La relación sexual humana no es únicamente una función biológica. Cada acto sexual involucra las emociones, la mente y la voluntad, requiriendo una decisión.
Por el Padre Patrick Welch, CSSR, JCD, doctor en derecho canónico. Tiene además una vasta experiencia pro vida y es presidente de Human Life International.
1. Dios, la Iglesia y el matrimonio
En 1968, Su Santidad Pablo VI presentó al mundo su encíclica Humanae Vitae («Sobre la vida humana»). Decir que este documento papal causó sorpresa, indignación y burla entre muchos dentro de la Iglesia y de la sociedad, es decir poco. Ya era conocida la doctrina católica que condenaba el uso de los métodos artificiales para controlar la natalidad. Sin embargo, se creía que el Papa Pablo VI modificaría esta enseñanza 1.
Opino que debido a la explosión del libertinaje sexual, el paganismo secular y el feminismo extremista en aquella época, muchas familias cayeron en la tentación de pensar que a sus matrimonios les faltaban los «ingredientes» para una «verdadera felicidad». Una de las bases para esa «verdadera felicidad», según lo que dice el mundo secular y pagano, es la unión sexual sin procreación. A su vez, algunos teólogos, bajo la falsa creencia de que la conciencia humana ofrece mejores garantías que la Iglesia en la interpretación de la Ley de Dios2, dejaron de explicarles a las familias las razones por las cuales la Iglesia condena el uso de los métodos artificiales para controlar la natalidad.
En Humanae Vitae se explica que el amor conyugal «revela su verdadera naturaleza y nobleza» cuando se considera que éste debe ser reflejo de Dios, porque Dios es Amor3. Por lo tanto, si Dios nos ama con un amor total, de la misma manera el hombre y la mujer en el matrimonio se deben amar totalmente. La unión conyugal de un hombre y una mujer constituye la unión de dos personas creadas por Dios, con todas sus características biológicas, emocionales, mentales y sociales. No es posible separar ninguna de estas características de un ser humano. En efecto, el matrimonio requiere la aceptación total y mutua del hombre y de la mujer, lo cual incluye la capacidad procreativa de cada uno.
Intentar desligar, dentro de la relación sexual, la capacidad procreativa de la capacidad unitiva, es, en efecto, intentar «re-crear» un hombre y una mujer muy distintos a aquellos que Dios creó. Esta situación tiene consecuencias graves y sobrenaturales: «Seréis como dioses», juró en falso satanás a Adán y Eva.
¿Qué enseña la Humanae Vitae sobre la felicidad conyugal? El respeto y la protección mutua de la dignidad integral del hombre y la mujer exige el respeto de los designios que Dios tiene para el sacramento del matrimonio como instrumento de salvación para la vida eterna. La contracepción es contraria a todas las virtudes, comenzando por la castidad. En cambio, la planificación natural de la familia exige, en primer lugar, la castidad; y mediante la castidad, se solidifican todas las demás virtudes dentro del matrimonio. La contracepción, en cambio, promueve la posesión del cónyuge. Por otro lado, la planificación natural de la familia promueve una entrega distinta: el sacrificio personal y mutuo. Y todos los matrimonios felices saben que el sacrificio es cuna del amor verdadero, teniendo como primer ejemplo a Cristo Redentor.
¿Ven cómo un matrimonio que participa en el plan conyugal de la Iglesia puede ser reflejo y presencia de Dios? Así lo asegura Su Santidad Juan Pablo II en su libro Amor y Responsabilidad, escrito en 1960, donde explica que el amor verdadero desea el bien sin límites para el cónyuge, lo cual es precisamente «desear a Dios para esa persona»4.
