Recomendación del Alma

Desde el bautismo hasta la muerte, la existencia del cristiano debe ser una continua espera del Señor que viene: «Sí, voy a llegar en seguida. Amén. Ven, Señor Jesús» (Ap 22, 20). Por eso, cuando llega el momento culminante de su encuentro con el Señor, es decir, cuando se ve que el enfermo llega a su última agonía, conviene que se vea asistido por lo menos por algunos fieles, presididos a poder ser por un ministro ordenado, y que lo acompañen en su tránsito con la plegaria de la Iglesia. Para ello, pueden usarse invocaciones breves, lecturas bíblicas y letanía de los santos que aparecen a continuación o bien recitarse pausadamente algunas de las oraciones que acostumbraba a rezar durante su vida el moribundo o cantar algún salmo o canto que le fueran especialmente familiares.

“Cuando parece que es ya inminente el momento de la muerte, si está presente el obispo, un presbítero o un diácono, éste dice las oraciones de la recomendación del alma. Si no está presente ningún ministro ordenado, estas mismas preces las dice alguno de los presentes.

“Ha de procurarse que, una vez que el agonizante ha expirado, el tiempo que discurre entre su muerte y la celebración de las exequias constituya un espacio de presencia caritativa, amistosa y de esperanza cristiana junto a quienes lloran al difunto, no menos que de sufragio para el recién fallecido. Para vivir estos momentos, tanto comunitaria como individualmente, pueden servir las plegarias y acciones que son en este libro reproducidas.

“Sobre todo cuando se trata de familias más cristianas, conviene recordarles que es muy aconsejable la celebración de una vigilia de oración por el difunto; en el caso de la muerte de los ministros de la Iglesia o de los religiosos, esta vigilia puede consistir en el rezo del Oficio de lectura o de otra parte de la Liturgia de la Horas de difuntos, sea en la casa del difunto o en la funeraria, sea en la iglesia, si el cadáver ha sido trasladado a ella.”

Invocaciones Breves

Se pueden recitar suavemente con la persona moribunda algunos de los textos siguientes. También se pueden usar otras oraciones jaculatorias

Señor, Dios mío, ya desde ahora acepto de buena voluntad, como venida de vuestra mano, cualquier género de muerte que os plazca enviarme, con todas sus angustias, penas y dolores.

¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? Romanos 8, 35

Si vivimos, vivimos para el Señor,

y si morimos, morimos para el Señor. Romanos 14, 8

El Señor es mi luz y mi salvación. Salmo 27

Sediento estoy de Dios, del Dios que me da vida. Salmo 42

Mi alma tiene sed del Dios vivo. Salmo 25

Señor, mi Dios, a ti levanto mi alma, en ti confío. Salmo 25

En la casa de mi Padre hay muchas moradas. Juan 14, 2

Yo quiero que allí donde estoy yo,

estéis también conmigo, dice Jesús. Juan 17, 24

Jesús, José y María, asistidme en mi agonía.

Lecturas Bíblicas

Uno de los presentes o el ministro proclama la palabra de Dios. Para ello pueden utilizar las siguientes lecturas o parte de ellas:

SALMO RESPONSORIAL Salmo 23

R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta,

en verdes pastos él me hace reposar

y adonde brota agua fresca me conduce. R.

Fortalece mi alma,

por el camino del bueno me dirige,

por amor de su nombre. R.

Aunque pase por quebradas muy oscuras,

no temo ningún mal,

porque tú estás conmigo,

tu bastón y tu vara me protegen. R.

Me sirves a la mesa frente a mis adversarios,

con aceites tú perfumas mi cabeza

y rellenas mi copa. R.

Me acompaña tu bondad y tu favor

mientras dura mi vida,

mi mansión será la casa del Señor

por largo, largo tiempo. R.

EVANGELIO Juan 6, 37-40

Jesús resucitará a los suyos de la muerte y les dará la vida eterna.

Lectura del Santo Evangelio según San Juan

Jesús dice:

«Todo lo que el Padre me ha dado vendrá a mí,

y yo no rechazaré al que venga a mí,

porque yo he bajado del cielo,

no para hacer mi propia voluntad,

sino la voluntad del que me ha enviado.

Y la voluntad del que me ha enviado

es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado,

sino que lo resucite en el último día.

La voluntad de mi Padre

es que todo hombre que ve al Hijo y cree en él

tenga la vida eterna:

y yo lo resucitaré en el último día».

Pueden elegirse también alguno de los siguientes textos:

Isaías 35,3-4; 6c-7; 10.1

Job 19,23-27a

Salmo 123

Salmo 25,1;5-11

Salmo 91

Salmo 114

Salmo 115,3-5

Salmo 121,1-4

I Cor 15,1-4 Juan 4,16

Apocalipsis 21,1-5a, 6-7

Mateo 25,1-13

Marcos 15,33-37

Marcos 16,1-8

Lucas 22,39-46

Lucas 23,43-43

Lucas 24,1-8

Juan 14,1-6; 23; 27

Letanía de los Santos

Cuando la condición de la persona enferma pide usar formas breves de oración, se recomienda a los presentes que recen las letanías de los santos, o por lo menos algunas invocaciones por el (la) enfermo(a). Especialmente pueden mencionar los santos patronos: del (de la) moribundo(a), de la familia y de la parroquia. Las letanías se pueden recitar o cantar en la forma acostumbrada.

