La Copa del Mundo de Sudáfrica 2010 está llegando a su fin y esto genera cierto pesar y un alto sentimiento de nostalgia, ya que habrá que esperar hasta dentro de cuatro años para la cita en Brasil.
Aunque ya me estoy pareciendo a mi difunta abuelita “Nocha”, quién nos visitaba cuando vivíamos en Guadalajara e iba por espacio de tres meses. La primera noche, vimos que lloraba y le inquirimos el porqué. “Es que los voy a extrañar mucho cuando me regrese”. Ni hablar, no bien había llegado y ya pensaba en la falta que le íbamos a hacer. Cosas de la edad.
Lo mejor de poder asistir a eventos como este, es el compañerismo que se respira en el grupo de trabajo. Realmente es admirable que los jóvenes camarógrafos, editores y técnicos de la empresa donde tengo el gusto de prestar mis servicios, puedan dormir tres horas diarias y aún así, estar siempre dispuestos a colaborar y sobre todo, de buen humor.
Mis respetos para ellos porque son quienes realmente hacen la televisión. Los demás, cumplimos con salir a cuadro.
Precisamente uno de ellos, cuyo nombre es Emilio, es quién opera la cámara móvil en el estudio, lo que requiere un alto grado de especialización. De carácter alegre, alburero y vacilador, mi “ahijado” como de cariño le llamo, es un héroe anónimo y les voy a contar la razón.
Resulta que hace cuatro años, en pleno Mundial de Alemania, a su esposa le diagnosticaron un grave problema renal que requería de un trasplante, pese a la juventud de la señora. Luego de varios estudios, resultó que el buen Emilio era el candidato idóneo y, sin pensarlo, le otorgó el riñón y la esperanza de vida a su consorte.
La tensión previa y posoperatoria le generó a mi amigo un cuadro de hemorroides que requirió cirugía y al poquito tiempo, tuvo que meterse al quirófano para que le operaran la espina dorsal. ¡Vaya racha!
En algún momento se pensó que no volvería a caminar sin embargo, aquí anda dando lata, su esposa goza de cabal salud y el muchacho sigue haciendo las delicias de sus compañeros con su chispeante y a veces macabro humor.
Esto se los plático, queridos amigos, para que juntos veamos que no todo es glamour ni estrellas fulgurantes en una Copa del Mundo.
El evento ya tiene a un finalista y como se esperaba, es el equipo de Holanda que, con las justas, logró vencer a un dignísimo cuadro uruguayo.
Espera, abanico y puro en mano, a aquel que sea capaz de salir airoso del agarrón entre ibéricos y germanos a jugarse en Durban para escenificar una edición más de la Gran Final.
Particularmente, me gustaría ver una reedición de la Final del 74 entre Alemania y Holanda pero se que muchos aficionados en México desean fervorosamente que España sea campeón. ¡Se nos acaba el Mundial!
Mexicano, por sus tìpicos comentarios.