Señor, yo no soy digno de que vengas a mí, pero una palabra basta para sanar mi alma…. Por la mañana, hazme escuchar tu voz… Estate Señor conmigo siempre sin jamás partirte… Amén….
Al igual que a los peregrinos de Emaus, Jesús nos acompaña siempre, aunque no nos percatemos de ello; cuando nos damos cuenta de su compañía, bien podemos decirle cómo ellos… Señor, Quédate con nosotros y parte para nosotros el pan… Amén
Estate Señor conmigo siempre, sin jamás partirte; y cuando decidas irte, llévame Señor contigo, pues el pensar que te irás me causa un terrible miedo de si yo sin Tí me quedo, de si Tú sin mí te vas….
Cuantas veces en nuestro caminar nos sentimos acompañados de la gracia de Dios, aun sin pedirla ni merecerla-Don de Dios y no merecimiento nuestro- y cuantas otras -las mas, quizá- nos sentimos vacíos de Dios, sin respuesta, solitarios…
Jesús mismo tuvo sus 40 dias de desierto haciendo oración para encontrarse con su Padre, quien nunca lo abandonó, incluso en sus momentos mas dolorosos de su Pasión y muerte, rencontrándose con El en su gloriosa resurrección.
No desesperemos pues en nuestros desiertos, que lejos de debilitarnos, saldremos fortalecidos tarde o temprano con la presencia del Señor.
Dios con nosotros, hoy y SIEMPRE!!! Amén… hagámonos merecedores de Su presencia en nosotros con nuestras acciones cotidianas…. Amén…
Señor, yo no soy digno de que vengas a mí, pero una palabra basta para sanar mi alma…. Por la mañana, hazme escuchar tu voz… Estate Señor conmigo siempre sin jamás partirte… Amén….
Al igual que a los peregrinos de Emaus, Jesús nos acompaña siempre, aunque no nos percatemos de ello; cuando nos damos cuenta de su compañía, bien podemos decirle cómo ellos… Señor, Quédate con nosotros y parte para nosotros el pan… Amén
Estate Señor conmigo
siempre, sin jamás partirte;
y cuando decidas irte, llévame Señor contigo,
pues el pensar que te irás
me causa un terrible miedo
de si yo sin Tí me quedo,
de si Tú sin mí te vas….
Cuantas veces en nuestro caminar nos sentimos acompañados de la gracia de Dios, aun sin pedirla ni merecerla-Don de Dios y no merecimiento nuestro- y cuantas otras -las mas, quizá- nos sentimos vacíos de Dios, sin respuesta, solitarios…
Jesús mismo tuvo sus 40 dias de desierto haciendo oración para encontrarse con su Padre, quien nunca lo abandonó, incluso en sus momentos mas dolorosos de su Pasión y muerte, rencontrándose con El en su gloriosa resurrección.
No desesperemos pues en nuestros desiertos, que lejos de debilitarnos, saldremos fortalecidos tarde o temprano con la presencia del Señor.