Señor, ten piedad Señor, ten piedad

Cristo, ten piedad Cristo, ten piedad

Señor, ten piedad Señor, ten piedad

Santa María, Madre de Dios, Ruega/rogad por él /ella

Santa Madre de Dios

San Miguel

San Gabriel

San Rafael

Todos los santos ángeles y arcángelesde Dios,

Abraham, nuestro padre en la fe

David, jefe del pueblo de Dios

Todos los santos patriarcas y profetas

San Juan Bautista

San José

San Pedro y san Pablo

San Andrés

San Juan

Santa María Magdalena

San Esteban

San Ignacio de Antioquía

San Lorenzo

Santas Perpetua y Felícitas

Santa Inés

San Gregorio

San Agustín

San Atanasio

San Basilio

San Martín

San Benito

San Francisco y Santo Domingo

San Francisco Javier

San Juan Maria Vianney

Santa Catalina

Santa Teresa de Jesús

Aquí se pueden incluir otros santos.

Santos y santas de Dios Líbralo(a), Señor

Muéstrate propicio

De todo mal

De todo pecado

Del poder de Satanás

En el momento de su muerte

De la muerte eterna

En el día del juicio

Por tu encarnación

Por tus sufrimientos y tu cruz

Por tu muerte y resurrección

Por tu retorno glorioso al Padre

Por el don del Espíritu Santo

Por tu nueva venida gloriosa

Nosotros, que somos pecadores Te rogamos, óyenos

Cristo, ten piedad Cristo, ten piedad

Conduce a N. a la vida eterna,

que le prometiste en el bautismo te rogamos, óyenos

Resucítalo(a) en el último día,

pues él (ella) comió el pan de la vida

Haz que N. comparta tu gloria,

pues ha compartido tus sufrimientos y tu muerte

Jesús, Hijo de Dios vivo

Cristo, óyenos Cristo, óyenos

Señor Jesús, escucha Señor Jesús, escucha nuestra oración

Preces de la Recomendación del Alma

Cuando parezca cercano el momento de la muerte, se pueden rezar alguna de las siguientes oraciones:

1. Hermano(a) mío(a),

te pongo en manos de Dios todopoderoso,

para que vuelvas al mismo que te creó

y te formó del polvo de la tierra.

Cuando salgas de este mundo,

que vengan a tu encuentro la Santísima Virgen María,

los ángeles y todos los santos.

Nuestro Señor Jesucristo,

que quiso morir por ti en la cruz,

te libre de la muerte eterna.

El Hijo de Dios vivo te lleve a su Reino

y te reconozca entre sus ovejas, el buen pastor;

que él perdone tus pecados

y te cuente entre sus elegidos;

que veas cara a cara a tu redentor

y goces de la contemplación de Dios

por los siglos de los siglos.

R. Amén.

2. V. Dale, Señor, a tu hijo(a) la eterna salvación que espera de tu misericordia.

R. Amén.

V. Salva, Señor, a tu hijo(a) de todas las tribulaciones.

R. Amén.

V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a Noé del diluvio.

R. Amén.

V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a Abraham de sus enemigos.

R. Amén.

V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a Job de sus padecimientos.

R. Amén.

V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a Moisés del poder del faraón. R.

R. Amén.

V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a Daniel del foso de los leones.

R. Amén.

V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a los tres jóvenes del horno ardiente y del poder de un rey inicuo.

R. Amén.

V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a Susana de la calumnia.

R. Amén.

V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a David de las manos de Goliat y de la persecución del rey Saúl.

R. Amén.

V. Salva, Señor, a tu hijo(a), como salvaste a Pedro y a Pablo de la cárcel.

R. Amén.

V. Por Jesucristo, nuestro salvador, que padeció por nosotros una muerte tan amarga y nos mereció la vida eterna, salva, Señor, a este(a) hijo(a) tuyo(a).

R. Amén.

Para terminar se puede rezar la Salve Regina

En el Momento de Expirar

Terminadas las preces de la recomendación del alma, mientras el moribundo lucha con la muerte, puede trazarse el signo de la cruz sobre su frente y ofrecerle un crucifijo para que lo bese, diciendo:

V. El Señor guarde tu salida de este mundo y tu entrada en su reino, en su paz y en su amor.

R. Amén.

O bien:

V. Que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo estén contigo, te infundan esperanza y te conduzcan a la paz de su reino.

R. Amén.

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4 comentarios

  1. Me gusta mucho la forma en que nos ayuda a confortar a nuestros hermanos que están pasando por esos momentos tan duros, pero quisiera que me expliquen por favor, y si pudiera quedar como parte de las oraciones por el alma las misas de novenario, de 30 días y de 40 días, aniversario ya que muchas veces nos hacen esa consulta y solo por la tradición es que nosotros podemos aconsejar que hacer, pero sin una explicación, lo que en este momento les solicito. Bendiciones

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