Jesús es el regalo más esperado

BlogSHEILAjesusLa navidad como búsqueda, como encuentro, como júbilo, como el viaje más cargado de sentido que a lo largo de nuestra vida hicimos. La navidad es la época que tú y yo esperamos, vivimos y celebramos con ansias cada año. En nuestra época, sabemos que todos aquellos que venden algo, aprovechan estos días para elevar los números en sus ventas. En los Estados Unidos se sustituyo por mucho tiempo el Feliz Navidad, por Felices Fiestas pues no todos creen en que Jesús se hizo Dios en la tierra. Tú y yo si lo sabemos, para nosotros no se trata de regalos, los compramos y los damos, claro que sí, pero lo hacemos porque en ellos se da un intercambio de amor y regocijo por ese Niño que nació en Belén, que afortunadamente contó con unos padres, María y José.

El verdadero significado de la navidad se esconde en ese re-encuentro que tenemos con cada uno de los miembros de la sagrada familia. Es el re-descubrimiento del divino niño Jesús. Si, celebramos un año más la navidad, momento tan esperado por tantos en el mundo, es también la invitación que Dios te hace a manifestar el amor verdadero. Son 12 días previos de ejercicios espirituales que te pueden llevar a pedir perdón a alguien, de ascética del corazón que puede obligarte a visitar a los enfermos en los hospitales. Días en los que es preciso hacer una revisión profunda en la propia conciencia para encontrarte si has amado a lo largo del año como Jesús lo pide. Considero que hay cuatro estaciones que pueden ayudarte a profundizar en su mensaje y llamado para tu vida.

El viaje a Belén Lucas 2:1-5

“Por aquel tiempo, el emperador Augusto ordenó que se hiciera un censo de todo el mundo. Este primer censo fue hecho siendo Cirenio gobernador de Siria. Todos tenían que ir a inscribirse a su propio pueblo. Por esto, José salió del pueblo de Nazaret, de la región de Galilea, y se fue a Belén, en Judea, donde había nacido el rey David, porque José era descendiente de David. Fue allá a inscribirse, junto con María, que estaba comprometida para casarse con él y se encontraba en cinta”.

Viajo hacia mi interior y me veo inserta en esa escena: José llevando a María con el niño en su vientre, buscando formas de proteger a los dos siendo atento, fiel, noble y generoso. José volcado en su mujer y en el Niño Salvador del Mundo por nacer, olvidado de sí mismo, de sus necesidades, de si tenía sed o hambre. Todo lo que quería era encontrar un lugar seguro para su mujer y su niño que estaba por nacer. ¡Qué hermoso pasaje de la escritura! Este es tiempo de adviento, Dios Padre te hace la invitación a seguir de cerca a José, un hombre pobre y con un corazón profundamente noble y tierno. Me invita a pensar en mi propio corazón, ¿cuánta nobleza hay en el mío? ¿De qué formas puedo desprenderme de mis deseos, necesidades y anhelos para volcarme más en los otros? ¿Cuánto espacio ocupa el mundo por estos días y cuánto espacio queda para esperar al Niño que esta por nacer? ¡Mi Dios y mi Rey!

La Navidad Lucas 2:6-7

“Y sucedió que mientras estaban en Belén, le llegó a María el tiempo de dar a luz. Y allí nació su primer hijo, y lo envolvió en pañales y lo acostó en el establo, porque no había alojamiento para ellos en el mesón”.

La “imagen” de María y José puede que hayan sido el mayor obstáculo para que les abrieran las puertas de alguna casa ya que damos valor a las personas por como lucen. Trata de visualizar a esta pareja santa por un momento: millas y millas de viaje a pie, José cansado y con la barba crecida; María cubierta con humildes vestidos, me imagino que al mirarla estarías descubriendo a la humildad y sencillez misma, esas virtudes que las mujeres de hoy muchas veces confundimos con pobreza, cuando en realidad son ellas las que te ayudan a ser grande y eterna. Sin embargo, José y María tocaron, insistieron, rogaron, una y otra vez. Sin embargo el orgullo humano cerraba las puertas en sus santos rostros. “¡El establo! (debe haber pensado José) vamos y esperemos ahí a los animales no les importara que estemos en su territorio”. Y ahí, en medio de animales y con ese olor poco agradable, nace Nuestro Rey. El envoltorio es sencillo, una simple frazada que no alcanza a ser tan gruesa para protegerle del terrible frío. El Niño, llora, llora una y otra vez buscando el amor de José y María. Ellos ya se han ofrendado al amor mismo y tú, ¿vas a darle tu amor al niño? ¿Crees que podrías visitar un establo? Recibirás entonces el más hermoso de los regalos, el amor sublime de Cristo que no puede compararse al amor humano. Que sacia, que llena, que realiza, que abraza y no cansa.

La Adoración San Mateo 2:10-11

“Cuando los sabios vieron la estrella, se alegraron mucho. Luego entraron en la casa, y vieron al niño con María, su madre; y arrodillándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le ofrecieron oro, incienso y mirra”.

La Santa Escritura se refiere a los Reyes Magos como los sabios. Es que para poder ver lo que puede hacer Jesús por tu vida se necesita ese tipo de sabiduría: la que te lleva a no quedarte con los ojos pegados en la tierra. Es la sabiduría que reconoce que sin el soplo del amor divino no eres nada, que lo necesitas todos los días de la vida para vivir como hijo de Dios y para amar como verdadero discípulo de Jesús. ¿Has visto la estrella? Y si esa estrella hablara ¿qué crees que te diría ? Los regalos de los reyes eran de un enorme valor y significado para su tiempo, ¿Qué regalo le llevas tú al niño este año? Yo quisiera llevarle pobreza de espíritu, inteligencia obediente y el amor sin límites. Creo que esos regalos representarían oro, incienso y mirra, ¡Ah! E irán envueltos en ese gran regalo que te da a ti y a mí después de la vida: tú corazón ¡Que cofre más hermoso!

La huída a Egipto San Mateo 2:13-15

“Cuando ya los sabios se habían ido, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José, y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”.

La mayoría de personas no se preocupan por hacer amistad con su Ángel de la Guarda, inclusive yo misma ignore al mío durante muchos años de mi vida. Sin embargo, tu ángel te habla cada día al oído y en tiempos de navidad lo hace con más intensidad pero también de forma muy sutil ya que él te respeta pero no permitas que la calle con árboles y luces te deslumbren, ni que las fiestas te hagan olvidar que hay un niño recién nacido esperando en cada Iglesia. Si puedes, todos los días camino a las compras y a las fiestas, haz algo en la Iglesia y busca el pesebre y carga al niño, aférralo a ti como solo una madre o un padre que aman podría hacerlo. Huye del mundo y la falsedad de sus regalos, métete en lo que eres, no pierdas el sentido. No dejes que las luces y el bullicioso mundo ahoguen el llanto del niño que vino a dar la vida por ti, y que llora insistentemente para que lo escuches, lo mires y le des tu amor. ¡Vuélcate! Quiero pensar que aunque es el Rey de Reyes, nos necesita y espera nuestra respuesta generosa. Arréglate, baila, da y recibe regalos pero recuerda: celebramos al Niño que nos ha salvado.

La primera formadora es la madre,

FIRMASHEILA

Sheila Morataya
Austin, TX
sheilamorataya.co

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