a engordar, miedo intenso a convertirse en obesa, que no disminuye al perder peso, estados depresivos, negación de la enfermedad, dificultad de concentración, negación de las sensaciones de hambre, cansancio y sueño, distorsión grave de la imagen corporal y referente a los trastornos de conducta, se manifiesta un incremento de la irritabilidad, desprecio de alimentos, vómitos autoinducidos, reducción de la ingestión de líquidos, utiliza laxantes y diuréticos- que cuando lo hace por mucho tiempo aparece deshidratación y alcalosis con intensa hipopotasemia que en algunos casos puede llegar a producir la muerte.

Este trastorno normalmente se inicia en la pubertad porque se trata de una etapa del desarrollo que entraña y exige cambios muy grandes que a estas niñas como a sus familias les resulta difícil enfrentar de una manera adecuada, unido al tipo de relaciones que sostiene con ellos y con sus pares.

Distinguimos dos grupos de pacientes, uno es el de las personas que padecen de anorexia restrictiva, en la que se logra un descenso de peso limitando la ingesta; y el otro, es el de las personas que sufren de anorexia bulímica, que logran su objetivo provocándose el vómito; un signo peligroso para las pacientes pues empeora el pronóstico y aumenta el riesgo de morir.

Las causas

La anorexia no es un trastorno nuevo, pero podemos considerarla como un mal de nuestro tiempo, que acaba con muchas vidas humanas a nivel físico, pero muchas más a nivel emocional. Está demostrado que no hay un precipitante único; sin embargo, se puede afirmar que los eventos que desencadenan este padecimiento son aquellos que ponen en riesgo la identidad y el proceso de individuación de una persona.

Un trastorno de la conducta alimentaria, como este, ocurre cuando la persona coloca a la comida como eje central de su vida cuyo significado varía de acuerdo a los diversos factores psicológicos y evolutivos por los que atraviesa.

Hablamos de una enfermedad compleja, de índole psicológico que toca las fibras más sensibles e íntimas del ser humano, ya que impide que la inteligencia conozca y reconozca el cuerpo que tiene, sus dimensiones reales y la maravilla que representa, así mismo, bloquea el ejercicio de una voluntad ordenada al bien personal como lo es al atentar contra la propia vida dejando deliberadamente de comer y haciendo todo lo posible por “desaparecer”, “volverse transparente” pero no por el deseo real de morir o desaparecer, sino por la falsa idea de autosacrificarse para salvar a las personas más significativas en su vida de enfrentar alguna crisis severa, algún dolor extremo…, o bien, canalizar su hambre de afecto… expresar su dolor a través de la extrema delgadez, lo poquita cosa, lo casi transparente, su frágil y vulnerable yo.

Los factores individuales que de alguna manera afectan el riesgo a desarrollar anorexia nerviosa son una marcada dificultad para funcionar de forma autónoma en relación con la familia o los patrones externos, un déficit del yo y de la autoestima que lleva a colocar toda la valoración personal en la apariencia o en la aprobación externa, una tendencia al perfeccionismo y el autocontrol, un miedo a madurar, a aceptar el crecimiento y cambios evolutivos.

La familia juega un papel importantísimo, el más. Son nuestros padres y sus ascendientes quienes a través del tiempo y a lo largo de las generaciones van esculpiendo la propia vida, la manera de vivirla, las pautas de comportamiento y de interrelacionarse… Lamentablemente no en todas las familias se encuentra el amor verdadero, desinteresado, en el que solo se busca el bien honesto y la felicidad del otro. Algunas de las características propias de las familias de las jóvenes con anorexia son la poco o nula flexibilidad para asumir los cambios de las etapas vitales, rigidez en las reglas de convivencia, comportamientos sobreprotectores y cerrada en sí misma, aglutinada; donde las expectativas parentales son demasiado exigentes.

Lo más importante que puede hacer una familia por cada uno de sus miembros es aceptarlo y amarlo, que esa persona se sienta segura, a salvo y cómoda. Las personas con anorexia se sienten a salvo y seguras con su enfermedad pues se anclan en el control de su peso al sentir alrededor de sí un ambiente amenazante para su yo.

La anorexia es también una enfermedad social, en donde una persona no vale por poseer una dignidad ontológica, estamos inmersos en una cultura en donde lo importante no es quién e eres, sino qué haces, qué tienes; de esta manera la persona con esta enfermedad busca el sentido de su vida y su propio valor personal en una imagen cuyo aspecto físico, peso y las formas sean como las que la sociedad propone, definiendo como “adecuadas” para que una mujer sea feliz y exitosa, premiando la delgadez y considerando esta característica como sinónimo de belleza.

La desvalorización de la feminidad, del rol materno, de la familia constituida por un padre, una madre y los hijos, del soporte de las figuras materno y paterno (ausentes en especial el padre, por los roles sociales y laborales), la falta de hermanos, del tiempo de convivencia en la familia; la concepción de felicidad tan reducida apuntando hacia los éxitos profesionales y económicos; la invasión de los medios masivos de comunicación y el descuido desenfadado de los padres que permiten que la televisión o el internet eduquen a sus hijos, la presión social por poseer determinadas características físicas y operativas para ser aceptado en la sociedad superficial, son puntos clave que detonan distintos trastornos, entre ellos la epidemia social de la anorexia.

¿Qué hacer?

Al ser la anorexia una enfermedad multicausal debemos enfrentarla como tal. El diagnóstico temprano y certero es sumamente importante y necesario. La persona que sufre anorexia debe ser atendida cuanto antes por un equipo multidisciplinario que como prioridad tenga el restablecimiento de la salud física del paciente, seguido del trabajo psicológico individual, así como relacional a nivel familiar y por supuesto no descuidar su entorno social; por lo que se ha de tener una fina sensibilidad para permanecer en una actitud atenta y crítica a todo lo que le acontece al ser humano a nivel interior y a nivel exterior.

Lo más importante es reconocer que quien sufre es una persona humana, que percibe “un defecto en sí misma” que es justamente no reconocerse como lo que es y que a su alrededor tampoco se lo reconocen y por ello siente un vacío existencial y un dolor psicológico enorme, la persona con anorexia tiene hambre, no solo de alimento, que le mantiene viva físicamente, sino de amor, de afecto, de aceptación incondicional a su individualidad.

La tarea en concreto entonces, será rescatar la dignidad de la persona que sufre, que no se reconoce, revalorar su existencia y esto solo se logrará a través de un profundo amor a la persona humana, amor que permite no solo ver al ser humano que tiene un trastorno, sino mirar al ser humano para descubrir justamente su persona única e irrepetible.

La cura real viene del conocimiento y reconocimiento del ser. La cura viene cuando la persona se encuentra y se acepta a sí misma y encuentra la Verdad de su Origen en el Amor y para el Amor más allá de la sociedad, la familia e incluso de sí misma, poseyéndose primero para después abrirse y darse a los demás; resignificando su existencia libremente hacia el Bien Mayor al cual es llamada desde toda la eternidad.

Por Rosario G.Prieto Eibl

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2 comentarios

  1. Yo conozco un caso que no se trata de anorexia exactamente, pero que tiene algunas consecuencias parecidas. Se trata de una muchacha que padece un toc (trastorno obsesivo compulsivo), la cual vive una vida de infierno a cuenta de verse poco atractiva por una nariz supuestamente poco estética (aunque, en realidad, es bastante normal). Como siempre, los patrones definidos en nuestra sociedad acaban causando más mal que bien.

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