En la víspera de Navidad, el Papa Francisco abrirá las Puertas Santas de la Basílica de San Pedro para inaugurar el Año Jubilar de 2025, que será celebrado por los católicos de todo el mundo y estará dedicado al tema de la esperanza.
Aquí en Los Ángeles, daremos comienzo a nuestra celebración local de este año de la esperanza el día 29 de diciembre, con la apertura ritual de las Puertas Santas de la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles, durante la fiesta de la Sagrada Familia.
Para el año que viene estamos planeando realizar varias celebraciones especiales, las cuales incluyen un día de “24 horas para el Señor”, durante el cual las iglesias de toda la arquidiócesis estarán abiertas todo el día y toda la noche para dar acceso a la adoración eucarística y a la confesión.
Estamos también planeando una procesión de seis millas, a lo largo de las calles de Los Ángeles para dar testimonio de nuestra esperanza en Jesús. Se pueden encontrar más detalles sobre este año santo en nuestro sitio web: hope.lacatholics.org.
Es una antigua tradición que los Papas proclamen un jubileo cada 25 años, y esto me llena de entusiasmo. Este jubileo será para todos nosotros una ocasión de obtener muchas gracias que nos ayudarán a profundizar en nuestra amistad con Jesús y a renovar nuestro compromiso de vivir con alegría y confianza nuestra fe.
Jesús es nuestra esperanza, como lo recordamos durante esta santa temporada de Navidad.
¡Dios está con nosotros!, ésta es la maravillosa realidad que celebramos en esta temporada.
En su plan de amor, Dios entró en nuestra historia y vino a compartir nuestra experiencia humana. Y, como lo escuchamos en nuestras liturgias navideñas, ese Dios vivo vino a morar entre nosotros en un determinado momento y lugar de la historia. El Hijo de Dios se convirtió en Hijo de María para que nosotros pudiéramos llegar a ser hijos e hijas de Dios.
Es por eso por lo que, para los católicos, la esperanza no es solo un sentimiento de optimismo o algún tipo de ilusión. Nuestra esperanza es verdadera.
Tenemos nuestra esperanza puesta en las promesas de Jesús, que nació y murió por nosotros, y que, después de haber resucitado de entre los muertos transita ahora a nuestro lado como amigo y líder nuestro.
“Si nos fatigamos y luchamos”, escribe san Pablo, “es porque tenemos puesta la esperanza en el Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, principalmente de los creyentes”.
A veces la esperanza nos resulta difícil.
Como lo hace notar el Papa Francisco en su decreto para el Jubileo, “encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo”.
Podemos mirar a nuestro alrededor y ver muchas señales de que las cosas no son como Dios pretende que sean. Existen injusticias y desigualdades, guerras y pobreza, desarraigo y migración de millones de personas, violencia y crimen, al igual que un descuido de nuestro medio ambiente natural.
Los santos nos enseñan que el sufrimiento ajeno es un llamado a nuestra conciencia, un llamado a la solidaridad y a la acción. Todos somos hijos de nuestro Padre celestial, todos somos hermanos y hermanas y, por nuestra humanidad común, tenemos el deber de cuidarnos unos a otros.
Por eso, este año jubilar nos llama a renovar la esperanza de nuestro propio corazón. Pero tenemos también el llamado a proclamar la esperanza que tenemos en Jesús y a compartirla con nuestro prójimo, especialmente con aquellos que carecen de esperanza.
Dios nos ama con un amor indescriptible, y los apóstoles nos enseñaron que ninguna cosa de este mundo, ninguna dificultad o angustia, y ni siquiera la persecución, pueden separarnos del amor de Dios. Francisco escribe: “Soy amado, luego existo; y existiré por siempre en el Amor que no defrauda y del que nada ni nadie podrá separarme jamás.”.
¡Ésta es nuestra esperanza! Y es la esperanza que estamos llamados a llevarle a nuestro mundo.
Este Jubileo coincide con el último año de la renovación eucarística en nuestro país.
La renovación eucarística ha abierto nuestros corazones y fortalecido nuestra concientización de que Jesús está siempre con nosotros, y de que él desea que estemos siempre en su presencia.
Nunca seremos más conscientes de esto que cuando estamos asistiendo a misa. Cuando elevamos nuestros corazones a Dios, sabemos que estamos orando en compañía de los ángeles y de los santos, sabemos que el cielo y la tierra se encuentran en ese altar y que Aquél que nos ama y nos da la esperanza viene a estar en medio de nosotros.
Oren por mí y yo oraré por ustedes.
Y pidámosle a María, la Madre de la Esperanza, que ella nos ayude a crecer en la esperanza que tenemos en las promesas de su Hijo, y a compartir esa esperanza suya con todos.
19 de diciembre de 2024
Los escritos, homilías y discursos del arzobispo se pueden encontrar en ArchbishopGomez.com
Archbishop José H. Gomez
El obispo José H. Gomez es actualmente Arzobispo de Los Ángeles, California, la comunidad católica más grande en USA. Es también Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos y forma parte de la Comisión Pontificia para América Latina.
En su ministerio, el Arzobispo José Gómez anima a la gente a seguir a Jesucristo con alegría y sencillez de vida, buscando servir a Dios y a sus vecinos en sus actividades diarias ordinarias.
Ha desempeñado un papel decisivo en la promoción del liderazgo de los hispanos y las mujeres en la Iglesia y en la sociedad estadounidense. Es miembro fundador de la Asociación Católica de Líderes Latinos y de ENDOW (Educación sobre la Naturaleza y la Dignidad de las Mujeres).
Durante más de una década, el Arzobispo Gómez ha sido una voz clara sobre cuestiones morales y espirituales en la vida pública y la cultura estadounidense. Ha desempeñado un papel principal en los esfuerzos de la Iglesia Católica para promover la reforma migratoria y es autor, entre otros libros, del titulado: Inmigración y la próxima América: renovando el alma de nuestra nación.