Evangelium Vitae completa Humanae Vitae. Como saben, Evangelium Vitae («El evangelio de la vida») fue escrito por el Papa Juan Pablo II en 1995. En una parte de esta encíclica, se habla de la ley natural con respecto a la biología humana y se dice lo siguiente: «La ley moral les obliga [a los esposos]…a respetar las leyes biológicas inscritas en sus personas. Precisamente este respeto legitima…el recurso a los métodos naturales de regulación de la fertilidad»5. En cambio, la contracepción requiere una alteración física del cónyuge a través de los métodos químicos, quirúrgicos o externos. Para la práctica de la planificación natural de la familia, es lógicamente necesaria la comunicación entre el hombre y la mujer. Por otro lado, la contracepción hace intolerable la comunicación y la consideración mutua y genuina6.
Sé que algunos me dirán que sí hay comunicación entre la pareja bajo la nueva modalidad del «sexo seguro». En primer lugar, no existe tal cosa como el «sexo seguro». Y en segundo lugar, la frase «sexo seguro» no es más que un reciclaje de aquella falsa frase de la década de 1960 de «amor libre».
El Catecismo de la Iglesia Católica también trata la conexión que debe existir entre la capacidad unitiva y la capacidad procreativa del matrimonio: «Por la unión de los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de los esposos y la transmisión de la vida. No se pueden separar estos dos….valores del matrimonio sin alterar la vida espiritual de los cónyuges ni comprometer los bienes del matrimonio…» .7 Vean entonces que la contracepción ataca, de un solo golpe, la transmisión de la vida y el bienestar íntegro conyugal.
2. El ser humano como «objeto sexual»
¿Qué sucede cuando se separa deliberadamente la capacidad unitiva de la capacitad procreativa dentro del matrimonio? Se objetiviza tanto al hombre como a la mujer. Así lo predijo Su Santidad Pablo VI en Humanae Vitae: «Podría también temerse que el hombre, habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, acabase por perder el respeto a la mujer y, sin preocuparse más de su equilibrio físico y psicológico, llegase a considerarla como simple instrumento de goce egoístico y no como a compañera, respetada y amada»8.
Esta trágica despersonalización de la mujer sucede de igual manera en el hombre. No es solamente la mujer la que se convierte en un «objeto sexual». También el hombre pierde el sentido de su integridad y dignidad, convirtiéndose en una criatura a quien sólo le interesa satisfacer un creciente apetito sexual. En muchas ocasiones, puede producirse en la mujer una dependencia emocional irracional en la carnalidad; en otras palabras: solamente se «siente amada» cuando se «siente deseada»9.
Dado que la contracepción se enfoca en la capacidad unitiva, se desata entonces una furia y obsesión por el placer sexual. Según la mentalidad contraceptiva, el ser humano tiene «necesidades» físicas sexuales que tiene que satisfacer. ¡Observen la inconsistencia: curiosamente, la actividad sexual, descrita exclusivamente en términos de funciones biológicas naturales, requiere de métodos para controlar la natalidad que son artificiales!10
Sin embargo, la relación sexual humana no es únicamente una función biológica. Nosotros sabemos que cada acto sexual involucra las emociones, la mente y la voluntad, requiriendo una decisión. Y con cada decisión hay una responsabilidad. El ser humano, a diferencia de los animales, tiene la capacidad de gobernar su conducta sexual. Por lo tanto, cada acto sexual es un acto personal con las necesarias consecuencias morales; e igualmente, cada acto contraceptivo tiene sus correspondientes consecuencias11.
3. Las consecuencias de la mentalidad contraceptiva
Los medios de comunicación audiovisuales con contenido sexual, los talleres y estudios seculares para «mejorar la vida sexual», la «educación» sexual secular en las escuelas, la promiscuidad, el adulterio, el divorcio; la actividad sexual premarital, la pornografía, la pedofilia, la violencia doméstica, el hostigamiento sexual en el trabajo, la violación y el incesto, la homosexualidad y el aborto, no son más que el resultado de la disponibilidad de actos sexuales ilimitados sin responsabilidad procreativa 12.
Debido a que la contracepción facilita e impulsa a experimentar con el acto sexual fuera del matrimonio, no es sorprendente ver que nuestra sociedad se encuentre obsesionada con el sexo13. Pero, ¿han observado el vacío, la frustración y el disgusto que dejan estas experiencias sexuales?
