He aquí a vuestro rey

"Entonces "Pilato buscaba cómo soltarlo". Ya se ha dado cuenta de lo que está sucediendo, aunque no lo sabe todo. Y ese Jesús, tan claramente inocente, tiene una misión religiosa de la que se le escapa todo el sentido, pero que es real. Los judíos se dan cuenta de sus intentos, pero también de su debilidad. Por eso, acuden a los gritos y a la amenaza en lo que más le duele. "Pero los judíos gritaban diciendo: Si sueltas a ése no eres amigo del César, pues todo el que se hace rey va contra el César"(Jn). Quieren que olvide la cuestión religiosa, que le conmueve en lo más íntimo, y vuelven a la cuestión política que ha sido el comienzo de la causa y ya ha quedado resuelta. Pero ahora la plantean poniendo en juego su posición en el imperio. Y eso le asusta. Era la única verdad de su vida: el poder. Todo lo ha planteado para conseguir esa posición, y ahora la puede perder por culpa de un infeliz que no se defiende, acusado por todos los poderosos del pueblo. Es necesaria mucha valentía para defender la verdad a costa de la propia posición. Y cede, no está dispuesto a ser valiente hasta el final. Por ello se agarra a la acusación política olvidando la religiosa, que era la verdadera.

"Pilato, al oír estas palabras, sacó fuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado Litóstrotos, en hebreo Gabbatá. Era la Parasceve de la Pascua, hacia la hora sexta, y dijo a los judíos: He aquí a vuestro Rey"(Jn). Es la claudicación de Pilato ante los judíos; su voz contiene un tono triste de ironía. Acepta el motivo por el que le han entregado a Jesús, pero todos saben que no es verdad; la verdad es que se le condena porque es el Hijo de Dios y le rechazan con gritos. Coronado de espinas, condecorado de llagas, empapado de sangre de la cabeza a los pies, con salivazos en la cara, humillado en el alma, Jesús es presentado como rey. Y lo es. Es rey que vence el dominio del pecado en el mundo. Reina sobre el orgullo y lo vence, amando. Reina sobre los pecados de los sentidos, sobre la envidia, sobre la ira que se encrespa, sobre el pecado de las mil caras. Es rey que comienza a reinar en un nuevo reino donde se ama a pesar de todas las tentaciones. Ese es el rey que tienen delante de sus ojos. "Pero ellos gritaron: Fuera, fuera, crucifícalo. Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey voy a crucificar? Los pontífices respondieron: No tenemos más rey que el César"(Jn). Se ven con la presa en sus manos y nada les va a apartar de su objetivo, poco importa que declaren como rey al odiado romano. Están dispuestos a pagar cualquier precio con tal de verle morir. "Entonces se lo entregó para que fuera crucificado".

Reproducido con permiso del Autor,

Enrique Cases, Tres años con Jesús, Ediciones internacionales universitarias

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Un comentario

  1. Por cobardía, por respeto humano, como Pilato, podemos perder nuestras vidas, y hasta nuestras almas.

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