Una de las alegrías de ser sacerdote u obispo es celebrar las bodas y la renovación de las promesas matrimoniales de parejas que han estado casadas durante muchos años.
Puede darse una especie de irradiación en estas parejas; como si el amor de Dios y el amor del esposo y la esposa resplandeciera a través de ellos. Cuando estoy con estas parejas, a veces pienso: Así es como se manifiesta el amor cuando uno se entrega a otra persona para toda la vida. Es algo verdaderamente hermoso.
Por eso me siento entusiasmado por una nueva iniciativa de mis hermanos obispos de la Conferencia Católica de California.
La hemos llamado “Irradiar amor” y el propósito que perseguimos con ella es inspirar una renovada reflexión sobre la alegría y la belleza del matrimonio, sobre la bendición que son los hijos y la familia, y sobre la importancia del matrimonio y la familia para la salud de las personas y para el bienestar de la sociedad.
Hemos creado un sitio web (cacatholic.org/radiatelove), en el que encontrarán recursos que pueden utilizar en sus hogares, parroquias y ministerios, que incluyen consejos prácticos para el fortalecimiento de los matrimonios y las familias y reflexiones espirituales de mis hermanos obispos. El sitio se actualizará con frecuencia, así que los aliento a registrarse para recibir los materiales más recientes.
Como lo dijo San Pablo, el matrimonio es un gran misterio.
Tengo la esperanza de que esta nueva iniciativa nos ayude a todos los que formamos parte de la Iglesia a que nuestro asombro y admiración ante este misterio se incremente. Debemos darnos cuenta nuevamente de que cuando un hombre y una mujer se casan sus vidas llegan a formar parte de algo mayor, del misterioso plan de amor de Dios para la creación.
Las Sagradas Escrituras comienzan con el matrimonio de Adán y Eva en el jardín del Edén y terminan con las bodas de Jesucristo con su esposa, la Iglesia.
Desde el principio de la creación hasta el final de la historia, el plan de Dios es el de crear, a partir de todos los pueblos de la tierra, una única familia, la familia de Dios.
El misterio del matrimonio es la clave de ese plan, y el matrimonio revela el significado y el destino de la persona humana.
El Catecismo dice: “La vocación al matrimonio está inscrita en la naturaleza misma del hombre y de la mujer tal como salieron de las manos del Creador”.
Nosotros fuimos creados para el amor; cada uno de nosotros fue creado a imagen de Dios que es amor. Y en el amor entre marido y mujer podemos tener una imagen del amor que está en el corazón de la Santísima Trinidad.
El matrimonio es una institución humana, pero, vivido en el Señor, es mucho más que eso.
Jesús realizó su primer milagro en unas bodas, al convertir el agua en vino. Y ahora todo matrimonio es algo sagrado, algo santo, un amor humano que participa de un amor divino.
Cuando un hombre y una mujer se convierten en marido y mujer, Jesús une sus dos vidas y las transforma en una sola, en una amistad de amor que quiere que dure para siempre.
Los caminos separados que un hombre y una mujer determinados han recorrido, se convierten ahora en un solo camino por el que avanzan siguiendo a Jesús, un solo camino que los llevará al cielo.
El matrimonio es verdaderamente un gran misterio. Es también una vocación, un llamado del Señor.
Al avanzar en compañía de Jesús, el amor de la pareja crece y se profundiza día con día; y las vidas de ambos penetran en el misterio del plan de amor de Dios para su familia humana.
Jesús llama a la pareja de esposos a que ellos vivan su amor hasta que la muerte los separe. Los llama a entregarse a sí mismos en el amor y a renovar la faz de la tierra con los hijos, que son los frutos de su amor y del inestimable amor de nuestro Creador.
El amor es siempre fecundo, es siempre una fuente de vida. Y el amor conyugal está siempre abierto a la hermosa posibilidad de traer nueva vida al mundo.
“Ya no son dos, sino una sola carne”, nos dicen las Escrituras. En este vínculo de amor, la pareja participa en el misterio de amor del Creador, y unidos a Dios engendran hijos e hijas, creados a su imagen y semejanza.
Todo hijo es un don y una responsabilidad. Dios les confía a los padres el deber de educar a sus hijos para que conozcan a Jesús y para que sigan el camino que Él determinó para sus vidas, de modo que ellos también puedan desempeñar el papel que les corresponde dentro del maravilloso plan de Dios para la creación.
Oren por mí y yo oraré por ustedes.
Y pidámosle a María, nuestra Santísima Madre, que ella nos ayude a formar una nueva generación dentro de la Iglesia, una generación que irradie amor, que sepa que estar casados y tener hijos es una gran aventura y una misión de amor. ¡Y también una hermosa manera de vivir la vida!
19 de agosto de 2024
Los escritos, homilías y discursos del arzobispo se pueden encontrar en ArchbishopGomez.com
El obispo José H. Gomez es actualmente Arzobispo de Los Ángeles, California, la comunidad católica más grande en USA. Es también Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos y forma parte de la Comisión Pontificia para América Latina.
En su ministerio, el Arzobispo José Gómez anima a la gente a seguir a Jesucristo con alegría y sencillez de vida, buscando servir a Dios y a sus vecinos en sus actividades diarias ordinarias.
Ha desempeñado un papel decisivo en la promoción del liderazgo de los hispanos y las mujeres en la Iglesia y en la sociedad estadounidense. Es miembro fundador de la Asociación Católica de Líderes Latinos y de ENDOW (Educación sobre la Naturaleza y la Dignidad de las Mujeres).
Durante más de una década, el Arzobispo Gómez ha sido una voz clara sobre cuestiones morales y espirituales en la vida pública y la cultura estadounidense. Ha desempeñado un papel principal en los esfuerzos de la Iglesia Católica para promover la reforma migratoria y es autor, entre otros libros, del titulado: Inmigración y la próxima América: renovando el alma de nuestra nación.