Esta misma frustración y desasosiego se manifiestan en la violencia doméstica y en el maltrato físico, emocional y sexual de los niños, siendo el aborto el acto más grave perpetrado contra estas inocentes víctimas14. Como la mentalidad contraceptiva va estableciendo en la pareja una insensibilidad hacia la concepción, el aborto se convierte en un método contraceptivo adicional 15. A su vez, el aborto causa un terrible daño emocional en la mujer y en el hombre. Una de las consecuencias del aborto es que deja una severa desconfianza y resentimiento entre la pareja, que casi siempre pone fin al matrimonio16. En los jóvenes, las experiencias sexuales premaritales los llevan a la depresión, el suicidio, las violaciones sexuales, la delincuencia, la drogadicción, los asesinatos y el desinterés por los estudios17.
La mentalidad contraceptiva tira el anzuelo de una promesa, aunque falsa, de que esta próxima experiencia sexual llenará el vacío que dejó la experiencia sexual anterior. Irónicamente, el vacío existencial sólo aumenta. Y ante la presencia de un vacío existencial del que nadie puede escapar, el ser humano toma el camino de la auto-destrucción o de la destrucción de los demás, manifestándose, por ejemplo, en los crímenes de la eutanasia y el suicido asistido, que constituyen la claudicación definitiva ante una existencia que se percibe como carente de sentido18.
Por último, la contracepción afecta la nación y su economía. Ante la disminución de la tasa de nacimientos, la nación carece de la productividad económica que sólo una fuerza laboral suficientemente joven y numerosa puede hacer realidad. La construcción, el transporte, la educación y las empresas se ven afectados porque no hay obreros, conductores, maestros ni consumidores19.
Esa es la cultura de la muerte.
4. Los proponentes de la mentalidad contraceptiva
Los proponentes de la mentalidad contraceptiva nos han dejado una humanidad profundamente herida y confundida. Los «reintérpretes» de la sexualidad humana siempre son defensores acérrimos de la contracepción. Examinemos dos de los principales proponentes de la actividad sexual ilimitada y sin responsabilidad conyugal ni procreativa: Margaret Sanger y el Dr. Alfred Kinsey.
Sanger nació en Nueva York, en el año 1879, en una familia católica de once hijos. Recibió los sacramentos del bautismo y la confirmación, y durante su niñez mostró cierto interés por la fe. No obstante, cuando fue a la universidad, se involucró en relaciones sexuales premaritales y en el feminismo extremista, creyendo que todo ello constituía la «libertad verdadera».
Trabajó como maestra de niños de edad pre-escolar, pero pronto se aburrió. Se casó por dinero con un arquitecto que la quiso mucho y con quien tuvo tres hijos. A pesar de que su esposo William intentaba complacerla con viajes y lujos, Sanger siempre estaba insatisfecha. William comenzó a asistir a reuniones de comunistas donde, entre otras cosas, se defendía la «liberación sexual» y el control de la natalidad, todo lo cual cautivó el interés de Sanger.
Poco después, Sanger trabó amistad con varios intelectuales de la sociedad que fomentaban ideas liberales. Sanger siempre quería hablar sobre el «sexo libre». Ya no le interesaba quedarse en la casa para atender a su esposo e hijos; ahora sólo hablaba de «liberarse» de la «tiranía» del matrimonio. Preocupado por el estado del matrimonio, su esposo William se llevó a su familia a París en un último viaje de reconciliación, sin resultado. Sanger regresó con los hijos a Estados Unidos y William se quedó en Francia.
De regreso a Nueva York, Sanger comenzó a publicar folletos y revistas donde promovía la promiscuidad y la contracepción. Debido a que el contenido de sus publicaciones era pornográfico, Sanger fue arrestada por violar las leyes contra la pornografía vigentes en aquel entonces. Temiendo que en el juicio sería condenada a prisión, Sanger huyó a Inglaterra donde se juntó nuevamente con intelectuales que apoyaban sus ideas y que participaban de su estilo de vida de experimentación sexual ilimitada.
