"Después de crucificarle, repartieron sus ropas, echándolas a suerte"(Mt). Es una crueldad añadida a todo lo que sucede. Es el dolor de la indiferencia, embrutecimiento más bien, de los soldados ante lo que está ocurriendo. Saben algo de lo que está sucediendo, pero su corazón no responde a los sentimientos de compasión. Cumplen su deber y procuran extraer de él algún provecho personal.
No quieren partir la túnica por que está tejida de arriba abajo de una pieza. Es valiosa. Y la Iglesia que nace está simbolizada en esa túnica que no debe dividirse, porque debe ser una y única, aunque algunos intenten dividirla. "Y sentándose le custodiaban allí. Pusieron escrita sobre su cabeza la causa de su condena: Este es Jesús, el Rey de los Judíos. También crucificaron con él a dos ladrones: uno a la derecha y otro a la izquierda"(Mt).
Reproducido con permiso del Autor,
Enrique Cases, Tres años con Jesús, Ediciones internacionales universitarias
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