Masculinidad

Siempre es bueno fomentar las características más masculinas, lo cual no significa desarrollar actitudes de rudeza y agresividad.

En nuestra época se exalta la indefinición en muchas áreas: religión, política, moral… Y también en lo que se refiere al sexo. Pero digan lo que digan las teorías radicales de grupos ideológicos, Existen características propias de hombres y mujeres que se hacen notar desde temprana edad y que es muy bueno fomentar.

La igualdad de derechos entre hombre y mujer no es una moda, sino una conquista de los tiempos modernos. A veces, ideas tan simples como que la mujer debe tener las mismas oportunidades y derechos que el hombre, son olvidadas. Pero siendo esto evidente, podemos intentar corregir los resabios de machismo que aún quedan en muchos rincones de nuestra cultura con una buena educación familiar.

Todo esto, sin obviar jamás que niños y niñas son diferentes y que necesitan ser educados conforme a sus características propias y no de una forma «light» o «unisex».

A los hijos no se les puede educar de la misma forma que a las hijas: son diferentes. Lo normal es que cada uno vaya orientándose por sí mismo… Pero, a veces, los padres han de dirigirlos a causa del ambiente o de algunas circunstancias familiares.

Cada sexo tiene unos rasgos de personalidad más propios que el contrario. Pero no se puede pretender hacer disecciones matemáticas de lo que define a un hijo o hija: son simplemente características más determinadas, no exclusivas ni definitorias.

RETRATO DE UN NIÑO

Los rasgos típicos de un niño de esta edad, tienen mucho que ver con sus amigos: poseen un instinto especial para formar grupos y pandillas. Estos suelen ser numerosos, de manera que les permitan organizar juegos en equipo. En todos ellos prima más la fuerza, la experimentación de su creciente fortaleza y músculos, «Eres un cobarde» o «eres un gallina» suelen ser los mejores argumentos empleados por sus amigos para convencer a nuestro hijo de hacer algo. Ellos mismos asocian la masculinidad con la valentía.

También, para demostrar su fuerza, algunos niños utilizan los garabatos. Se sienten más «machotes» al comprobar el efecto que tienen en los demás. Quizás en la casa no los diga, pero si le oyéramos con sus amigos nos sorprenderían las cosas que salen de esa boca.

A estas edades, los hombres sienten desinterés por las niñas y se separan voluntariamente en sus juegos. Aunque es normal, esto no quiere decir que nuestro hijo puede ser grosero con ellas. Si le tira el pelo o insulta a una niña, tendremos que hablar con él para no permitírselo, pero no nos desesperemos: la gentileza y el respeto por las mujeres vendrá con el tiempo, con la pubertad, no ahora.

IMPORTANCIA DEL PADRE

Aunque los niños se lleven bien con su madre, ella ya no tiene tanta importancia como cuando eran más chicos. Que no se duela por ello: él ya no la necesita para todo y nota en su interior un deseo de independencia cada vez mayor. Depende de cada niño, pero ya no se muestra demasiado regalón con ella, ni le cuenta absolutamente todo lo que hace.

De ahí la importancia del padre: él ha de ser su punto de referencia. En él ha de ver un modelo de esfuerzo, fortaleza, cariño y amabilidad con los demás. El mejor ejemplo es el que ve en su casa, y ahora se fijará más en el papá, o en los hermanos mayores. Padre e hijo han de estar, si puede decirse así, más unidos e, incluso, hacer de vez en cuando algo especial juntos: una excursión o un viaje, por ejemplo.

HIJOS FUERTES, NO BESTIAS

Hay que dejar claro una idea: un niño varonil no significa un bruto o animal. Las características de la masculinidad no se reducen a la fuerza, aunque tienen que ver con ella, como hemos visto.

Todos conocemos esos niños brutos que se muestran demasiado conscientes de que son más fuertes y más atrevidos que el resto de sus amigos. A veces son algo problemáticos por no tener una cierta medida: no saben donde está el límite. Se trata, por ejemplo, del que puede llegar a tiranizar amedrentando a alguno de sus amigos.

Que un niño se comporte así depende de muchos factores, entre ellos, el ejemplo que reciba en la casa (las películas violentas de la televisión es uno de los ejemplos que recibe en la casa, pues es donde ve la televisión). Otras veces es una reacción propia de la edad y de la personalidad del niño.

Los padres deben enseñar a su hijo que la virilidad no se manifiesta ni se demuestra con rudeza, agresividad, mal carácter o falta de control sobre su propio genio. Las peleas se solucionan cuando el hijo sepa hacerse respetar sin recurrir a las manos y a los golpes.

NADA DE BLANDENGUES

En cualquier caso, es preferible que un hijo se muestre muy hombre y varonil (en este sentido) a que sea un blandengue. Al menos, así podemos canalizar adecuadamente su rudeza.

Cuando se asocia la fortaleza o la valentía a la virilidad de los niños, no quiere decirse con ello que no sean también virtudes que las niñas deben tener. Lo que ocurre es que los hombres, salvo algún problema físico, tienden a demostrar su fuerza.

Más problemático sería, sin embargo, si el niño se queja constantemente, si pasa literalmente pegado a las faldas de su madre, o si sólo tiene amigas y sólo juega con ellas a las muñecas. Y, aunque no existan indicios que nos hagan pensar que nuestro hijo no es lo suficientemente varonil, siempre es bueno fomentar las características más masculinas.

BUENAS IDEAS

– Es bueno que sus “héroes” masculinos sean buenos modelos para él. Ojo con los programas de televisión que exaltan la indefinición.

– Es positivo que practique laguna actividad que suponga reciedumbre, aunque se canse y corra. Por eso es bueno el fútbol y las excursiones al aire libre.

– No obsesionarse con que no se manche cuando que tiene que hacer excursiones o practicar deportes en los que, si se hacen como es debido, es difícil llegar a la casa de punta en el blanco.

– Especial cuidado si tiene muchas hermanas. No es bueno que lo sobreprotejan, o peor, que se sienta el gallo del gallinero o el rey del harem.

– Regalarle juguetes más típicamente masculinos: trenes, aviones, autos de carrera, mecanos, elementos deportivos.

– Habrá que fomentar la reciedumbre: no dejarlo quejarse por todo, esforzarse en sus obligaciones, ponerse a estudiar a la hora, aunque no tenga ganas.

– Que no olvide sus deberes como miembro de la familia: que haga la cama, ponga la mesa, o se prepare el té… eso no significa que sea menos varonil.

– Esta vez, le ha tocado al padre la mayor responsabilidad. Sí, porque ha de ser él su modelo más cercano de masculinidad y virilidad. En él verá también que ser hombre no es ser bestia, mal hablado o rudo. Es el papá quien tiene que llevarlo de excursión o al fútbol, orientarlo en sus aficiones y hablar con él de estos temas…

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