De regreso a los Estados Unidos, Sanger lanzó una campaña publicitaria a su favor, con la que logró ganar legalmente su caso. Más tarde abrió una clínica para el control artificial de la natalidad. Pero las autoridades se la clausuraron. Sanger se dio cuenta entonces de que tenía que ganar más adeptos para su causa y comenzó a cultivar amistades entre las personalidades del gobierno, de la alta sociedad y del arte. También comenzó a publicar otra revista.
Durante ese tiempo se murió su hija de pulmonía y sus otros hijos se sentían abandonados. Sanger comenzó entonces a practicar el ocultismo. También se casó nuevamente por dinero con el millonario Noah Slee, pero bajo unas condiciones que le permitían mantener una vida «privada», que no era otra cosa que mantener una vida de relaciones sexuales extramaritales.
Durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, Sanger apoyó los programas de eugenesia, esterilización, eutanasia, aborto e infanticidio del gobierno nazi en Alemania. Pero conforme avanzaba la guerra y se tuvo conocimiento de las muertes y las atrocidades cometidas por Hitler y los nazis, Sanger vio que tenía que salvar su imagen y rápidamente comenzó de nuevo su organización en 1942, que se llamaba «La Liga para el Control de la Natalidad», bajo un nuevo nombre benigno pero engañoso: «Planned Parenthood Federation of America» («Federación de Paternidad Planificada de Estados Unidos»). Luego, en 1952, ayudó a fundar la «International Planned Parenthood Federation» o IPPF («Federación Internacional de Planificación de la Familia»). La IPPF es la agencia no gubernamental que más promueve el aborto y la contracepción en todo el mundo y tiene filiales también en toda la América Latina. La filial de la IPPF en Argentina se llama Asociación Argentina de Protección Familiar (AAPF). Con este cambio y ocultando sus ideas más extremistas, Sanger logró atraer el apoyo de otras organizaciones que de verdad sí estaban a favor de la familia, con lo cual consolidó su posición.
Al final de su vida, Sanger se refugió más en el ocultismo, muriendo alcohólica y adicta a las drogas20.
El Dr. Alfred Kinsey nació en 1894 en Nueva Jersey. Sus padres eran metodistas de la estricta observancia. Kinsey nunca quiso mucho a sus padres. En la universidad, a Kinsey no se le conocía por ser sociable ni por estar interesado en tratar con las muchachas. No obstante, demostraba ser inteligente en sus estudios de zoología.
Fue durante esa época estudiantil que Kinsey se declaró ateo. Se interesó en las teorías de la evolución de Charles Darwin, lo cual lo llevó a apoyar la eugenesia. También se interesó en las ideas de Aldous Huxley, que proponía que solamente la metodología científica podía probar los hechos y que ninguna otra autoridad, ni siquiera la Iglesia, tenía credibilidad. Además, los libros de Aldous Huxley proponían una sociedad donde la procreación humana era controlada por leyes eugenésicas.
Durante este tiempo, Kinsey comenzó a participar como guía en las actividades de los «Boy Scouts» (Niños Escuchas/Cobitos). Parece ser que fue en esta época que comenzó a experimentar con la pedofilia (relaciones sexuales con niños), la homosexualidad y el exhibicionismo. Más tarde, Kinsey logró que se eliminara la condenación de la masturbación que antes existía en el manual de los Boy Scouts.
Luego, Kinsey se casó con Clara Braken, con quien tuvo cuatro hijos. Kinsey mantuvo una vida aparte de su familia, ya que continuaba con sus actividades con los Boy Scouts y nunca viajaba con su esposa y sus hijos, excepto para llevarlos a campamentos de nudismo. Impuso sus ideas sobre una sexualidad sin inhibiciones, ya que obligaba a su familia a practicar el nudismo. Al mismo tiempo, asistía con ella a la iglesia protestante. Más tarde, cuando algunos estudiantes de la Universidad de Indiana solicitaron un curso sobre la sexualidad humana como preparación para el matrimonio, Kinsey fue reclutado.
