La forma más sencilla y directa que la piedad popular nos ha enseñado de invocar la misericordia de Dios a través de la intercesión de la Virgen María es en la práctica del Rosario. Por esto, todas las tardes del año jubilar, a partir de las 18.00 delante de la estatua de San Pedro, en la Plaza de San Pedro, se recitará el rosario dirigido por algunas de las parroquias de Roma, institutos religiosos y cofradías. Nos dejaremos guiar – como peregrinos – del rostro materno de aquella que primero que todos ha experimentado la misericordia del Padre “mirando la humildad de su esclava”.
El pensamiento de este Año Santo se dirigirá, por tanto, de una manera muy particular, a la Madre de la Misericordia. Para llegar a la ternura del Padre, pasamos por la mirada y el amor maternal de María. En el número 24 de la Bula Misericordiae Vultus el Papa dice: “Ninguno como María ha conocido la profundidad del misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor”.
Muchas gracias por este escrito; considero vital hacer el rosario, aunque aveces se me dificulta hacerlo, ya que aunque se que es mejor hacerlo con otras personas, aveces es necesario tener paciencia.