En este Martes Santo, el evangelio nos ayuda a profundizar en el polo del resentimiento, que ayer apareció insinuado. Este polo está representado por dos personajes conocidos: Judas (Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado) y, en un grado diferente, Simón Pedro (¿Con que darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces).
Lo que más me impresiona del relato es comprobar que la traición se fragua en el círculo de los íntimos, de aquellos que han tenido acceso al corazón del Maestro. Me he detenido en estas palabras: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.
Es muy probable que los que os asomáis diariamente o de vez en cuando a esta sección os consideréis seguidores de Jesús. Yo mismo me incluyo en esta categoría, sin saber a ciencia cierta lo que quiero decir cuando afirmo ser uno de los suyos. La Palabra nos va ofreciendo cada día muchas pequeñas luces para ir descubriendo diversos aspectos del seguimiento. Hoy nos confronta con nuestras traiciones.
La palabra “traición” es muy dura. Apenas la usamos en nuestro vocabulario. Hemos buscado eufemismos como debilidad, error, distancia, etc. Pero ninguna de estas palabras tiene la fuerza del término original. Hablar de traición supone hacer referencia a una relación de amor y fidelidad frustrada. Sólo se traiciona lo que se ama. ¿Estaremos nosotros traicionando a Jesús a quien queremos amar?
Lo traicionamos cuando abusamos de promesas que no vienen refrendadas por nuestra vida.
Lo traicionamos cuando, en medio de nuestros intereses, no tenemos tiempo para “perderlo” gratuitamente con él.
Lo traicionamos cuando le hacemos decir cosas que son sólo proyección de nuestros deseos o mezquindades.
Lo traicionamos cuando volvemos la espalda a los “rostros difíciles” en los que él se nos manifiesta.
Lo traicionamos cuando lo convertimos en un objeto más al alcance de nuestros caprichos.
Lo traicionamos cuando damos por supuesta su amistad y no lo buscamos cada día.
Lo traicionamos cuando repetimos mucho su nombre pero no estamos dispuestos a dejarnos transformar por él.
Dejemos que este Martes Santo su mirada nos ayude a descubrir nuestras sombras.
CLARETIANOS
Gonzalo (gonzalo@claret.org)
Fue de gran ayuda para reflexionar en familia y ponernos en sintonia para vivir intesamente el triduo pascual y q tenga frutos en nuestras vidas
Gracias
Hola, felicitaciones y bendiciones a quienes sustenta este sitio, encuentra.com, un aporte muy importente para todo el mundo católico y especialmente para quienes buscan al Señor. Para mi como Diácono Permanente es una riqueza cada trabajo de reflexión, de estudio etc.
Fracias por este portal me será muy útil. Bendiciones
Este comentario acerca de la traición me hace reflexionar en mi propia traición cuando le fallo tantas veces a Jesús al no saber amar a mi familia, a mis estudiantes, cuando la comprensión y la tolerancia brillan por su ausencia. Oh, gracias voy a estar muy pendiente de mi fidelidad a mi amado Jesús. Dios los bendiga por tan hermosos consejos para nosotros.
Excelente reflexión…
Gracia señor que con esta reflexion me haz enseñado que debo ser cada dia mejor y seguirte a ti señor
muy bonita reflexion …la ocupare para inicar la oracion de laudes de mañana martes…
HOLA
HOLA
HOLA
Muchas gracias por compartirnos estas bellas Reflexiones por Semana Santa. En verdad son de mucha bendiciòn para el crecimiento de mi vida espiritual. Dios les bendiga. Carlos Augusto.
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gracias por los excelentes comentarios que alimentan la vida espiritual de quienes los leemos.
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