Nació a mediados del siglo VII de una familia árabe cristiana y murió en el año 749. Es considerado el último representante de la patrología griega por sus obras monumentales como: «la fuente del conocimiento». Su actividad literaria es multiforme, pasa con autoridad de la poesía a la liturgia, y de la elocuencia a la filosofía y la apologética.
En el período del emperador de Bizancio, León XIII Isáurico inauguraba la política iconoclasta, es decir, el destierro de todas las imágenes sagradas, cuyo culto era considerado como un acto de idolatría. Desde Jerusalén, bajo el dominio árabe, se hizo oír una voz en favor del culto de las imágenes, la del entonces desconocido monje Juan Damasceno o de Damasco, que con sus tres discursos en favor de las sagradas imágenes se impuso inmediatamente a la atención del mundo cristiano. El emperador, no pudiendo atacar directamente al monje, recurrió vilmente a la calumnia, haciendo falsificar una carta de Juan, en la que éste habría tramado una conjuración para restituir a Jerusalén al emperador bizantino.
En esta disputa Teológica, Juan pudo demostrar toda su preparación teológica, puesta al servicio, no sólo al patriarca de Jerusalén, sino de toda la Iglesia. En efecto, el segundo Concilio de Nicea (séptimo ecuménico), en reparación de las injurias recibidas por el defensor de la ortodoxia, proclamó no sólo su ciencia, sino también su santidad.