Uno de los primeros «logros» de Kinsey fue que se retirara la restricción de que solamente los estudiantes comprometidos para casarse podían tomar el curso sobre la sexualidad humana. Alegando que hacían falta estudios sobre la sexualidad humana para una enseñanza adecuada de la misma, Kinsey comenzó sus investigaciones universitarias sobre este tema. Para consolidar su reputación, Kinsey buscó la publicidad y la aceptación de personalidades conocidas en la sociedad.
Fue entonces que Kinsey comenzó sus experimentos sexuales en adolescentes, niños e infantes, dando acceso a pedófilos, abusadores de niños y prisioneros con historial de abuso y demencia sexual. También filmó muchos otros experimentos realizados en adultos, haciendo co-partícipe a su esposa Clara. Dichos experimentos no eran más que actividades depravantes.
Mediante estos experimentos fraudulentos, cuyas trágicas circunstancias quedaron ocultas, Kinsey quería demostrar lo que siempre había sostenido y vivido: que todo ser humano tiene «necesidad» de una vida sexual sin restricciones y que el deseo y la «necesidad» de llevar a cabo actividades sexuales comienza en la infancia.
Debido a que Kinsey era un profesor universitario que había obtenido su reputación a través de los medios publicitarios, los resultados de sus estudios causaron sensación en la sociedad y no fueron cuestionados. Los estudios de Kinsey, publicados durante las décadas de 1940 y 1950, sirvieron de catalizador para la revolución sexual durante la década de 1960, que incluyó la implementación de la «educación» sexual en las escuelas, la reducción de las penas para los crímenes sexuales y la introducción de la cláusula del consentimiento mutuo para el divorcio21.
5. La mentalidad contraceptiva en la Argentina
Lamentablemente América Latina, y concretamente la Argentina, no se escapan de la influencia de esta mentalidad anticonceptiva y hedonista, que tiene sus raíces ideológicas, en cuanto a este siglo se refiere, en personas como Sanger y Kinsey.
Argentina ha tenido, desde mediados del siglo XX, tasas moderadas de natalidad. La tasa global de fecundidad, es decir, el número promedio de hijos por mujer en edad fértil, disminuyó de 3,2 hijos en 1947 a 2,9 hijos en 1990. Hay que darse cuenta de que para que un país evite el peligroso envejecimiento de su población, necesita una tasa de natalidad de por lo menos 2,2.
Durante el tercer gobierno constitucional de Juan D. Perón, en 1974, se dictó el decreto 659/74, que prohibía el desarrollo de actividades destinadas al control natal. La anticoncepción dejó de practicarse en los hospitales públicos, quedando reducida a la actividad médica privada. En 1987, el presidente Raúl Alfonsín, mediante el decreto 2274/87, derogó la disposición anterior, por lo que a partir de entonces, la actividad contraceptiva vuelve a realizarse en los centros estatales de salud.
Según una estadística efectuada en los alrededores de la ciudad de Buenos Aires, utilizaban métodos anticonceptivos: a) el 70% de las mujeres entre los 25 y 39 años; b) el 40% de las mujeres entre los 20 y 24 años y entre los 40 y 44 años; y c) el 20% de las menores de 20 años. Entre las usuarias, cada método tenía esta preferencia: a) el 34% usaba pí1doras; b) el 15% preservativos; c) el 12% dispositivos intrauterinos; d) el 8% inyecciones contraceptivas; e) el 8% el onanismo; f) el 4% la ligadura de trompas; g) el 6% los métodos caseros -yuyos; y h) finalmente, el 13% utilizaba la combinación de varios métodos simultáneamente22.
Debemos contrarrestar esta «cultura» anticonceptiva con una cultura de la castidad y de la planificación natural de la familia para aquellos esposos que tengan motivos serios para espaciar los nacimientos de sus hijos.
