La exaltación de Jesús

Cristo esta sentado a la derecha del Padre: como Dios es igual que el Padre; en cuanto hombre, ha sido constituido Sacerdote, Rey, Señor y Juez de toda la creación

La obra de la Redención humana y la perfecta glorificación de Dios la realizó Cristo el Señor «principalmente por el misterio Pascual de su bienaventurada Pasión, Resurrección de entre los muertos y gloriosa Ascensión» (SC, 5). Por ello conviene que conozcamos en profundidad el significado de la Resurrección de Jesucristo.

La predicación de los Apóstoles insiste mucho en este punto: San Pedro dice en su primer discurso: «Varones israelitas, escuchad estas palabras: Jesús de Nazaret, varón probado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por Él en medio de vosotros, como vosotros mismos sabéis. Conforme al designio previsto y sancionado por Dios, os lo entregaron, y vosotros, por mano de los gentiles, lo matasteis en una cruz. Pero Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte; no era posible que la muerte lo retuviera en su dominio (… ). Pues bien, Dios resucitó a este Jesús y todos nosotros somos testigos. Ahora, exaltado a la diestra de Dios y recibida del Padre la promesa del Espíritu Santo, le derramó, según vosotros veis y oís» (Hch. 2, 22-24; 32-33).

La exaltación de Jesús por su perfecto cumplimiento de la voluntad del Padre será una glorificación de su humanidad y a la vez se presenta como la meta de los que crean en Él y le amen.

Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el -NOMBRE – SOBRE – TODO – NOMBRE- de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble -en el CIELO en la TIERRA en el Abismo- y toda lengua proclame: ¡JESUCRISTO ES SEÑOR! para gloria de DIOS PADRE.

DESCENDIO A LOS INFIERNOS

En el Credo se proclama esta verdad después de confesar la Resurrección al tercer día. Con estas palabras se quiere decir que después de la Muerte del Señor, tanto el alma como el cuerpo seguían unidos a la divinidad, aunque ambos estuviesen separados; y que durante ese tiempo que estuvieron separados el alma y el cuerpo se aplicaron los frutos de la Redención a todos aquellos que habían sido fieles a la Ley de Dios y a su conciencia, pero no podían gozar de la visión de Dios en los cielos porque aún no habían sido abiertas las puertas del cielo.

La palabra infierno no quiere decir aquí lugar de condenación, sino lugar inferior, donde están aquellos que no merecen castigo por haber actuado bien en su vida, pero tampoco poseen la gracia de Cristo porque la Redención estaba pendiente. También se le ha llamado seno de Abrahán. Los que allí estaban fueron los primeros en gozar de la Redención obrada por Cristo.

CRISTO ESTA SENTADO A LA DERECHA DEL PADRE

Estas palabras también las recitan en el Credo los cristianos. San Marcos dice: «El Señor Jesús, después de haber hablado con ellos, fue levantado a los cielos y está sentado a la diestra de Dios.» (Mc. 16, 19). Esta expresión está tomada del Antiguo Testamento y significa que Jesucristo como Dios es igual que el Padre, y que en cuanto hombre ha sido constituido Sacerdote, Rey, Señor y Juez de toda la creación.

 

Cristo es Sacerdote por toda la eternidad

El sacerdocio de Jesucristo no se redujo al momento culminante del sacrificio de la cruz. Toda su vida en la tierra tiene un valor sacerdotal, porque intercede continuamente por los hombres y actúa de mediador entre éstos y Dios. Pero también se prolonga a toda la eternidad después de la Ascensión a los Cielos en la epístola a los Hebreos precisa: «Tenemos un Pontífice que está sentado a la derecha del trono de la Majestad de los cielos» (Heb. 8, l); y más adelante añade: «Habiendo ofrecido un sacrificio por los pecados, para siempre se sentó a la diestra de Dios» (Heb. 10, 12).

 

Cristo es Rey

Reinar significa tener dominio sobre un territorio y sobre unas personas. El Mesías debía ser rey. Jesús afirmó repetidamente que era rey, pero que su reino no era de este mundo, pues era un reino espiritual de verdad, justicia, amor y libertad. Tras la Resurrección, Cristo alcanza la plenitud de la realeza en cuanto hombre. Como Dios siempre le correspondió el dominio sobre toda la creación. Pero ahora esta realeza se aplica también a su humanidad unida a su divinidad.

