EL ARQUERO

Entre más se adentra uno en las entrañas de la organización mundialista, se da cuenta que los anfitriones no midieron el tamaño del compromiso que estaban adquiriendo.

Rebasados. Esa es la palabra que mejor cuadra en todos los sentidos a lo que sucede a unas cuantas horas de que se de la patada inicial de uno de los eventos más trascendentes no solo en el deporte mundial sino como fenómeno social y económico.

Una de las circunstancias que han unido a todos los visitantes en un clamor, es la problemática de las conexiones a Internet. Imagine usted que en el Centro Internacional de Prensa, donde acuden a laborar más o menos 5 000 periodistas procedentes de todo el mundo, existe un kiosco de Internet, que dará servicio supuestamente, a todo aquel que tenga una urgencia. Esto resulta perfectamente razonable nada más que ¡son tres!

Sí, leyó usted bien, tres computadoras para ese mundo de gente que además, toda tiene que ver con la comunicación.

En el hotel donde estamos hospedados hay acceso a Internet en las habitaciones. Baja usted a la administración y luego de un interminable diálogo donde se mezcla el inglés, el zulu, el español y alguna que otra mentada, logra que le cobren y le entreguen un gastado cable para que lo conecte al teléfono y a su laptop, con las obvias dificultades y desconexiones inherentes a ese arcaico método. O sea, no hay Internet inalámbrico.

Pero bueno, eso es lo que hay y la bebes o la derramas.

Pasando a otras cosas más agradables debo contarles, queridos amigos, que en este centro de prensa se cruza con todo género de personajes y el día de hoy me topé con uno de los futbolistas más brillantes de todos los tiempos: José Luís Chilavert.

Este guardameta paraguayo lideró a la selección de su país durante muchos años, convirtiéndose en un verdadero ícono, aunque sus mejores logros deportivos los obtuvo al jugar en Argentina con Velez Sarfield, bajo las órdenes del “Virrey” Carlos Bianchi.

Tuve el honor de arbitrar un encuentro en la Copa América de Ecuador 93 entre Brasil y Paraguay y el famoso “Chila” era el guardameta guaraní. La verdad, era impresionante tanto en lo físico como en su arrolladora personalidad.

Recuerdo también que ante Francia en el 98, los paraguayos se quedaron a minutos de forzar los penales y ahí se hubiera erigido una vez más como héroe este anotador de 62 goles en su carrera profesional.

Conversando un poco de los viejos tiempos, del futbol mundial, me comentó su sorpresa por el bien hacer de México ante Italia y auguró un buen inicio ante Sudáfrica el próximo viernes. ¡Que tenga boca de profeta!

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