Mamá en medio de un mundo lleno de incertidumbre tu eres la certeza.
A lo largo de la vida uno va descubriendo el mundo y en medio de éste, descubrimos que no hay nada seguro… Todo cambia de un día a otro, si lo sabremos hoy, más que nunca.
La certeza de su amor incondicional, de aceptación de tu ser, de tu persona, por el solo hecho de existir y desde que empezaste a existir en su mente, en su corazón, en su vientre; la certeza de pertenencia a través del vínculo hermoso del apego generado entre tú y ella por su presencia y permanencia desde el inicio de tu vida y para siempre… No lo ofrece nadie más, sino quien te ha engendrado en su corazón desde antes de existir, anhelando tu vida y protegiéndola desde el primer momento soñando con tu eternidad.
Eres creación de Dios, sembrada en tu madre, eres el sueño de Dios, pensado desde toda la eternidad, con toda la ternura y llamado por tu nombre. Ese sueño lo comparte con ella, le dio la vocación más hermosa, importante y excelsa que es ser portadora del más grande milagro y don, tu vida. Dios y ella comparten profundamente la verdad de que eres el amor hecho persona y te aman hasta el extremo.
Mujer hermosa, eres madre y maestra, es decir, llevas la vida en tus entrañas y la das cada día por los tuyos, en las tareas cotidianas, en la oración de cada día, en el beso de buenos días, en la sonrisa de ternura al ver a tus hijos nacer y crecer en edad, sabiduría y gracia, al llorar por sus enfermedades, sufrimientos y dolores, siempre.
Tu empeño, tus desvelos, tu dedicación por educarles, por enseñarles a vivir, por hacer de ellos hombres y mujeres de bien, es la hermosa maternidad espiritual que te impulsa a llenar el corazón de tus hijos del amor de Dios y a amarlo a Él por sobre todas las cosas.
Madre y maestra, el binomio perfecto para describir a quien lo ha dado todo por sembrar lo mejor de sí, a quien Dios ha soñado y cuidado desde toda la eternidad.
Ternura, cariño, presencia, ejemplo, dedicación.
La familia te confiere la identidad para toda la vida, el ser, es en donde te llaman por tu nombre y con el trato lleno de amor, que te ofrece ella en particular, y te permite encontrarte a ti mismo como persona.
Las manifestaciones del amor de una madre son infinitas, desde una sonrisa, una sopita caliente, la ropa lista, la asesoría en deberes escolares, el trabajo del hogar y fuera de este… Un abrazo, una palabra de aliento, una mirada, pueden configurar la identidad de cada uno de tus hijos.
Las personas estamos sedientos de amor, sedientos de una palabra de afirmación, de aceptación, de una caricia, del regalo más hermoso que nos pueden hacer que es el tiempo, la presencia, la escucha…
El amor de una madre es el mejor reflejo del amor de Dios. Él dio la vida por nosotros por amor, y nuestra madre la da también cada día, cada noche, cada instante por ti, contemplándote en la grandeza de tu ser y potenciando, lo mejor que hay en ti, como maestra de vida, educándote en todo aquello que se requiere para forjar tu carácter, lo necesario para que seas de una sola pieza, para enfrentar el mundo con amor y transformando las realidades temporales para que sean espacios dignos.
Y es que una sociedad digna, en donde las personas cuenten con la garantía de sus derechos, se construye a partir del trabajo de buenos ciudadanos que luchan cada día por ser mejores y buscar el bien común. Y eso solo se logra con hombres y mujeres formados en virtudes, convencidos de que a esta vida se viene a servir. Ya decía la ahora Santa Teresa de Calcuta, «Quien no vive para servir, no sirve para vivir» y eso se aprende en casa, en el hogar, al rededor de un clima de afecto, de cariño, de bondad, de paciencia, por quien extrae de ti lo mejor y te exige según tu edad, personalidad y ritmo, conforme vas creciendo; por quien cree en ti, por quien ve en ti las más grandes posibilidades y te descubre tu ser desde el reflejo de su ser… Mamá.
Ella es aceptación total y desinteresada a tu persona, con el único anhelo de nuestra felicidad verdadera y eterna, de nuestro mayor Bien y la Verdad de tu Vida, esa es la certeza que te da el amor de mamá, por eso madre solo hay una, por eso llevas su nombre grabado en la mente y el corazón, porque ella te ha amado desde siempre y para siempre.
Mamá entrega su vida a tu servicio, día y noche, 24/7, siempre.
Ahora bien, nadie nos enseña a ser mamás, nos equivocamos una y otra vez, así como nadie nos enseña a ser hijos y a cada rato nos equivocamos también, pues bien, esa es la manera de aprender; abrazando nuestras imperfecciones con todo amor y llenando la vida de aprendizajes que nos permitan llegar a ser mejores madres e hijos. No es necesario ser perfecto, ni siquiera se puede en esta vida y no hay nada más lejano de la realidad y del amor que buscar en uno mismo o en el otro la perfección porque no existe. Existe la lucha diaria y continua, de, sabiéndonos humanos imperfectos, anhelar la perfección en el Amor, que es estar cerca de Dios, tan cerca para que veamos con sus ojos, hablemos sus palabras y abarcamos con su amor nuestra persona la de nuestros hijos y la de los demás.
Todas las mamás que aman y buscan amar cada día más y mejor a sus hijos caminan un sendero de santidad único, sean como sean tus pequeños o grandes retoños, piensa que son dones, es decir, regalos, que te han sido dados para acompañarlos en su camino y corregir su andar cuando sea necesario, para enseñarles la ruta de la libertad y con esta, de la felicidad.
