Francisco Ugarte Corcuera
Para quienes procedemos de un ambiente académico plural, como el de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM de los años 68 y siguientes, la diversidad de opiniones y enfoques que ha suscitado en la opinión pública el problema de la pederastia en algunos ambientes clericales no nos sorprende ni desconcierta. Lo que sí llama la atención es que se haya hecho poco eco a la voz de Benedicto XVI sobre el tema, a pesar de ser una voz autorizada, no sólo por su valía como intelectual, sino por la posición que ocupa dentro de la Iglesia Católica.
Para entender las soluciones al problema ofrecidas por el Papa, es oportuno tener en cuenta que las inclinaciones sexuales forman parte de la naturaleza humana y que, por ello, han estado presentes en las personas de todos los tiempos. La Iglesia siempre ha enseñado que deben encauzarse ordenadamente, mediante el autodominio: el casado para serle fiel a la esposa y viceversa, el sacerdote para vivir el celibato, etcétera. También quien tiene inclinación a la pederastia necesita del autodominio para controlar esa tendencia que resulta, además, aberrante, por antinatural, nociva e injustificable.
Hoy en día los estímulos que despiertan las tendencias sexuales son mucho más fuertes y frecuentes que en el pasado y, consecuentemente, producen un incremento proporcional de esas tendencias. Umberto Eco acaba de escribir en The New York Times que "actualmente, la gente está expuesta al sexo mucho más frecuentemente que lo estuvieron sus abuelos. Considere el caso del pobre sacerdote de la parroquia: hubo un tiempo en que su ama de casa era la única mujer que veía y el periódico religioso L\\’Osservatore Romano era todo lo que leía. Ahora hay chicas escasamente vestidas pavoneándose en la televisión cada noche". Por tanto, en la actualidad se requiere de un autodominio mayor que el que se necesitaba antes, esto es, proporcional a la fuerza de los estímulos.
¿Cómo conseguir ese autodominio? La respuesta de fondo sería la misma para todos los ámbitos donde la sexualidad puede manifestarse y desordenarse, comenzando por el de la pederastia. La ofrece Benedicto XVI en la Carta pastoral a los católicos de Irlanda, que acaba de ser publicada con ocasión de los abusos que ha habido en ese país:
En primer lugar, es preciso darse cuenta de la gravedad del desorden en que se incurre y, a los sacerdotes y religiosos que han cometido "esos actos pecaminosos y criminales" de pederastia, les advierte con energía:
* "Han traicionado la confianza depositada en ustedes por jóvenes inocentes y por sus padres".
* "Deben responder de ello ante Dios Todopoderoso y ante los tribunales debidamente constituidos".
* "Junto con el inmenso daño causado a las víctimas, un daño enorme se ha hecho a la Iglesia y a la percepción pública del sacerdocio y de la vida religiosa".
* "Admitan abiertamente su culpa" y "sométanse a las exigencias de la justicia".
En segundo lugar, el Papa ofrece las siguientes soluciones para alcanzar el autodominio, además de otras medidas para evitar las actuaciones desordenadas:
A los obispos, después de advertirles que "hay que reconocer que se cometieron graves errores de juicio y hubo fallos de dirección", les recomienda:
* "Que sean santos, que vivan con sencillez, y busquen día tras día la conversión personal".
* "Preocúpense por la vida espiritual y moral de cada uno de sus sacerdotes".
* Sobre los laicos, "asegúrense de su formación".
A los sacerdotes y religiosos:
* "Por encima de todo, les pido que sean cada vez más claramente hombres y mujeres de oración, que siguen con valentía el camino de la conversión, la purificación y la reconciliación".
A todos, incluidos los laicos:
* "Aspirar a los altos ideales de santidad" y tener "determinación en la búsqueda de la santidad".
* Poner los siguientes medios concretos para estar cerca de Dios y contar con su ayuda: "penitencia…, oraciones…, lectura de la Sagrada Escritura…, obras de misericordia…, redescubrir el sacramento de la Reconciliación…, adoración eucarística". Y en otro punto: "la confesión frecuente, la oración diaria y los retiros anuales".
Cuando alguien se esfuerza por poner esos medios, la sexualidad no suele ser problema. Personalmente puedo dar testimonio de un elevado número de sacerdotes y de laicos -hombres y mujeres, solteros y casados- que viven la sexualidad ordenadamente y con naturalidad, conforme a la enseñanza de la Iglesia, porque se han propuesto buscar la santidad en su vida ordinaria, ponen en práctica los medios concretos recomendados por Benedicto XVI y, en consecuencia, tienen autodominio. Pero, desgraciadamente, sólo hay un problema cara a la opinión pública: no son noticia.
El autor es doctor en Filosofía fugartec@gmail.com Abril, 2010
No es de santos pedir perdón o disculparse, definitivamente esta fuera de sus dogmas al saber ,y no actuar, lo que diga o no diga eso ya no importa, dejo que sucediera y es tan culpable como los que lo hicieron y no en este mandato, sino en su trabajo en alemania. Apestan estos políticos del estado vaticano.