Hay que despertarse católicos, hay que despertarse porque Dios nos necesita bien despiertos para poder llevar más almas a su Reino.
Estoy preocupada porque las personas hemos perdido la habilidad y hasta el deseo de pensar críticamente. No cuestionamos ni reflexionamos si esa lectura , ese taller, ese otro camino espiritual que queremos probar será bueno para nuestra alma, corazón y cabeza.
Estoy acostumbrada a las corrientes de espiritualidad que como meteoritos caen y destruyen así nuestras profundas convicciones católicas. La palabra de moda que sustituye a convicciones es «creencias». Según ellas, las creencias no son buenas ni malas. Entonces, ¿ puede hacer uno lo que le de la gana hacer consigo mismo? Y si esto es así, ¿para qué serviría el autocontrol y el ofrecimiento de de obras y de vida?
Además de ello, estas corrientes espirituales que no tienen nada que ver con un Dios personal hablan de domesticación, una a la que se nos somete de niño. Pero, ¿acaso no es la infancia el momento propio para pasar por esa domesticación? ¿ acaso no es cierto que esta domesticación es un gran bien para el que la recibe? pues la misma nos invita a ser generosos, obedientes, buenos, sinceros, y sobre todo, gente pensante. Acaso estas corrientes no hacen contigo lo mismo cuando ya eres adulto? No tengo ningún problema a seguir siendo domesticada en el sentido católico si esto me lleva a ser santa. ¿Por qué? sencillamente porque estas convicciones y las que elegí también en mi edad adulta, me han ayudado a convertirme en la mujer que soy.
Mis convicciones católicas me ayudaron a crecer en paciencia en un matrimonio en el que cada uno viene de otra cultura. Esta convicción me ayudaba a amar incondicionalmente y a mirar a mi marido con los ojos del amor de Cristo. ¿Quiere decir esto que me sacrifiqué por amor? por supuesto. Esto es lo que enseña nuestra Iglesia y lo que yo decidí hacer con mi libertad. Aquel que es verdadero católico y seguidor de Cristo sabe que el sufrimiento es parte de la identidad. Pero este no es un sufrimiento miserable. Este es un sufrimiento redentor, que vivido con convicción cristiana te lleva a tener simultáneamente la experiencia de la felicidad. Es un poder de Gracia el que se recibe cuando todo sufrimiento emocional o físico lo llevamos por Cristo. Es en esto lo que creemos tú y yo.
Por lo que las corrientes espirituales a las que me refiero, enseñan que no estamos aquí para sufrir sino para tener placer y ser felices. La verdad es que nosotros los cristianos también podemos tener placer. Dios nos lo concede por medio del matrimonio, los hijos, los amigos, la familia y la experiencia del logro personal y profesional.
Hoy escribo un poco de esto porque creo que se hace necesario que saber que si se van a seguir otras corrientes de espiritualidad , que no son religión, se sepa que ellas persiguen satisfacerse a uno mismo para ser feliz, libre, pleno. Una espiritualidad así, deja fuera el sentido de redención y de amor que trae Cristo. Como psicoterapeuta estoy familiarizada casi con todas y puede decir que ninguna de estas propuestas tiene la forma y el poder transformativo que yo misma he encontrado en Cristo Jesús. La verdad es que para mi Jesús es Dios y no un gurú, un iluminado o un maestro. Me gustan sus exigencias y sus límites.
Jesús venti.
Sheila Morataya
Austin, TX
www.sheilamorataya.com
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