Muchas gracias y que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro los proteja siempre.
Citas: 1. What went wrong with Vatican II, Ralph McInerney, Sophia Institute Press, 1998, páginas 41-48. 2. Ibíd., 85-88. 3. Humanae Vitae, Su Santidad Pablo VI, El Vaticano, 1968, número 8. 4. Love and Responsibility, Su Santidad Juan Pablo II, Ignatius Press, 1993, página 138. 5. Evangelium Vitae, Su Santidad Juan Pablo II, El Vaticano, 1995, número 97. 6. 50 Questions on the Natural Law, Charles Rice, Ignatius Press, 1993, página 254. 7. Catecismo de la Iglesia Católica, El Vaticano, 1992, número 2363. 8. Humanae Vitae, Su Santidad Pablo VI, El Vaticano, 1968, número 17. 9. Sexual Wisdom, Dr. Richard Wetzel, Proctor Publications, 1998, página 158. 10. Ibíd., página 158. 11. Why Humanae Vitae was Right, Dra. Janet Smith, Ignatius Press, 1993, página 426. 12. Contraception and Common Sense, Dr. Les Hemmingway, Park Press Quality Printing, 1997, páginas 26-42. 13. The Doctor and Christian Marriage, Dr. H. P. Dunn, Alba House, 1992, páginas 58-59. 14. Soft Porn Plays Hard Ball, Dra. Judith Reisman, Huntington House Publishers, 1991, página 54. 15. The Facts of Life, Dr. Brian Clowes, Human Life International, 1997, páginas 27-28.16. Ibíd., páginas 36, 56-59; From Contraception to Abortion, Padre Paul Marx, OSB, PhD, Human Life International, 1983. 17. Soft Porn Plays Hard Ball, Dra. Judith Reisman, Huntington House Publishers, 1991, páginas 149-155, 157-158; What\\’s Wrong with Sex Education?, Dr. Melvin Anchell, Human Life International, 1993, páginas 16-20, 42-45, 49, 72-74, 86-89. 18. The Facts of Life, Dr. Brian Clowes, Human Life International, 1997, página 133. 19. The Cost of Abortion, Lawrence Roberge, Four Winds, 1995, páginas 41-49, 51-68. 20. Grand Illusions: The Legacy of Planned Parenthood, George Grant, Highland Books, 1998, páginas 65-76; Informe sobre la IPPF (Miami: Vida Humana Internacional, 1998), totalmente documentado. 21. Kinsey: Crimes and Consequences, Dra. Judith Reisman, The Institute for Media Education, 1998, páginas 4-16, 26-33, 51-71, 74-84, 166-174, 176-181, 192-198, 202-205, 211-212, 215-220, 229-230, 232-236, 241-243, 244. 22. «Fecundidad y práctica anticonceptiva en el Conurbano de Buenos Aires: nuevos datos, nuevos interrogantes», de Elsa López, ponencia presentada en las II Jornadas Argentinas de Estudios de la Población, página. 459.
en Mexico se tiene una gran influencia de estados unidos, los libros de texto de primaria y secundaria en 2011 promueven los medios artificiales de control natal con informacion incompleta.nada dicen de la abstinencia, de un ejercicio maduro de la sexualidad, etc. etc. se hesta banalizando la sexualidad
Es verdad, es un excelente artículo, y creo que es cada vez más urgente y necesario el hablar de estas cosas, el anunciar, el denunciar, el no quedarnos callados. Estos aspectos de la bioética tienen que ser mucho más conocidos y divulgados.
Es un artículo excelente que nos da mucha claridad para ver la importancia de la castidad en la vida de todo ser humano. Felicito al padre.
Es un artículo excelente que nos da mucha claridad para ver la importancia de la castidad en la vida de todo ser humano. Felicito al padre.
Es un artículo excelente que nos da mucha claridad para ver la importancia de la castidad en la vida de todo ser humano. Felicito al padre.