Del habla interior de Cristo al alma fiel

El alma:

1. Oiré lo que habla el Señor Dios en mí.

Bienaventurada el alma que oye al Señor que le habla, y de su boca recibe palabras de consolación.

Bienaventurados los oídos que perciben los raudales de las inspiraciones divinas, y no cuidan de las murmuraciones mundanas.

Bienaventurados los oídos que no escuchan la voz que oyen de fuera, sino la verdad que enseña de dentro.

Bienaventurados los ojos que están cerrados a las cosas exteriores, y muy atentos a las interiores.

Bienaventurados los que penetran las cosas interiores, y estudian con ejercicios continuos en prepararse cada día más y más a recibir los secretos celestiales.

Bienaventurados los que se alegran de entregarse a Dios, y se desembarazan de todo impedimento del mundo.

¡Oh alma mía! Considera bien esto, y cierra las puertas de tu sensualidad, para que puedas oír lo que te habla el Señor tu Dios.

2. Esto dice tu amado:

Jesucristo: Yo soy tu salud, tu paz y tu vida.

Consérvate cerca de mí, y hallarás paz.

Deja todas las cosas transitorias, y busca las eternas.

¿Qué es todo lo temporal sino engañoso? Y ?qué te valdrán todas las criaturas, si fueres desamparado del Criador?

Por esto, dejadas todas las cosas, hazte fiel y grata a tu Criador, para que puedas alcanzar la verdadera bienaventuranza.

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4 comentarios

  1. Habla Señor, que tu siervo escucha…. escuchar quisiera pero los distractores de este mundo me alejan de tu voz. No lo permitas Señor, ayúdame a escucharte, no pongas mis oídos sordos a tu voz… te lo ruego… te lo suplico… a Tí me debo, soy obra de tus manos y como tal, permíteme permanecer puro, noble, santo, transmitiendo tu imagen a través de mis acciones… Amén…

  2. Señor… yo como Samuel te pido…. “Habla Señor, que tu siervo escucha”… No hagas oídos sordos a tu voz…. permíteme aislarme del ruido del mundo y así darle entrada al suave murmullo de tu voz, que me indique el camino a seguir para alabanza y gloria de tu nombre… Amén…

  3. Como dice un coro que aprendí de niño:
    “Ven a mí, Dulce Pan de la vida,
    Ven consuela mi amargo dolor,
    Soy la oveja que andaba perdida…
    Lejos,lejos de Tí, mi Señor…”

    Por la mañana, hazme oír Tu Voz…
    Retira de mí el mundanal ruido que impide que tu voz dulce y suave llegue a mi conciencia; soy tuyo yo Señor y de nadie más…
    No permitas que las distracciones me impidan escucharte…
    Habla Señor, que tu siervo escucha…
    Amén…

  4. Habla Señor, que tu siervo escucha (1 S 3,3b-10.19)

    Estate Señor conmigo, siempre, sin jamás partirte,
    Y cuando decidas irte, llévame Señor Contigo,
    Porque el pensar que te irás, me causa un terrible miedo,
    De si yo sin Tí me quedo, de si Tú sin mi te vas….

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