En el anuncio del ángel a María se le había dicho que «Él será grande y llamado Hijo del Altísimo, y le dará el Señor Dios el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» (Lc. 1, 32-33). El último libro de la Sagrada Escritura dice: «Tiene sobre su manto y sobre su muslo escrito su nombre: Rey de Reyes y Señor de Señores» (Ap. 19, 16).

Ya se vio cómo el núcleo de la predicación de Jesús era que había llegado el Reino de Dios. Cristo vence al poder diabólico, y su consecuencia primera que es el pecado, estableciendo el Reino de Dios. Los que se convierten y tienen fe se incorporan a este Reino. Si al final de su vida han sido fieles, se incorporan al Reino de Dios definitivo en el cielo. A los que mueren en gracia de Dios se les puede aplicar lo que dice el Apocalipsis: «Al que venciere le haré sentarse conmigo en mi trono, así como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono» (Ap. 3, 21). Porque consagraste Sacerdote eterno y Rey del universo a tu único Hijo, nuestro Señor Jesucristo, ungiéndole con óleo de alegría, para que ofreciéndose a sí mismo, como Víctima perfecta y pacificadora en el altar de la Cruz, consumara el misterio de la Redención humana; y sometiendo a su poder la creación entera, entregara a tu Majestad infinita un Reino eterno y universal: el Reino de la verdad y la vida, el Reino de la santidad y la gracia, el Reino de la justicia, el amor y la paz.

(Prefacio de la fiesta de Jesucristo Rey del universo)

 

Cristo es Juez

En todos los símbolos de la fe consta que -Jesucristo vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.. El mismo Jesús, cuando describe el juicio final, dice que vendrá como el Hijo del hombre en su gloria con todos los ángeles, se sentará en su trono de gloria y juzgará a todos según sus obras (Mt. 25, 31-46). San Pablo dice también que «en aquel día Dios juzgará los secretos de los hombres por Jesucristo» (Rom. 2, 16).

Jesucristo, como Juez, juzga del modo más perfecto. En primer lugar, defiende la justicia de Dios sin apartarse ni un ápice de ella; conoce todas las circunstancias que afectan al actuar de los hombres del modo más perfecto y total, tanto las que disculpan los errores como las que agravan la mala conducta. Conoce las omisiones y las buenas obras desconocidas por los hombres. Su justicia está llena de misericordia; por ello nos proporciona abundante gracia en esta vida y tiene la máxima comprensión con las debilidades o malicias de los hombres.

Estando nosotros muertos por los pecados nos ha hecho vivir con Cristo -por pura gracia estáis salvados-, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el Cielo con El. (Ef. 2, 5-6)

Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe, no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios. (Ef. 2, 8)

Cristo es Supremo Legislador y Profeta

Una de las afirmaciones más claras de Jesús sobre sí mismo es que El es «el Camino, la Verdad y la Vida». El cristiano puede alcanzar la verdad y la vida a través de Cristo, que es el Camino.

Jesucristo es el Supremo Legislador. Todo legislador promulga leyes para que sus súbditos puedan alcanzar el bien y ser más felices. La ley suprema es la que conduce al bien supremo y a la felicidad suprema. Cristo nos da esa ley, como consta en los evangelios. Esta ley es superior a toda ley humana, de modo que una ley que se oponga a la ley de Cristo no debe ser obedecida, porque va contra la voluntad de Dios y no conduce al bien supremo.

Cristo es Profeta, porque la misión del profeta es declarar la verdad que conduce a Dios. Nuestro Señor Jesucristo es la plenitud de la Revelación; por eso se puede decir que es profeta en el sentido más completo de la palabra.

Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe, y no se debe a vosotros, sino que es don de Dios.

1 2Página siguiente

Publicaciones relacionadas

2 comentarios

  1. SI TODOS LOS QUE SEGUIMOS LA ENSEÑANZA DE DIOS ESTAMOS DISPUESTOS A CARGAR LA CRUZ PARA LA REDENCIÓN DE NUESTROS PECADOS, Y TENER EL PRIVILEGIO DE SENTARNOS CON NUESTRO PADRE EN EL REINO DE LOS CIELOS.
    AMIGOS DEJEMOS A UN LADO LAS BANALIDADES Y TODO LO MATERIAL QUE NOS ALEJA DEL SEÑOR.

  2. Hermanos, Dios les bendiga y los siga iluminando, las enseñanzas estan "EXCELENTES "solo un comentario si pudieran ampliarlas un poco mas,es todo gracias

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba

Copyright © 2024 Encuentra by Juan Diego Network. Todos los derechos reservados.