El valor de lo pequeño | Los tres milagros

Pbro. José Martínez Colín

1) Para saber

“Desde las sombras y las apariencias hacia la verdad”, es el epitafio colocado en la tumba del cardenal Newman. La muerte no será como entrar en un sueño, sino al contrario, será un despertar a plena luz del día. El Papa Francisco, no obstante estar delicado de salud, preparó su catequesis para la audiencia. En su reflexión consideró dos personajes que aparecen cuando María y José presentan en el Templo al niño Jesús: el anciano Simeón y la profetisa Ana, ambos son “peregrinos de esperanza”.

Simeón es inspirado por el Espíritu Santo para que espere ver a aquel en quien se cumplirán las promesas divinas. Y cuando ve al niño indefenso reconoce la presencia de Dios en su pequeñez. Y canta de alegría: “porque mis ojos han visto tu salvación… luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo”. Simeón “es testigo de la esperanza que no defrauda, es testigo del amor de Dios, que llena de alegría y de paz el corazón del ser humano. Y de esa manera Simeón ve la muerte no como el final, sino como la plenitud. La muerte no destruye, sino que introduce en la vida verdadera.

2) Para pensar

Un hombre poderoso visitó a un sabio anciano que estaba con su joven discípulo en un bosque. El poderoso le dijo al sabio: “Me han dicho que haces milagros, muéstramelo”. El sabio le dijo: “Los milagros los hace Dios, y quien le tiene fe”. Entonces le pidió: “Muéstrame tres milagros para creer”. Ante su insistencia aceptó el sabio y le preguntó si esa mañana salió el sol. “Claro que sí”, respondió. “He ahí un milagro: el milagro de la luz”. El hombre renegó: “Quiero un verdadero milagro.”. El sabio ahora preguntó si su esposa dio a luz en esos días. “Sí, y fue varón”. Entonces le dijo: “Ahí tienes el segundo milagro: el milagro de la vida”. “Sabio, no me entiendes, por ejemplo, cura ese conejo herido en la orilla del camino”.

El sabio le preguntó: “¿Acaso no tienes una cosecha de trigo donde antes solo era tierra? Es el tercer milagro”. El hombre tampoco lo aceptó. El sabio lo despidió: “Lamento desilusionarte, hice lo que pude”.
El sabio se dirigió a la orilla de la vereda, tomó al conejo, y sus heridas quedaron curadas. El joven discípulo desconcertado le preguntó por qué ahora lo hacía cuando no podía verlo. “Lo que él buscaba era un espectáculo. Le mostré tres milagros y no pudo verlos. No puedes pedir grandes milagros si no valoras los pequeños milagros que se te muestran día a día. Solo si reconoces a Dios en las pequeñas cosas que ocurren en tu vida, comprenderás que no necesitas más milagros que los que Dios te da todos los días”.

3) Para vivir

El otro personaje que sabe descubrir en el niño al Salvador es Ana, una mujer de más de ochenta años, viuda, dedicada al servicio del Templo y a la oración. Los dos, Ana y Simeón, celebran a Dios que en ese Niño reaviva la esperanza en los corazones, pues Cristo es nuestra esperanza.

El Papa Francisco nos invita a imitar el ejemplo de Simeón y Ana, estos «peregrinos de la esperanza» que tienen ojos límpidos capaces de ver más allá de las apariencias, que saben «olfatear» la presencia de Dios en la pequeñez, que saben acoger con alegría la visita de Dios y volver a encender la esperanza en el corazón de los hermanos y hermanas. (articulosdog@gmail.com)

21 de Marzo de 2025

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Padre José Martínez Colín: Ingeniero en Sistemas por la UNAM, Licenciado en filosofía por la Universidad Panamericana y Doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra.

Capellán del Colegio Chapultepec en Culiacán.

Lleva más de 20 años dando clases sobre todo de Lógica y Gnoseología en el Seminario de Culiacán.

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