Sanar el dolor después de un aborto

En el momento que se llevó sus manos al rostro sabía que la mujer que tenía frente a mí estaba a punto de confesar por primera vez que había abortado.  Mi trabajo como acompañante en el dolor, me ha permitido estar frente a una gran cantidad de situaciones dolorosas y de mucho sufrimiento. Sus historias me conmueven, me duelen y, gracias al don de la compasión que Dios me concedió, desde muy pequeña puedo aunarme a su dolor.

Sin embargo, nada sacude más mis entrañas de mujer y despierta mi compasión, como ver llorar a una mujer cuando habla de lo que paso en su vida, después de haber cometido un aborto. Abortar es abortar-me. Una vez más lo compruebo al escuchar a esta mujer, madre hoy de dos hijos, en mi oficina cerca de la Universidad de Texas.  Martina se llevaba las manos a la cara al tiempo que ingresa un triste silencio: en ese momento supe que iba hablar de su aborto. Espere.  Entonces quitándose las manos de la cara y sin mirarme, empezó a relatarme su historia: “A los quince años salí embarazada. Mi mamá me dijo que si abortaba, me enviaría a Nueva York con mi prima para que pudiera terminar mis estudios.  Yo hacía todo lo que mi madre me pedía y como a mí me hacía ilusión estudiar, yo accedí. Cuando ya estábamos en la sala de operaciones, sentí que no debía hacer eso y quise levantarme, grite a la enfermera, quiero irme, no quiero hacer esto, quiero salir de aquí. Entonces el médico entro y me dijo que ya era muy tarde para eso”.  Martina lloraba con mucha intensidad, se lamentaba, agonizaba.

Una mujer que aborta, agoniza toda su vida. Es una agonía permanente en forma de culpabilidad por violar tu propio sentido de moralidad. Muchas mujeres comienzan con comportamientos autodestructivos, tales como trastornos alimenticios, abuso de alcohol o drogas, relaciones de abuso y promiscuidad, ansiedad en forma de palpitaciones fuertes, dificultad para dormir, ataques de pánico,  depresión con la que se vive como en cámara lenta. La vida transcurre en medio de una profunda tristeza, baja autoestima, confusiones mentales, muerte.  Se agoniza mientras no se hable de ello, porque esas palabras contenidas, ese dolor, esa culpa, se transforma en esos trastornos y comportamientos que ya he mencionado. Hay mujeres que tienen la capacidad de hablar después de que ha pasado muy poco tiempo y hay otras a las que toma años de años, como en el caso de Martina.

Pasaron treinta minutos en los que Martina me relataba su historia, nunca levanto la mirada. Solo lo hizo en el momento en que le compartí la historia de otra mujer como ella y a la que Dios sano casi treinta años después de haber abortado. Me escuchaba con atención, hasta que finalmente me miró. Lo hizo cuando le hable de la comunión de los santos, de que ella tenía un hijo en el cielo al que le podía poner un nombre. Ella podía empezar una relación con él y podría tener la seguridad que un día podría verlo en el cielo. La invite a confiar en el proceso misericordioso al que ella misma había abierto la puerta con esa confesión. Cuando una mujer finalmente reconoce su necesidad y tiene la valentía de hablar sobre lo que ha hecho, ha empezado a caminar por el camino de la sanación. En mi próximo post hablaré sobre esto.

Oremos por todas aquellas mujeres que tendrán que llenarse de valor para tener un bebe no deseado: “Amante Padre en los cielos, tú me creaste, y tú estás formando al bebé en mi vientre. Ayúdame a amar a este bebé que has hecho. Otórgame la gracia de enfrentar mis problemas con valor. Madre Santa María, ayúdame a traer esta nueva bendición al mundo con la gratitud y el amor con los que trajiste a Jesús. Te lo pido en su nombre. Amén.

[1] El libro de oraciones Gabriel, Diácono Roy Barkley.

FIRMASHEILA

Sheila Morataya
Austin, TX
www.sheilamorataya.com
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Sheila Morataya es la Editora de la sesión de la mujer desde la creación de encuentra.com Es psicoterapeuta, coach de vida y talento para la radio y la televisión en los Estados Unidos. Actualmente es Productora Ejecutiva para Relevant Radio en español en los Estados Unidos. Autora de 6 libros entre ellos «El espejo: ámate tal como eres».

Cuando no está trabajando puedes encontrarla sembrando flores, dando clases de desarrollo personal a jovencitas o cocinando para su familia. Puedes escribirle a  sheila@sheilamorataya.com

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5 comentarios

  1. Es un dolor que nunca se va a ir .
    Quién pudiera volver el tiempo atras y poder detener el tiempo . No cometer el error más grande de mí vida y tener ese bebé hoy con migo.

  2. Querida amiga: dices bien, jamas se olvida porque un hijo Es un hijo. Recuerda a ese hijo, celebrando una misa para el, poniendole un nombre y entablando amistad con el. Tu experiencia se transformara porque El nombre de Dios Es misericordia.

  3. al leer tu texto me hizo pensar en lo maravilloso que hubiera sido tenerlo pero acepto que soy cobarde y opte por tomar esa decisión que me lamento hasta el dia de hoy. 🙁 eso jamas se olvida

  4. Muchas gracias Arturo, es un tema que nos hace sufrir a todos los que creemos que la vida es de Dios. Gracias por seguir orando por ellos. Dios te bendiga.

  5. Gracias, porque con tus textos además nos enseñas a todos cual debe ser nuestra actitud, nunca juzgar, proporcionar orientación y compartir nuestra experiencia de misericordia del Padre que nos espera desde hace mucho, en la entrada de su Casa, esperando que seamos aquel que se acerca por el camino, viendo desde lejos, para ir a nuestro encuentro, abrazarnos y devolvernos la dignidad que habíamos perdido.

    Bendiciones Sheila y sigo con mi oración por los bebés que están en peligro de ser abortados.

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