La fila era interminable, desde lo más alto del santuario de Cristo Rey en Guanajuato, se podían observar dos líneas que serpenteaban a lo largo de poco más de 20 kilómetros: Una era el flujo de miles de jóvenes mujeres y hombres, que avanzaban cantando y rezando hacia la cumbre del cerro del cubilete; la otra fila era de cientos de camiones donde habían llegado los muchachos, que se estacionaban a la orilla del mismo camino. Ese flujo de más de 30 mil entusiastas mexicanos, representa la sangre nueva con que se nutre la esperanza de una nación, exactamente en el centro geográfico de México, a los pies de Cristo Rey.
El término “Rey” pudiera parecer anacrónico dada su asociación con las monarquías y reinados de antaño, sin embargo, para los cristianos que trabajan por el reino de Dios, la connotación regia es explícitamente diferente. Cristo reina desde su sacrificio en la cruz muriendo por la redención de todos; reina dando testimonio de la verdad; reina a través del servicio haciendo la voluntad del Padre; en síntesis, como el mismo dijo significando la distinta naturaleza de su soberanía: mi reino no es de este mundo (Jn 18, 36-37), y El que quiera ser el primero, que sea el último y el servidor de todos (Mc 9, 35).
Por alguna misteriosa razón, la mayor cantidad de santos mexicanos, murieron con un ¡Viva Cristo Rey! en los labios, mártires, capaces del último sacrificio por su Dios, la vida misma. Una condición del catolicismo mexicano que es una gran herencia motivo de orgullo, y al mismo tiempo, una grave responsabilidad para los católicos de hoy. Vivir la vida en servicio, construyendo y caminando hacia el reino de Dios.
Este sábado 23 de Noviembre, un día antes de la fiesta litúrgica de Cristo Rey, celebramos el martirio del Beato Miguel Agustín Pro, sacerdote zacatecano que dedicó su vida a dar alegría a los demás, fundando casas para alimentar a los pobres, llevando los sacramentos a los católicos a escondidas durante la persecución religiosa en México, y confortando a las mujeres en situación de desgracia atendidas por las religiosas del Buen Pastor. El fue fusilado en público en la Ciudad de México en absoluta inocencia para hacer un escarmiento a los católicos. Después de perdonar y confortar a sus verdugos, con un rosario en una mano, un crucifijo en la otra y musitando el ¡Viva Cristo Rey!
Un día después celebramos la fiesta de Cristo Rey, de una manera que nos permite contemplar la verdadera dimensión de su reinado: Jesús en la cruz, dando la vida y pidiendo perdón al Padre por nosotros, con las autoridades de este mundo burlándose y negando su realeza; y aun en esa hora, cuando el ladrón le pide acordarse de el al llegar a su reino, lo perdona y le asegura la entrada al paraíso (Lc 23, 34-43).
La fiesta de Cristo Rey es un verdadero llamado a que los católicos asumamos el trabajo por el reino de Dios en serio: Ayudando, perdonando y sirviendo a los demás, de ser necesario hasta la muerte, pero por lo pronto, con la muerte que implica negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguir a Jesús (Mt 16, 24).
Oscar Fidencio Ibáñez Hernández
@OFIbanez
Casado, padre de 3 hijos, profesor e investigador universitario, y aprendiz de bloguero. Ingeniero Civil, Maestro en Ingeniería Ambiental y Doctor en política y políticas ambientales.
Mexicano, católico, autor entre otros textos de «El Espíritu Santo en tiempos de Twitter: Documentos del Concilio Vaticano II para tuiteros. Celebrando el #AñoDeLaFe»
Admirador de la Creación en todas sus dimensiones. Nací en La Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte (Hoy, Ciudad Juárez, Chihuahua).
En días pasados tuve la oportunidad de servir en un encuentro con cerca de 800 jóvenes de la diócesis de Juárez, en lo que llamaron “Un loco encuentro con Cristo”. En la alegría y “locura” de la juventud reflexionaban el llamado de Cristo a vivir en santidad. Cada uno desde lo que el Espíritu Santo le inspiraba y desde lo que había significado su encuentro con Cristo. Siguiendo la exhortación del Papa Francisco en la Jornada Mundial de la Juventud “Jóvenes, salgan a armar lío”; aquí se armó un lío. Los jóvenes abrazaron la cruz, reconociendo en ella el sacrificio de Salvación. El medio de redención. Al pie de ella recorrieron su historia, se reconocieron pecadores, que en su condición humana son llamados a ser testigos de Cristo con su obrar. Y para cerrar la tarde… en procesión acompañaron el santísimo por calles de la ciudad, y le proclamaron ¡CRISTO VIVE!.