La muerte es un tema fuerte de la vida en el que no pensamos con frecuencia. A veces inclusive vivimos como si nunca fuéramos a morir. Pero morimos y lo hacemos a veces en un segundo, el segundo de Dios pues es El quien da y quita la vida. Por ello si bien es bueno tener metas, debemos saber que nuestras vidas están siempre está en manos del buen Dios.
Hoy escribo estas palabras, porque me ha impactado mucho la muerte de un joven seminarista en Roma, el hermano Anthony Freeman quien muriera después del día de Pascua. Estaba por ser ordenado diácono. En todas sus fotos se le ve radiante, lleno de vida. Nos recuerda el salmo 27, que han puesto en su página de Internet: “Yo busco tu rosto Señor” (Salmo 27, 8)
Tenía solo treinta años, acababa de escribir un libro “One Step Closer” en el que daba consejos a los milenios. Tenía muchos proyectos para realizar en la evangelización. Lo encontraron muerto y apenas llegaba a los treinta años.
Entonces pensé en mi vida, en mis proyectos profesionales en el mundo, quizás en mis sueños y también en mi legado.
Reflexiono a menudo: “¿Si me llamas hoy Señor que llevaré en mis manos para mostrarte? ¿Habré cumplido tus Mandamientos? ¿Amé cómo me has pedido? ¿Perdoné 70 veces siete?”
Y me pregunto: “¿Qué es lo realmente importante?” Yo creo que es importante estar claros en el sentido de estar vivos y sobre todo del seguimiento de Cristo. Vivir preparados.
«Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.» (Mateo 25, 13)
En un momento podemos abandonar nuestra VIDA, para ir a la presencia de Dios. La línea es muy fina y por ello es importante orar. Orar todos los días. Orar de rodillas y rogando a Cristo Su Gracia. Esto requiere determinación, paciencia, confianza, fe, pues la Gracia viene y va.
Creo que si Dios me llamará hoy habría podido hacer más. Evangelizar más. Amarlo más. Verlo en los pobres y necesitados, abrazar más a los míos, perdonar de corazón, ser un sagrario vivo, llevando a Jesús a los demás.
Y es que Cristo es quien da sentido, profundidad y dirección a la vida.
¿Qué puedes hacer para dedicar más tiempo al Reino de Dios y su justicia? ¿Cómo vivir con la ilusión en el cielo y no en la tierra? ¿Quizá pedir más Fe? ¿Fidelidad? ¿Amor?
Desde esta hermosa capilla donde su amor lo impregna todo, yo le pido la humildad que todo lo comprende y el desprendimiento del yo, que a veces me hace caer, y que es gigante.
Por favor Jesús, concédeme tu Gracia.
Sheila Morataya
Austin, TX
sheilamorataya.co