Es imperante revalorar cada esfuerzo, cada momento, ser madre es hermoso, es un camino de santidad y como tal, no es fácil. Recordemos siempre las palabras de San José María Escrivá, el santo de lo ordinario… «El trabajo nace del amor, manifiesta el amor y se ordena al amor» Es esa la descripción bellísima de lo que una madre con cada acto, con cada gesto marca para siempre el ser de sus hijos, es ella quien les enseña lo cotidiano y lo convierte en trascendente al sonreír, al perseverar, al luchar, al vivir, al tomar las mejores decisiones, al rezar y al amar…
Las tareas cotidianas son arduas, dentro y fuera de casa. Los hijos nos impulsan a ser personas virtuosas, porque ellos seguirán nuestros pasos. Por eso también debemos cuidar los que damos… ¡Cuántas veces nos ponen a prueba los acontecimientos de cada día! Nos esforzamos por ser prudentes, tolerantes, justas, sabias, piadosas, tiernas, humildes, pacientes, resilientes y más, mucho más… Cada día tenemos la oportunidad de crecer junto con nuestros hijos para llegar al cielo y mostrarles que es posible.
Algo fundamental que no por tocarlo al último, no es menos importante, al contrario… Reza, reza mucho, muchísimo, siempre. No estás sola en la santa tarea de dar lo necesario a los hijos, si tienes a tu lado un buen esposo hagan equipo, sinergia en la educación de los hijos, formen iglesia doméstica, implíquense juntos y cada uno aporte lo mejor de sí por el bien de todos.
Hay tantos ejemplos de amor; el máximo, Nuestra Madre María, Mujer Hermosa que llevó en su seno divino a Aquel que nos trajo la Salvación. ¿Cómo sería María a su corta edad embarazada? ¿Cómo habría cuidado a su pequeño bebé? ¿Con cuánta dulzura le habría hablado, arropado, cantado, cocinado, bañado…? ¿Cómo habría vivido las etapas de la vida de Jesús, el día a día? ¿Cómo habría sido la hora del desayuno, la comida, la cena? ¿La hora de dormir? ¿Su oración en familia? ¿Su relación con José? Belleza de Mujer nuestra Madre del Cielo… pidámosle ayuda, si creemos que solo por nuestras propias fuerzas haremos de nuestros hijos seres extraordinarios, estamos en un grave error. Nuestra única certeza como madres es el amor de Dios en nuestro corazón, que se derrama sobre nosotras para ser instrumentos dóciles en la transmisión de la vida física, psicológica, emocional, social y espiritual de nuestros hijos.
¡Como mi mamá ninguna!
Eso es ella, única, con defectos y virtudes, a ti no te toca juzgarla, sino honrarla y amarla, cuidarla y valorarla. Es mamá quien hace que nuestra casa sea un hogar, es mamá quien lucha por amar, eso es lo verdaderamente importante en la vida, porque eso nos da a los hijos la certeza de que existe el Bien, la Verdad y la Belleza, con tan solo mirarla.
Es ella quien reza por ti, día y noche, es ella quien te observa y está pendiente de ti, aquí en la tierra o en el cielo. Ella así como es, «Siempre estará ahí».
Dios te bendiga Mamá. Gracias por ser mi «Para siempre»
MTF Rosario Prieto
Psicología Clínica
Persona y Familia
Maestra en Terapia Familiar María del Rosario G.Prieto Eibl
Estudió la Licenciatura en Psicología y la Maestría en Psicología Clínica con Orientación en Terapia Familiar en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, cuenta con estudios sobre el Matrimonio y la Familia realizados en el Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad de Navarra, España; su formación incluye Diplomados en Psicodiagnóstico, Balance de Vida y Hogar, Inteligencia Emocional aplicada a la Educación de los Hijos y Resiliencia Familiar; cuenta también con diversos cursos en temas como Psicología de Pareja, Orientación Familiar, Reconocimiento de la Fertilidad, Autoestima, Coaching, Educación Emocional, Amor Conyugal entre otros realizados en la Universidad Panamericana, Universidad Anáhuac, Instituto Valenciano de la Fertilidad, Centro de Ciencias para la Familia- LOMA, Centro de Estudios de la Familia y Sociedad- UPAEP.
Ha sido Catedrática de Licenciatura y Maestría en diversas universidades e institutos como la UPAEP y el Instituto de Estudios Superiores para la Familia de la Universidad Anáhuac, así mismo ha trabajado en el área de Investigación Educativa y como Psicoterapeuta, Conferencista y Consultora en diversos espacios entre los cuales se encuentran Reingeniería Humana, Familia Unida, VIFAC, diversos colegios y universidades.
Ha colaborado como articulista en diversos medios como el periódico “El Ángel de Puebla”, en la Revista y Semanario Koinonía de la Arquidiócesis de Puebla, ahora Ángelus; participó como escritora en el libro “Glosas a la Carta a las Familias de Juan Pablo II”, sus artículos son publicados en diversos medios electrónicos mexicanos, argentinos, chilenos y, españoles; como el Portal Encuentra.com, Catholic.net, Yo influyo.com, etc. Participa también con sus escritos en la Aplicación Papás 360.
Cuenta con más de 10 años de experiencia en el campo Psicoterapéutico de orden individual, de pareja y familiar; además de haber sido Consultora Externa y Creadora y Coordinadora del Programa de Consejería Familiar en el DIF de San Pedro Cholula, Puebla.