El hecho de compartir con los pobres lo que poseemos nos dispone a recibir ese don… La limosna educa a la generosidad del amor.» – Benedicto XVI
La Cuaresma nos invita a la conversión, y a la vez nos presenta algunos de los medios más efectivos y tradicionales para alcanzarla. Por siglos la Iglesia ha seguido el camino del compartir la abundancia con los pobres como una manera de padecer con ellos y colaborar para su mejoría.
Es importante diferenciar la limosna de la fialntropía. La limosna que practican los cristianos no tiene como fin el ganarse la fama de bondad entre la comunidad, sino que nace de la sincera caridad que persigue la plenitud del prójimo.
En palabras de Benedicto XVI, la limosna «representa una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, un ejercicio ascético para liberarse del apego a los bienes terrenales. Cuán fuerte es la seducción de las riquezas materiales y cuán tajante tiene que ser nuestra decisión de no idolatrarlas, lo afirma Jesús de manera perentoria: «No podéis servir a Dios y al dinero».»
¿Para qué sirve dar limosna?»
«La limosna nos ayuda a vencer esta constante tentación educándonos a socorrer al prójimo en sus necesidades y a compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina. Las colectas especiales en favor de los pobres, que en Cuaresma se realizan en muchas partes del mundo, tienen esta finalidad. De este modo, a la purificación interior se añade un gesto de comunión eclesial al igual que sucedía en la Iglesia primitiva»
«Según las enseñanzas evangélicas no somos propietarios de los bienes que poseemos, sino administradores: por tanto, no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama, a cada uno de nosotros, a ser un medio de su providencia hacia el prójimo».
La limosna debe ser secreta
Nuestra limosna pierde parte de su sentido y de su integridad si la damos pensando en ganar fama ante los hombres. El secreta de la limosna proviene de la sincera caridad con que la damos. Si en verdad nos preocupa que el prójimo no pase necesidades materiales ni espirituales, pondremos en él una atención personalizada.
Al respecto, el Papa Benedicto XVI nos enseña: «El Evangelio indica una característica típica de la limosna cristiana: tiene que ser en secreto. (…) Queridos hermanos y hermanas, que esta conciencia acompañe cada gesto de ayuda al prójimo, evitando que se transforme en una manera de llamar la atención».
Cómo creyente en las causas sociales y activista de alma en las mismas consideró que quién perpetua la limosna también prolonga la existencia de la pobreza y detrás de ello no puede haber sino un alma perversa y sádica. No creo en absoluto que Cristo como otros tantos líderes religiosos y carismáticos que han existido y existen aún, quieran mandar este mensaje. ¿Por qué no pensar más bien en unirnos con estos pobres históricos y nuevos y crear movimientos sociales que catapulte la posibilidad de un bienestar mejor a riesgo de perder nuestras posiciones de privilegio?