Hay que aprender a priorizar la relación. No basta con querer, ni con tener sentimientos que nos hagan volar; hay que expresarlo, agradecerlo, fomentarlo, ¡vivirlo! Cuando apetece, y sale solo, y cuando cuesta más…
El amor es un gran regalo, el mayor regalo que podamos imaginar, pero debe cuidarse y custodiarse, para que se desarrolle y crezca. Hemos tratado que, el amor de pareja hay que trabajarlo y comunicarlo. Si no se cuida y se «riega», se puede secar. Incluso morir. Por eso, es vital cada día pensar qué detalles vamos a tener con la persona querida, para alimentar ese amor.
Cada persona desea en el fondo de su alma ser tenida en cuenta, ser querida. También querer, en esa relación recíproca en que consiste el amor de pareja. Donde uno más uno siempre es uno: un solo equipo, un solo corazón.
Para ello hay que aprender a priorizar la relación. No basta con querer, ni con tener sentimientos que nos hagan volar; hay que expresarlo, agradecerlo, fomentarlo, ¡vivirlo! Cuando apetece, y sale solo, y cuando cuesta más…
Es preciso centrarse en lo esencial: pensar primero en el ser querido, ponerlo en el centro del corazón. Cambiar la perspectiva del «yo» al «tú», para que madure ese amor.
Concentrar toda la energía en intensificar y mejorar el amor, en aquilatarlo, en hacerlo más delicado, real y efusivo. Y siempre, contar con el poder del perdón para sanar heridas…
Ahí van 7 «tips»
1. Admirar sus cualidades, incluso decírselas, porque muchas veces no es muy consciente. A ellos en especial, les gusta que se les admire.
2. Lo mío es tuyo. Olvidarse de «lo mío», » lo tuyo»… Ya todo es «nuestro».
3. Es vital reservar un tiempo juntos de relax, disfrutando. Un café, una minivuelta de paseo…, una película que nos gusta, que luego comentamos…, o una novela.
4. Hacer equipo. Fomentar el «nosotros». Comprender, ver sus necesidades como propias, mostrar empatía con quien más queremos.
5. Apoyarle en lo que necesite. Saber animar o motivar en la dirección correcta, para que pueda lograr su mejor personalidad. Pero ¡la suya!
6. Disfrutar juntos, recordar fechas importantes, celebrar momentos inolvidables, poniendo de nuevo el corazón en ello.
7. El corazón se alimenta de los sentidos. La cercanía estimula el sentimiento. Como dice un amigo, para quererse hay que «rozarse»…
Y, el «broche de oro» que integra todo ello, y une de veras, es ¡el perdón! «No dejes que se ponga el sol sin haber pedido perdón». Aunque parezca que tenemos razón…, que nunca se tiene del todo. Puede bastar un beso, un guiño, una mirada…, y es la forma de reiniciarse y volver a confiar y querer. Pase lo que pase.
A través de ese empeño por querer al otro, aunque no siempre se consiga, el amor mejora y se perfecciona. Con esa fuerza, renovada cada día, y potenciada con los sentimientos que ayuden a estar más unidos, se aprende a pensar más en la persona querida que en uno mismo.
Entonces, la mirada y el pensamiento se van hacia aquel a quien se quiere. Y sin exigencias ni pretensiones, con ese cariño hondo, que descubre sus cualidades y fortalezas, le animamos a desarrollar toda su potencialidad y belleza. Le mostramos su mejor versión, lo que puede llegar a ser, con nuestra ayuda, y le damos energía para dar vida a ese ideal.
Concretando, para hacer más real este proyecto de dos, trabajando en equipo, uniendo fortalezas, y logrando sinergia, podemos pensar, incluso agendar, cada día unas ideas y detalles que demuestren ese cariño, que vayan construyendo y consolidando dicho amor.
Aquí lo importante es concretar y hacer planes de acción. Si son entre los dos, mejor.
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Por Mª José Calvo
www.almudi.org